Profesores, abogados, periodistas, estudiantes... ¿Quién lleva peor la vuelta a la rutina tras el verano en Santiago?

Andrés Vázquez Martínez
Andrés Vázquez SANTIAGO

VIVIR SANTIAGO

El comienzo del curso en el colegio de Lamas de Abade, en imagen de archivo.
El comienzo del curso en el colegio de Lamas de Abade, en imagen de archivo. SANDRA ALONSO

El debate está servido entre los profesionales compostelanos, que lamentan la vuelta al trabajo pero se acuerdan de quien no pudo descansar estos meses, a quienes mandan ánimos

13 sep 2023 . Actualizado a las 09:37 h.

Los meses de verano han sido cortos, da igual a quien se le pregunte. Las vacaciones siempre saben a poco y, tras idas y venidas de peregrinos y turistas, Santiago de Compostela vuelve a pertenecer ya a los picheleiros y sus inseparables estudiantes, aunque de forma muy paulatina a juzgar por estos días de la semana pasada. En cualquier caso, la rutina regresa, y lo hace causando dolores de cabeza, cansancio, fatiga o simple pereza a más de uno. Es lo que se conoce como el síndrome posvacacional, que afecta sobre todo a periodistas, sanitarios, profesores y abogados. Gente con vacaciones, vaya, que muchos otros no pararon este agosto ni pararán en septiembre.

«Tener este síndrome no es malo, no tarda en pasarse y quien no lo tiene es porque, por desgracia, no pudo disfrutar felizmente de unas vacaciones». Es la opinión de Alba Silvosa, abogada laboralista que ejerce en Santiago, en la asesoría jurídica de UGT, además de en Lugo, en Creto Servicios Jurídicos. Para ella ha sido difícil desconectar este verano, pues tan solo ha tenido una semana sin trabajar «pero en la que conseguí desconectar por completo». Este es el gran problema para muchos profesionales, que su tiempo real de desconexión se acorta más de lo que debería «porque durante el mes de agosto se sigue pendiente del trabajo, aunque a medio gas». 

Su caso no es el único, le pasó algo similar a Ana Iglesias, responsable de una agencia de comunicación para empresas y, por tanto, periodista. En su opinión, este tipo de descansos efectivos tan cortos «tan solo sirven para engañar al cuerpo», de manera que pasados unos días tras la reincorporación al trabajo «vuelve la pesadez y la fatiga de los meses acumulados al más alto nivel de exigencia previos a las vacaciones». A ambas les viene bien poner tierra de por medio, Alba Silvosa yéndose a su cámping de toda la vida y Ana Iglesias con un viaje.

Tanto para una abogada como para una periodista es complicado olvidarse del móvil, «que nada más abriendo un periódico y razonando lo que estoy leyendo ya casi es como trabajar, que rápidamente se me ocurren temas para un reportaje», argumenta Ana Iglesias. No es el caso, por ejemplo, de un docente o un estudiante. Para ellos resulta mucho más sencillo respetar el período de vacaciones, pues si no hay clases, ni hay que prepararlas ni hay que atender a ellas.

Delfina Bañobre cumple más o menos con este perfil. Hasta el curso pasado fue directora del colegio público Santiago Apóstol, en Compostela, pero ahora comienza un nuevo año escolar desde el simple profesorado. «Aínda prestei apoio á nova equipa directiva ata mediados de xullo, pero logo puiden parar», señala la docente, ya veterana.

Se requiere mucha constancia y dedicación para ser capaz de estudiar en casa, como los opositores. Una joven estudia en casa en una imagen de archivo.
Se requiere mucha constancia y dedicación para ser capaz de estudiar en casa, como los opositores. Una joven estudia en casa en una imagen de archivo. xoan a. soler

En su caso, a pesar de poder descansar, empieza a todo ritmo. «Temos unha semana para preparar o curso, polo que se fai complicado pasar de cero a cen». Justo eso le pasa también a Nadia Fonseca, compañera profesora en el CEIP Agro do Muíño de Ames. Allí imparte docencia a los alumnos y alumnas de cuarto de primaria en este curso, que es el segundo en ese centro. Antes, al no tener una posición estable, «tiña que adaptarme tanto ao ano que me toca impartir como á escola á que me enviaban».

Por si fuera poco, a ella no le dio tiempo ni a tener síndrome posvacacional, «xa que traballei durante o verán no negocio da miña familia, de tipo turístico, polo que a fatiga é física e mental». Contra lo que se suele decir, parece que el colectivo docente tiene menos vacaciones de las que pareciese, pues los directivos no paran y los profesores doblan empleo, aunque sea ayudando en casa. Ahora bien, durante el curso, «non é tampouco tan esixente coma outros postos», en palabras de Nadia Fonseca.

«É grazas a isto que a conciliación, tan importante no día a día, faise relativamente sinxelo traballando como docente», indica la profesora del centro amiense. «Nese sentido, facemos unha labor moi importante para permitir ás familias conciliar, que moitas delas sempre nos dicen que lles tarda que comecen as clases para poder despreocuparse dos nenos, e iso que eles tan só teñen dous ou tres, cando non un, que nós temos 25 tódalas mañás!», bromea Bañobre, exdirectora del Santiago Apóstol.

También los estudiantes

El colectivo estudiantil es otro de los que comienza su vuelta a la rutina en septiembre, tras descansar en agosto. Los jóvenes universitarios poblarán de nuevo Santiago, pero también son muchos los que estudian desde casa, los opositores, que también vuelven a la carga ahora si es que llegan a parar. Suelen hacerlo, como mucho, los de Educación.

Una de ellas es Nazaret García, compostelana de 24 años, que ha podido parar en agosto para estar en familia y en la playa. «Agora ben, o golpe de realidade está sendo moi potente», señala la joven, que también asegura que sabe que retomará con ganas su desempeño una vez se adapte a él, «e máis despois dun verán tan bo coma este».

Desde la psicología

Ana Sabucedo, desde su centro de psicología en la zona histórica de Compostela, asegura que la gran clave para poder llevar mejor la vuelta al trabajo es asegurarse de que los martes o los miércoles también sean días para disfrutar, «y no solamente los sábados o los domingos». Organizar el calendario semanal, «reubicando acciones de ocio en los días laborables, por ejemplo», nos ayudará a desconectar.

Vivir esperando esos dos días nos hace despreciar la vida cotidiana, «lo que por consiguiente nos hace perder cinco días de los siete que tiene la semana y dejar de vivirlos en piloto automático». En ese mismo sentido, señala la psicóloga que un ambiente laboral adecuado también es muy importante, para no estar esperando al viernes «para perder de vista al jefe».