Colapso total en la estación intermodal de Santiago, con colas interminables para coger un autobús: «Comprar un billete por internet también es imposible»
VIVIR SANTIAGO
Los usuarios que no fueron capaces de reservar su plaza en el rebosante tren buscan cobijo en el autobús, que no es capaz de absorber la demanda de billetes en su estación formando colas que rebosaban los accesos del edificio
24 sep 2023 . Actualizado a las 20:37 h.Si bien el comienzo de curso universitario ha sacudido a Santiago de Compostela, aún quedaba un último capítulo por descubrir de esa historia. Jueves de movida nocturna, problemas para conseguir una vivienda en alquiler y… Colapso para hacerse con un billete en la estación intermodal, tanto para embarcar en un autobús como en un tren, vasos comunicantes que no dan abasto enfadando al usuario y ralentizando la vida de miles de gallegos que se desplazan entre la capital y sus lugares de origen cada viernes.
Los universitarios ya saben que sin comprar el billete con semanas de antelación es imposible acceder a ninguno, por lo que todos ellos se preparan todo el mes de viajes ya desde el anterior, obteniendo a mediados de septiembre sus reservas hasta casi noviembre. Estas compras previsoras, que garantizan a quien las hace tener plaza en los trenes gracias a su otrora exagerada precocidad, esconden el problema de que, si ocurre un imprevisto, el dinero se pierde. En el caso de que las reservas se efectúen a través del bono gratuito que ofrece el Gobierno pasa algo similar, puesto que tres ausencias a una cita con el tren hacen perder al poseedor de la bonificación su uso.
Este es justamente el caso de María Rodríguez, estudiante de cuarto año de Xornalismo en la Universidade de Santiago (USC). Ella ha comprado todos los billetes de los viernes y los domingos hasta noviembre. Destaca, mientras espera el tren que la llevará a su ciudad, la de Vigo, que está muy bien que a quien falte tres veces le quiten el bono. «Me parece que de esa manera queda más controlado el asunto, a pesar de que hace muy complicado improvisar», apunta la joven, que pide a todos que sigan su ejemplo: «Yo si no voy cancelo el viaje, pero hay mucha gente que no lo hace y simplemente no aparece, perjudicándose a ellos mismos y a los demás, porque su asiento está comprado y no se puede recolocar a otro pasajero».
Como siempre, también existen excepciones que saben lo extrañas que son. Dos desconocidos, que esperan al tren a menos de un metro de distancia, exponen a La Voz en la misma entrevista que han conseguido su billete a través de la página web de Renfe gracias a un hueco que se había generado minutos antes. Son Ángel Viéitez, estudiante de un grado de Formación Profesional originario de Sanxenxo y que consiguió su plaza en el tren de las 16.32 para Vigo hace escasos minutos por un capricho del destino, y María Domínguez, que se forma en un máster de Farmacología ofrecido por la Universidade y que accedió a su billete con días de antelación, «algo que es igualmente milagroso tal como están las cosas».
El caos del bus llega en tren
Dado que el ferrocarril se encuentra colapsado, muchos usuarios optan por las cuatro ruedas y el asfalto para llegar a casa. Y no es el caso de los coches compartidos, que podría ser, sino el de los autobuses. El aluvión de viajeros que optan por su segunda opción obstruyó también por completo la venta de billetes de autobús de la intermodal, quedando pasajeros en tierra a la espera de un segundo vehículo que los llevase a su destino. Era tal la situación que los viajeros rebosaban los accesos de la estación, llegando a la pasarela voladiza que une los dos edificios.
La organización tuvo problemas hasta para colocar a la gente que hace cola ante las ventanillas, pues la forma del edificio motiva que quien entre por su única entrada principal se quede ya retenido en una enorme hilera de viajeros sin ver los despachos. Es el personal de la estación el que alerta a quienes quieren comprar un billete de que existen varias ventanillas dependiendo del destino, apremiándolos para que no se queden parados y busquen la suya, llegando a un punto de desesperación que las propias trabajadoras de Monbus, empresa gestora de la enorme mayoría de las líneas desde Santiago y que concentra también los problemas, iban preguntando uno por uno a los que hacen cola que para dónde van, para recolocarlos a mano, casi tirando de ellos.
A pesar de esto, los tiempos de espera son los que son. Lamenta Andrés Vázquez, un joven de Cacheiras que se va a Pontevedra de fin de semana con sus amigos,el verse obligado a esperar media hora de cola para comprar su billete, «algo que ya intentamos por internet, pero la página de Monbus, igual que la de Renfe, también está colapsada y no responde, por lo que nos resultó imposible».