«Compro diez entradas para este jueves»: ¿Qué se puede hacer y qué no a la hora de reservar pases en las discotecas de Santiago?
VIVIR SANTIAGO
![Puerta principal de la discoteca Vanitas, en Santiago.](https://img.lavdg.com/sc/RcEOGnXHoUVwKrL1xAzWTO4S2CU=/480x/2023/06/09/00121686307502563461897/Foto/S01E3036.jpg)
Los jóvenes explican todos sus trucos para la noche universitaria: «Se agotan al momento, tienes que estar pendiente»
20 sep 2024 . Actualizado a las 16:34 h.Es miércoles por la tarde y, en el Ensanche de Santiago, la entrada de una cafetería acapara las miradas de los que pasean por la zona. En la puerta, una hilera de jóvenes divididos en grupos esperan para entrar y, a los pocos segundos, salir de nuevo. No están esperando a que se libere una mesa ni a recoger un pedido para llevar. Como todas las semanas, acuden al local para buscar las entradas de discoteca que previamente reservaron. Desde que comenzó el curso universitario, es un intercambio habitual en Compostela. Para garantizar un sitio en cualquiera de los lugares de la zona nueva, los estudiantes tienen que hacerse previamente con unas entradas que se anuncian, primero, a través de las redes y que, según los propietarios de los locales, se agotan en cuestión de minutos.
«Nosotros estamos atentos a lo que suben y cuando vemos que se pueden coger, lo hacemos», dice Pablo, estudiante de Educación Primaria, justo después de hacerse con seis pases previamente reservados. El proceso, una odisea moderna, lo relata de la siguiente manera: «Para las fiestas de los jueves suelen salir los lunes o los martes a eso de las ocho de la tarde. Hay mucha gente que, a esa hora, ya está en sus perfiles refrescando para el momento exacto. Primero, las anuncian en una historia de Instagram a la que hay que responder indicando la cantidad que quieres. Mandas tu nombre, el número de entradas y, a veces, el DNI del que reserva. Después, envían una confirmación a los que consiguieron —los más rápidos— y, más tarde, una fecha y un lugar para ir a recogerlas, que suele ser un bar o una cafetería del Ensanche. Allí, llevando dinero en efectivo para pagarla, te las dan», explica el joven.
El tiempo es oro y ni siquiera pregunta por su grupo antes de comprarlos. Siempre salen los mismos y, si por algún casual, alguno se baja del plan, «se lo vendes a otra persona». Cuando la demanda es tan alta como para acabar las tandas de entradas de una tacada, la reventa se efectúa con éxito hasta el día mismo de la fiesta. Uno de sus amigos, Fran, coge su móvil y abre WhatsApp. Es miembro de un grupo dedicado única y exclusivamente a la compraventa de entradas para las discotecas de Santiago. «Por aquí se mandan las entradas que le sobran a uno para encontrar a alguien que las coja», explica. Acto seguido, enseña algunos de los últimos mensajes: «¡Hola! Busco dos entradas de Vanitas para este jueves», «Me sobra una entrada de Circus para esta noche, que no puedo ir. A quien le interese, que me hable al privado», «Compro diez entradas para hoy», son algunos de ellos.
«Si no, lo anuncias por Instagram o por Twitter», dice Inés, estudiante de Enfermería, que asegura completar religiosamente el proceso de reservar entradas todas las semanas. «A principio de curso, por lo menos», bromea. Coincide en que, para conseguirlas, uno tiene que estar atento y actualizar los perfiles de las discotecas. Si no, cuando pasa la hora en la que suben la historia, ya no quedan: «Y si no tienes entrada, no puedes pasar. En la puerta no se venden». Ella va buscar las que apalabró para la noche siguiente, diez entradas. Otra de sus amigas, Laura, cogió ocho más. «Somos un grupo grande, media residencia», bromea. Algunos, sin embargo, se quejan de que los locales dejen coger tantos pases a una misma persona. A veces, la limitación es de diez. Otras, no hay. «Nosotras nos llevamos unas cuantas, eso es cierto», reflexiona la joven. Los siguientes en la fila, por ejemplo, cogen tres, una para cada uno. «Pero, oye, ¡que las vamos a utilizar todas!», concluye Inés.