Ellos hacen que la generación Z de Santiago descubra un libro nuevo al mes: «Neste club facemos chistes, rimos moito e ninguén busca ser o máis listo»
VIVIR SANTIAGO
Mauro y Xiana crearon Basado como un punto de encuentro literario para la juventud. Huyen de la seriedad habitual que caracteriza a este tipo de iniciativas y abrazan la idea de que cada uno pueda intervenir con libertad: «Cada vez que saio dunha sesion, penso: "Que guai poder compartir este espazo con toda esta xente!"»
20 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Este verano, una imagen compartida por Dua Lipa en sus redes sociales causaba sensación entre las comunidades de lectores hispanohablantes. La cantante posaba junto a La Mala Costumbre, de la escritora madrileña Alana S. Portero, para anunciar que era el libro del mes en Service95, la plataforma de recomendaciones literarias, entrevistas y charlas fundada por ella misma tres años atrás. Un paso por delante de la celebrity, algunos ya tenían la obra colocada en sus estanterías. Mauro Pichel y Xiana Fole se habían fijado en ella un año atrás, eligiéndola como título a comentar en una de las sesiones mensuales de Basado, el club de lectura que ambos gestionan Santiago. «Polos traballos que temos, lemos un montón. Eu, polo menos, paso o día entre páxinas. Ao ser un ambiente pensado para a xente nova, buscamos cousas que primeiro nos resultasen interesantes a nós. Se hai un libro que nos gusta, por que non vai atrapar tamén a outra persoa da nosa idade?», resume Mauro.
Su aventura se remonta a un año atrás. Los dos vivieron una época en Barcelona y, de vuelta en Santiago, echaban en falta un espacio cultural que encajara con lo que habían llegado a conocer allí. En sus propias palabras, «algo formado por un grupo de persoas que se xuntasen simplemente por amor á arte». Primero, buscaban una iniciativa gratuita con la que huir del ámbito privado. Para asistir a una sesión de Basado, basta con reservar sitio previamente a través de sus redes. Segundo, querían conseguir un espacio en el que la gente joven se pudiera juntar con otras personas de su edad para hablar específicamente de libros. En este punto, Mauro introduce otro de los objetivos del club: «Cando estás con alguén maior, pensas que pode ter máis autoridade para dicir certas cousas. Queriamos fuxir diso. Todo o que aquí se comente vai a estar ben, non hai malas contestacións e ninguén pretende ser máis listo ca o do seu lado».
Intentan que las reuniones coincidan en el último jueves de cada mes. La próxima, sin ir más lejos, está programada para el 24 de octubre en el Centro Xove da Almáciga. Comentarán Historia de una terraza, de Hilary Leichter. Empiezan a las siete de la tarde y, aunque el espacio lo reservan para una hora, admiten que, en muchas ocasiones, se pasan del tiempo. Cuando la conversación se ha quedado corta, la alargan tomando una caña en cualquier bar cercano. «Eu cada vez que saio dunha sesión, penso: "Que guai poder compartir este espazo con toda esta xente!"», dice Mauro. Suelen ser entre 10 y 15 personas y muchas de ellas repetidoras. Para él, la clave de que las sesiones gusten tanto es el ambiente distendido que intentan mantener. «Buscamos reflexionar en profundidade, pero tamén saír da seriedade habitual dos encontros literarios. Queremos pensar desde a risa, compartir chistes, buscar referentes comúns na cultura pop e poder relacionar coa lectura as cousas que acontecen en redes», explica el joven.
Para ellos, el objetivo es hacer de los libros algo accesible y entretenido como la vida misma. «No clube, ninguén busca na súa intervención facer unha tese que expoña todas as ideas que tivo durante os últimos catro anos. Non vai de ser o máis listo, senón de pensar xuntas e en comunidade», dicen. Sobre los títulos elegidos, tampoco tienen que ser todo halagos. Recuerdan una sesión sobre El Sótano, de Begoña Huertas, un libro que, pese a no haber gustado mucho, sí que despertó en las lectoras una retahíla de opiniones formadas. Otras obras que ponen sobre la mesa son, por ejemplo, Waco retrato, de Gabriela Weinar, y Tengo miedo, torero, de Pedro Lemebel.
Aunque su gusto personal sirva como catalizador, la selección no depende únicamente de ellos. Al final de cada reunión, llevan tres o cuatro títulos de los que leen las sinopsis. Siguiendo la máxima de que el espacio sea colaborativo, eligen entre todos el que más les llama la atención para el mes siguiente. Además, si una de las máximas del club es que pueda acceder a él todo el mundo que quiera, que sea un espacio dedicado a la juventud también condiciona la elección de los libros. Siempre intentan que los propuestos estén disponibles en la biblioteca o que sean fáciles de descargar a través de la red. Para Mauro, es fundamental valorar los medios económicos de cada uno. «Igual esa xente nova ten que pagar un alugueiro, que comer e xa se lle vai o salario niso», reflexiona.