Explorando Ángel, el canal que descubre aldeas abandonadas y conecta a los descendientes de la emigración con Galicia: «Sé de personas se han venido por los vídeos»
VIVIR SANTIAGO
Ángel Artai basa su contenido en enseñar las entrañas y los encantos del rural gallego: «Aunque lo que yo enseño es la Galicia abandonada, hay mucha gente que se está enamorando de ella»
28 dic 2024 . Actualizado a las 13:55 h.Ángel Artai cuenta con emoción la historia de Nieves y de Manolo, dos gallegos de 96 y de 97 años que emigraron a Uruguay hace setenta, cuando tenían, respectivamente, 26 y 27. Ella, de San Pedro de Frameán, en Monterroso, y él, de Santiso, en Antas de Ulla, no habían vuelto a ver las aldeas en las que pasaron su infancia y parte de la juventud hasta que su hija, Mercedes, contactó con el youtuber para contarle su particular caso. Él, que basa su contenido en descubrir las entrañas y los encantos del rural gallego, supo al leer el mensaje que tenía que desplazarse desde la zona de Padrón, que es de donde procede, hasta estos dos recovecos de la provincia de Lugo. Grabó las casas de Nieves y de Manolo, las zonas comunes de las aldeas y, cuando lo colgó, los casi centenarios, a 1.000 kilómetros de distancia, pudieron volver a pasear por su tierra como lo hicieron por última vez hace siete décadas.
«Con estas cosas ya le ves sentido a lo que estás haciendo. Ahora mismo, esto tiene un valor social. Cuando empecé no me imaginaba que fuera a ser así. No me esperaba la repercusión que está teniendo», dice Artai, creador de Explorando Ángel, un canal que comenzó hace tres años como vía para mostrar su pasión por los lugares abandonados y que, con el tiempo, se convirtió en un foro abierto para conectar a los descendientes de la emigración con Galicia. A partir de sus vídeos se podría componer una biblioteca de historias perdidas. Está, por ejemplo, la de Guillermo, cubano que le cuenta a Ángel su idea de retornar a la tierra de sus antepasados, San Mamede de Ferreiros, en O Pino. De ahí era su bisabuelo, José, fallecido en 1990. «Si tiene pensado venirse, que conozca antes el lugar», explica el creador de contenido en una frase que condensa a la perfección la motivación de sus últimos vídeos.
Cuenta cómo las personas con un historial de emigración a sus espaldas le piden que visite las aldeas de sus padres, abuelos, bisabuelos e incluso tatarabuelos. A veces, como hicieron Nieves y Manolo, para que ellos puedan volver a pasear virtualmente por las calles en las que jugaban antes de subirse al barco que les llevó a cruzar el Atlántico. Otras, para que los hijos, nietos, bisnietos o tataranietos sepan cómo era esa aldea de la que tanto han oído hablar. «Cuando, además de lugares abandonados, empecé a explorar aldeas despobladas, surgió algo con lo que yo no contaba. En Galicia, mucha gente se tuvo que marchar a otros países. En mis vídeos me comentaban: “Oye, a ver si ese va a ser el sitio donde vivían mis abuelos, que emigraron a Argentina”. Tengo muchas peticiones de gente con nombre y apellidos que me escribe para que vaya a explorar las aldeas de sus antepasados. Saben que sus raíces están aquí», recuerda Ángel.
Para Guillermo, por ejemplo, encuentra la tumba de su bisabuelo, José, y la de su hermana, Ramona. Guiado por un vecino llega a la casa en la que vivió, una «de piedra y muy grande» con ovejas correteando por los alrededores. Allí conoce a José Ramón, que con sus 88 años vive solo, cuida de sus animales y va a buscar leña casi a diario montado en su tractor. Aunque termina la búsqueda por San Mamede de Ferreiros sin encontrar a los familiares de Guillermo, piensa que, solo por las historias que se ha encontrado por el camino, «ha merecido la pena el recorrido».
José Ramón le cuenta cómo, de once hermanos que eran, solo quedan dos. También que llegó a vivir con unas veinte vacas en el espacio que le enseña y que, ahora, piensa que el rural no tiene futuro. «A mí me gusta hablar con los vecinos de estos sitios, que son personas mayores. Salen conversaciones y a la gente le gustan. Con los años que tienen, escuchándolos puedes aprender», reflexiona Ángel. Además, a través de ellos, pone en valor el rural, los trabajos de campo y la agricultura. «Aunque lo que yo enseño es la Galicia abandonada y despoblada, hay gente que se está enamorando de ella. Muestro el rural, cómo se cuida de las vacas, la agricultura y lo hago porque me gusta, pero al mismo tiempo veo como hay gente a la que la vida en el campo le llama la atención. Hay pueblos muy interesantes, pero seguramente nunca vayas a ver a un turista que viene a Galicia callejeando por una aldea del rural. Hay sitios que están más cerca de lo que parece, pero pasan desapercibidos», reflexiona el creador de contenido.
Para algunos de esos seguidores, los vídeos de Ángel han supuesto el empujón definitivo para lanzarse a tomar una decisión sobre sus futuros. «A través de mis vídeos, hay mucha gente que se ha venido a vivir a Galicia. Tengo constancia de ello porque me escriben por privado para decírmelo. Yo no muestro la parte más bonita de la comunidad y aún así hay personas interesadas en venir aquí. Cuando lleguen, se llevarán la sorpresa de que Galicia es mucho más que esto», explica el creador de contenido. Para él, sin embargo, lo abandonado tiene encanto. «He encontrado aldeas con 20 o 30 casas y ninguna habitada. Muchas están con las puertas abiertas, entras y ves que han dejado ahí sus cosas: su vajilla en la cocina, su ropa... Transitar por una aldea en silencio absoluto, porque no hay nadie, es una experiencia que a la gente como yo, porque no soy el único al que le gusta esto, llama la atención», sentencia.
De estas también hay en el área de Santiago. Ibai Llanos lo invitó a aparecer en un vídeo de su popular serie haciendo el Camino de Santiago con El Xokas. Ángel los llevó a explorar un pueblo en el área de Arzúa que él ya tenía localizado. Allí descubrieron la casa de un gran terrateniente «muy fuerte». Alrededor de esa casa había otras y, hablando con los vecinos, comprendieron que había mucha gente que dependía de ellas. «Todos iban a trabajar ahí y dependían de eso. Ver así de abandonado un sitio que tuvo tanta vida llama la atención», dice el youtuber. Cuenta como, en los vídeos, hay gente que le comenta que parece que Galicia está toda abandonada. Él defiende que no es así, que lo suyo con lo deshabitado es solo una temática y, de paso, una afición que se remonta a tiempo atrás.
«Cuando iba de vacaciones, si llegar a un sitio llevaba dos horas, yo tardaba cuatro. Me paraba en todos los rincones que iba viendo por la carretera: edificios, hoteles, restaurantes, lo que fuera», recuerda Ángel sobre el germen de su gran hobie. Llegó la pandemia y, al disponer de tiempo, comenzó a navegar por YouTube. Ahí se dio cuenta de que había creadores de contenido que compartían su misma pasión por descubrir lugares abandonados y se armó de valor para coger él también una cámara con la que grabar sus aventuras. «Se me dio por subir un vídeo y vi que a la gente le gustaba. Ves diez suscriptores, veinte, cincuenta, cien… hasta que llegas a los mil y piensas: “Bueno, igual sí que hay gente interesada en esto”», expone Ángel, dando fe de una comunidad creada en base al respeto y a la pasión.