Ouriso, el artista multidisciplinar de Santiago que arriesga con el aerógrafo sobre sus prendas y tatúa hasta la piel de los zapatos

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Brais Lestón junto a una camiseta de su marca, Ouriso.
Brais Lestón junto a una camiseta de su marca, Ouriso. C. N.

Brais Lestón huye de la serigrafía y dibuja una a una las ilustraciones que caracterizan sus prendas. También tatúa, pinta sobre lámina y diseña portadas para álbumes musicales ¿Cómo hace para compaginar? Lo primero que hizo fue dejar su trabajo a tiempo completo

25 may 2025 . Actualizado a las 10:34 h.

Cada prenda de Ouriso es única. Brais Lestón, el artista multidisciplinar detrás de esta firma compostelana, huye de la serigrafía. Dibuja a mano, una a una, las ilustraciones que caracterizan sus textiles, plagados de rosarios, dragones y sagrados corazones. Bosqueja con tiza, rellena con aerógrafo y detalla con pintura para tela, un proceso que puede llegar a solventar en quince minutos. Un año de trabajo es lo que le ha hecho conseguir esa marca temporal. Pinta sobre textil desde hace dos Navidades, cuando se encontró con el aerógrafo bajo el árbol. «Me lo regalaron por Reyes. Yo me negaba a comprarme uno porque no me quería meter en un berenjenal más», explica Brais, que también tatúa, hace grafiti, dibuja sobre lámina y diseña portadas para álbumes de música. ¿Cómo hace para compaginar? Lo primero que hizo fue dejar su trabajo a tiempo completo. 

Brais cuenta que siempre le gustó dibujar y que por eso se matriculó en Diseño Gráfico en la Pablo Picasso. Durante ese tiempo descubrió el tatuaje, un mundo que, al principio, pensaba que no era para él. «No me llamaba. Pensaba en estudios que te pedían algo y tú lo hacías. Cuando descubrí a artistas que tenían sus propios diseños y que la gente se los pedía fue cuando decidí probar», explica Brais, que enseña algunas referencias figurativas y abstractas. Aunque las disciplinas difieran, sobre piel materializa lo mismo que sobre textil o sobre lámina. De hecho, asegura que lo que ve en tatuaje y en graffiti es lo que más le inspira a la hora de pensar en las prendas. «Para mí, el conjunto de cosas que hago es lo mismo. Son los mismos dibujos en diferentes soportes, cambiando y adaptando el medio». Su artefacto multidisciplinar, Ouriso, lo creó siguiendo esa máxima de libertad artística. Por eso huye de las copias con serigrafía y abraza la interrelación.

«Me estoy dando cuenta de que me gusta variar mucho. Un día hago una portada para un disco y otro pinto ropa. Ahora me gusta hacer gorras, porque descubrí que se pueden pintar con relieve y con pintura 3D. También me está empezando a interesar por la joyería. No me gusta anclarme en algo, me gusta ir probando cosas», explica el artista, que, por combinar, se atreve hasta a mezclar técnicas y materiales. Hace poco, probaba a calcar unos zapatos con la máquina y la aguja de tatuar. «Surgió por una colaboración con una marca. La idea era customizar los zapatos tatuándolos. La máquina y la aguja fueron las mismas, solo cambié la tinta por una para cuero y el barniz que le eché después. La piel del calzado es mucho más dura, pero la técnica es la misma. Hasta diría que es más fácil, porque no se mueve. Es como un folio».

El aerógrafo fue la gota que colmó el vaso. Llevaba ya dos años trabajando como diseñador gráfico, con un contrato indefinido, cuando, cuando tomó la decisión de dejarlo todo. El mundo corporativo no era para él. «Estuve dos años trabajando mientras que hacía mis dibujos. Era muy frustrante, porque yo sabía que me quería dedicar a cosas que a jornada completa eran complicadas. Me levantaba antes de entrar para ponerme a dibujar y también lo hacía al salir. Di el paso en el momento en el que vi que esto podía ser factible», recuerda. Brais se refiere a que, desde que empezó a estudiar, nunca dejó de lado sus dibujos. Los hacía por cuenta propia, los compartía en redes y, cuándo vio que suscitaban el interés suficiente, apostó por hacerlos también su profesión. 

Ahora tiene su base creativa y logística en su piso de Galeras. Usa una de las habitaciones como taller, equipada con pinturas y maquinaria de todo tipo. También con burros en los que cuelga las prendas que termina. Trabaja tanto sobre bases nuevas como de segunda mano, que compra por lotes a distintos proveedores. Lo que él hace es dibujar y pintar sobre ellas indistintamente de la tela que tenga. Empieza marcando con tiza, que se limpia con calor, y rellena con el aerógrafo. Como el resultado del color es disperso, complementa con pintura textil para las zonas que quiere que queden más marcadas, truco al que llegó a través de las redes. 

No es religioso ni aficionado a la literatura medieval, pero sus prendas están plagadas de crucifijos y de criaturas fantásticas. «Va por temporadas, pero algo que dibujo un montón y con lo que se me asocia mucho son los rosarios. Me gusta lo que transmiten estéticamente y dan mucho juego a la hora de dibujar. Puedes jugar moviendo la cadena y adaptándola a diferentes superficies. También estoy con sagrados corazones. Me pasa con ellos lo mismo cuando escuchas una base de una canción: aunque no signifique nada en concreto, te transmite cosas. Me gustan las vibraciones que pueden generar los ambientes religiosos y fantásticos», reflexiona Brais, sacando a relucir una de sus grandes fuentes de inspiración: la música. 

«Hay estilos que se relacionan con movimientos musicales. El psicodélico con lo hippie, los trazos más agresivos con el rock... El mío creo que va más con género como el trap o el hyperpop», indica el artista, que trabaja con música y diseña portadas para otros artistas, como Kid Mount o Alequi. Por si fuera poco, al artefacto multidisciplinar de Ouriso hay una añadirle una última tarea: las redes sociales. Antes de colgar una nueva colección, hace contenido para promocionarla en redes. Nota que el crecimiento de su marca fue a más en el momento en el que se animó a colgar los vídeos en Instagram en el que explica el proceso de las prendas. Cualquier reto es bienvenido en el estudio de Brais.