El vídeo de Cenando con Pablo que desvela los secretos del restaurante Casa Marcelo, en Santiago: «¡Olé, olé, el inventor del menú degustación!»

O.S. SANTIAGO

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El popular «influencer» gastronómico se desplazó en junio a Compostela para probar y valorar el menú degustación del restaurante de Marcelo Tejedor, alucinando tanto con el «rollo espectacular» del local como con alguno de sus platos. «Me sabe a Dabiz Muñoz», defendió

22 jul 2025 . Actualizado a las 12:59 h.

Fue el pasado 25 de junio, en un inicio de verano especialmente caluroso en Galicia, cuando el conocido influencer gastronómico Pablo Cabezali, más conocido como Cenando con Pablo, al ser el nombre de la cuenta donde valora los sucesivos restaurantes y menús que va probando, regresó a Santiago, de donde en los últimos meses ya se había llevado una grata impresión tras su paso por los restaurantes Indómito y Simpar.

En esta ocasión, el local a valorar era Casa Marcelo, uno de los clásicos de la hostelería compostelana, con el que Marcelo Tejedor recuperó rápidamente su estrella Michelin y afianzó su enorme popularidad. En los últimos años, clientes de todo el mundo incluso lo situaron como el mejor restaurante gallego de alta cocina. Un gran eco que contrasta sin embargo con el carácter discreto del afamado chef.

Pese a ese recelo a salir en los medios, Marcelo sí aparece por momentos en el vídeo con el que Cenando con Pablo demostró su experiencia en Casa Marcelo. De hecho es el propio chef quien le aclara que fue en su local donde «hace casi 30 años se inventó el menú degustación». Tras servirle, explicarle cómo degustar alguna de las propuestas e incluso bromear con él —«Aquí llega tu querido Pichón»—, Pablo Cabezali se dio cuenta con asombro, y así lo dijo en pantalla, que Marcelo debía seguir sus vídeos (entre TikTok, Youtube e Instagram suma más de 2 millones). «Presiento que Marcelo se ve los vídeos de YouTube entero», compartía.

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En esta ocasión, el menú, de 125 euros, arrancó con las alabanzas del conocido prescriptor gastronómico al propio local, situado en la rúa das Hortas, a escasos dos minutos de la Catedral compostelana. «Sorprende, tras una entrada muy discreta», ensalza, grabando, ya dentro, una «mesa alargada, de estética curiosa, diferente», y la amplia «cocina vista», que permite ver cómo trabajan los cocineros del restaurante estrella Michelin.

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Ya sentado a la mesa, y tras conocer que el local no se come con carta, sino con un menú degustación, llamado Rosalía, que incluye una «secuencia sorpresa de ocho pases» (aunque el comensal en esta ocasión tomó más), Cenando con Pablo degustó primero una torre de aperitivos de tres elaboraciones distintas, que incluían desde un crujiente con crema de almendras a una almeja con un relleno de verduras en escabeche. Unos aperitivos que, aunque le parecieron «correctos» al prescriptor, no le impresionaron cómo los platos de salado, que degustó a continuación.

Entremedias, probó pan gallego —«¡Ojo al brioche!»— con aceite de la provincia de Ourense, algo que llamó también su atención.

Entrados en los platos principales, se sucedieron los elogios, arrancando con un menestrone de primavera, del que Pablo Cabezali aseguró que era un plato que le recordaba «a la ensalada de Martín Berasategui», destacando tanto su «gelatina hecha con algas» como su «pureza o frescura». «Todo parece recién recolectado; es excelente», subrayó.

A continuación, habiendo pasado hace dos días la noite de San Xoán, llegó el plato «Higo y Sardina», una mezcla de la que reconoció tanto su sabor, «muy rica», como por estar los ingredientes «perfectamente proporcionados» y «conjugar la sardina a la perfección con el resto de elementos del plato». «Llevamos dos platos muy, pero que muy buenos», insistió.

Su recorrido gastronómico continuó con un plato de cinclo gambas blancas de Huelva con avellana y champiñones Portobello, que valoró como «espectacular, con mucho sabor». «Es un plato que saboreas que, cuanto más saboreas, más te va cautivando», añadió, defendiendo que es una elaboración que «me sabe a Dabid Muñoz». Reconociéndose como no muy expresivo, no dudó en asegurar: «Olé, olé, el inventor del menú degustación; qué bueno, llevamos tres platos sublimes».

Tras probar un choquito de la ría, del que volvió a alabar la combinación, razonando como en Casa Marcelona «los platos fusión son sencillos, con pocos elementos», degustó el «Chou-chou», que sería como un suflé de repollo, una elaboración de la que estimó que era más para «admirar el trabajo que hacen ellos, la creación, la técnica, que para decir qué plato más rico estoy comiendo».

Sin tiempo de espera, llegó un salmonete con celofán de lechuga de mar. «Es una mezcla que mola mucho; son platos que te van engatusando conforme los pruebas; pídeme evaluar estos platos al primer bocado, al tercero y al quinto y te aseguro que la nota va increscendo», valoraba, ahondando también en el propio ambiente del restaurante compostelano.

«Es un restaurante con Estrella Michelin, pero nada michelinesco. El servicio es bueno, pero no notas ese protocolo al que uno está acostumbrado», recalcaba, mientras ya se preparaba para tomar un Pithivier de Pichón, del que, de nuevo, valoró la calidad la textura del pichón y lo «sensacional» del foie. «Está diferente; está curioso», le comentaba Pablo Cabezali al propio Marcelo, quien le detallaba a su vez que todo se hacía en casa, «hasta el hojaldre».

La conexión entre ambos se veía en pantalla. «Marcelo me transmite muy buena vibración porque se le ve una persona apasionada; se le ve feliz en el servicio, supervisando, dando pautas al equipo, también preparando los platos. Está implicado. Cuando ves a alguien con buena energía, risueño, mola. Al final es un contagio emocional… Hay muy buena armonía entre el personal», analizaba el influencer gastronómico.

Lo que menos le gustó de su experiencia gastronómica fueron los postres que incluían tanto una ensalada de postre —«Yo a estos platos les llamos el 50% porque hay quien les adora y quien no», le reconocía Marcelo Tejedor—, como el milhojas de la casa o una Alaska de violeta. «No me parece un plato a la altura de un restaurante Estrella Michelin», apuntaba Cenando con Pablo. «Sinceramente, se nota que en el restaurante tienen talento, creo que pueden hacer una cosa más elaborada», añadía sobre unos postres, «mejorables», con los que terminó la degustación.

Tras resumir su experiencia, el influencer, que destacó que «el nudo del libro, muy bien» y que con esos platos centrales, «y sin ser muchos pases, te quedas bien», incidió de todas formas en que «no todo es lo que comes». «El restaurante tiene un rollo espectacular, con un personal muy cercano. Parece que trabajan en natación sincronizada. Reina la felicidad y harmonía en el ambiente… Yo algún día volveré», confirmó con satisfacción.