¿Por qué Santiago no se suma a la tendencia de los parques infantiles cubiertos? «Entre los padres es un debate 'vox populi'»

VIVIR SANTIAGO

Tres expertos en la construcción de parques infantiles reflexionan sobre una pregunta que muchas familias se plantean en Compostela cada vez que regresan las lluvias. Aclaran que País Vasco lidera en áreas de juego a prueba de precipitaciones. En Galicia alaban soluciones como la adaptada en Boiro
13 sep 2025 . Actualizado a las 21:21 h.En este arranque de septiembre en el que las lluvias cobran protagonismo, resurge de nuevo un debate siempre latente entre muchos padres de Santiago, el de por qué la ciudad no se suma a la tendencia cada vez mayor de parques infantiles cubiertos. Una moda que, en el caso de Galicia, inició hace diez años el concello de Culleredo y a la que, en la última década, se han incorporado ayuntamientos como Poio, Lugo, Oleiros, Boqueixón —en el Centro Rural Agrupado de Sergude—, Frades —en la parroquia de Abellá—, Noia o Boiro, este con una construcción cerrada en un parque de considerable tamaño a la que muchos expertos sitúan como ejemplo. Esta semana se ha anunciado que en Ferrol el gobierno local prevé que para Navidad ya esté en servicio el primer parque cubierto de la ciudad, situado en la Praza do Inferniño. ¿Y Santiago?
Pese a que ya hace años se habló de la construcción de un espacio cubierto de usos múltiples en la zona sur de la ciudad, lo cierto es que, por el momento, la capital gallega carece de este tipo de infraestructura.

«Yo vivo en Santiago y sé que la falta de un parque infantil cubierto es un debate vox populi. Muchos padres se quejan de que con lluvia, y más allá de poder refugiarse en Área Central, en el centro comercial As Cancelas o en un parque de bolas, no saben dónde meter a los niños», reflexiona el responsable en Galicia de una de las firmas líderes a nivel mundial en la construcción de parques y promotora de algunos de los más celebrados en Compostela. «Es indudable que los parque cubiertos son una tendencia europea, tanto en los países del norte como del sur. En nuestro país es País Vasco la comunidad que destaca en ese ámbito. En Barakaldo ya se superan incluso la decena de parques cubiertos. Allí han apostado por ello y logran tener a niños en los parques todo el año», resalta, sin obviar los hándicaps que la nueva tendencia también conlleva.
«Es innegable que la elevada inversión es su mayor freno en el caso de algunos concellos. No es descabellado pensar que una cubierta roce los casi 300.000 euros. Elegir una idónea ubicación es otro de los retos. Lo que siempre se busca, y muchos padres demandan, es que el parque cubierto se sitúe en un lugar céntrico. Su cubierta, al estar a la vista, debería ser además atractiva. En el caso de Compostela debería incluir una estructura rígida para poder ser competente ante la elevada cantidad de lluvia y también de viento. En Santiago sabemos que pocas veces llueve recto. Las precipitaciones vienen por todos lados. Por ello sería preferible que la cubierta incluyese también a todo el parque, que no solo se reduzca a alguna parte, algo por lo que apuestan algunos concellos… Un parque que creo muy valorado, y usado, es el de la Praza de Galicia de Boiro. Allí una cubierta tipo pérgola de 700 metros cuadrados, formada por pórticos de madera laminada y bases de policarbonato celular, sirve de abrigo a la zona de juego y permite el control del calor y de la radiación solar en el interior del espacio cubierto», explica, apoyando, pese a las dificultades, la necesidad de que la capital gallega cuente con un parque a prueba de lluvia. «Es importante poder continuar con el uso de los parques al aire libre durante todo el año. Creo que en el caso de Santiago está justificado; algo hay que hacer», razona el experto.

Pablo Buyo Souto, Editor de Produto en Galopín, firma gallega con más de 25 años en la construcción de parques infantiles y que en Santiago instaló numerosas áreas de juego, como la ya veterana de la Colexiata de Sar, la de Plaza León —en el Restollal—, la do Cruceiro de Sar o la del Castiñeiriño, confirma también el auge de los parques cubiertos y valora posibles soluciones para el caso de Compostela.
«La instalación de cubiertas en zonas de juego, ya sea en áreas ya existentes o desde el diseño inicial de nuevos espacios, se está consolidando como una tendencia en crecimiento en toda España. Esta evolución responde principalmente a dos factores. En primer lugar, la alta exposición solar en comunidades como Andalucía o en Levante, donde las temperaturas extremas y la fuerte radiación solar durante ciertas horas del día desaconsejan el uso de estos espacios, especialmente si carecen de sombra natural o incorporan elementos que se sobrecalientan fácilmente, como los toboganes de acero inoxidable. En segundo lugar, en ciudades como Santiago, el principal condicionante es el elevado nivel de precipitaciones, que dificulta el uso continuado de los parques durante buena parte del año. En ambos casos, existen soluciones técnicas que permiten proteger tanto de la radiación solar como de la lluvia, aunque estas varían considerablemente tanto en sus características como en la inversión necesaria», continúa.
«Actualmente, se identifican dos tipologías principales de cubiertas. Por un lado, las cubiertas textiles convencionales, que suelen representar una opción más económica, aunque al bloquear completamente la luz solar pueden generar espacios sombríos y poco acogedores en el interior del parque, lo que, desde nuestro punto de vista, las hace menos adecuadas para entornos infantiles. Por otro lado, existen soluciones más avanzadas como las cubiertas traslúcidas con protección UV, realizadas en policarbonato o en materiales de última generación como el ETFE, un polímero de alta tecnología que ofrece una transparencia casi total, permitiendo una mayor entrada de luz natural sin sacrificar la protección frente a los elementos climáticos. En comunidades como el País Vasco, se ha observado una apuesta decidida por la instalación de cubiertas de alta calidad, tanto en nuevas áreas como en espacios ya existentes. Estas intervenciones suelen implicar una inversión considerable, debido a las dimensiones de las estructuras y a los materiales empleados. Otras comunidades, como Andalucía, tienden a optar por soluciones más asequibles, como las velas textiles, que ofrecen protección solar puntual y funcional. En el caso de una ciudad como Santiago, con un clima húmedo y cambiante, podría considerarse razonable adoptar una estrategia mixta. Esta consistiría en cubrir selectivamente ciertas áreas de juego, especialmente aquellas ubicadas en entornos urbanos donde el impacto visual de las cubiertas sea menor, facilitando así su uso durante todo el año. Por el contrario, podrían mantenerse sin cubrir aquellos espacios más naturales o menos urbanizados, que disponen de sombra vegetal y permiten un contacto más directo con la naturaleza y la luz solar, especialmente beneficiosa en etapas tempranas del desarrollo infantil. Otra opción interesante sería la cobertura parcial de un mismo espacio de juego, priorizando las zonas destinadas a los niños de menor edad —más sensibles a las condiciones meteorológicas— y las áreas de descanso, dejando al aire libre aquellas áreas dirigidas a niños mayores, que pueden tolerar mejor tanto la exposición solar como las inclemencias del tiempo», reflexiona Pablo Buyo, sin negar tampoco el hándicap económico.
«Uno de los principales obstáculos a la hora de instalar cubiertas en parques infantiles es la inversión que requieren. Dependiendo de la superficie a cubrir, del diseño estructural y de los materiales seleccionados, el coste puede representar una parte significativa del presupuesto total destinado a una nueva área de juegos. En muchos casos, esta partida puede condicionar la inversión en otros elementos fundamentales, como los propios juegos o el equipamiento complementario. Además, cuando se opta por cubiertas no traslúcidas —es decir, aquellas que no permiten el paso de la luz natural— pueden generarse zonas interiores con escasa iluminación, lo que favorece la aparición de verdín y ambientes poco atractivos. A ello se suma, y entre otros aspectos a tener en cuenta, que, al impedir el lavado natural que proporciona la lluvia sobre los elementos del parque, será necesario reforzar las labores de limpieza y mantenimiento, ya que la acumulación de suciedad será notablemente mayor que en parques al aire libre», sostiene el experto.

Luz Fernández, dueño de Ouri Entretenimientos, compañía gallega responsable de la instalación de diversos parques infantiles en la comunidad y de tres de los más céntricos de Compostela, como son el de la Praza Roxa, Praza de Galicia y Praza de Vigo, no niega tampoco los obstáculos a solventar. «En Santiago llueve por todos lados; por ello la cubierta sería preferible que incluyese a todo el parque. Aún así, fácil no es. Si pensásemos por ejemplo en esos tres parques céntricos, al hándicap de la inversión económica y de la climatología se suma por ejemplo que en esos casos los parques se sitúan sobre unos párkings subterráneos. Hacer la cubierta implicaría mucha obra y podría dañarse la estructura…», razona, reconociendo aún así el crecimiento en la demanda de esas soluciones cubiertas.
«Nuestra firma acometió varios parque cerrados, por ejemplo, uno en Pontedeume o el de A Capela, en la parroquia de Carreira, en Ribeira. En este concello ya hay dos cubiertos. Aún así, y más allá de en primavera o en verano, es con lluvia leve cuando creo que más acuden allí los padres. Con precipitaciones fuertes muchos optan por no salir», reflexiona. «Pese a ello es indudable que estas soluciones permiten perpetuar durante todo el año el juego», apunta.