Harvey Weinstein y el movimiento Me Too llegan a la selectividad gallega

Tamara Montero
Tamara Montero SANTIAGO

SELECTIVIDAD

Paco Rodríguez / Óscar Vázquez

La primera jornada, dedicada a las materias comunes, se desarrolló «sin incidencias»

13 jun 2018 . Actualizado a las 07:41 h.

Los conductos auditivos tienen que estar a la vista en todo momento. Algunos con el pelo largo optaron por recogérselo. Además, se harán controles aleatorios en las calculadoras y los diccionarios. Se lo explicaron ayer a los estudiantes que, sentados en un aula de la Facultad de Medicina de Santiago, aguardaban a que les pasasen el primer examen de la prueba de acceso a la universidad. «Sin incidencias», según confirma la CIUG, se ha desarrollado la primera jornada de selectividad, con casi 11.500 participantes. A falta de la jornada de hoy y de mañana, con asignaturas propias de modalidad y optativas, así han sido los exámenes de las materias comunes. 

Lengua española

El feminismo entra en el temario. Diez en punto. Salen de las cajas los exámenes de Lengua Española. En la opción A, Andrés Trapiello habla del escándalo de los abusos reiterados de Harvey Weinstein y de cómo las denuncias de las actrices pueden servir para que otras que están ahora pasando por el mismo infierno den el paso y lo cuenten. La otra opción, un texto de Ana Merino, era una crítica sobre los que convierten la reconstrucción de zonas devastadas por los desastres naturales en un suculento negocio. Las preguntas de literatura pusieron sobre la mesa Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez; La fundación, de Buero Vallejo; la novela de la generación del 98, con Baroja, Unamuno y Azorín, y la poesía de la posguerra de Miguel Hernández, Blas de Otero y Gil de Biedma. 

Historia de españa

Restauración borbónica y Segunda República. Tras un descanso de media hora, a las doce en punto empezó la prueba de Historia de España. En la opción A, un artículo sobre el caciquismo publicado en El Imparcial en 1883, un texto de Benito Pérez Galdós sobre el fraude electoral y otro del historiador Miguel Artola sobre el turnismo permitían componer un comentario sobre la Restauración borbónica. En la opción B, el manifiesto de Alfonso XIII publicado el 14 de abril de 1931, el resultado de las elecciones del 28 de junio y el título preliminar de la Constitución Española aprobada el 9 de diciembre de 1931 apuntaban directamente a la Segunda República. 

Lingua galega

Estereotipos lingüísticos y poesía de vanguardia. La traducción de Alicia Meléndez Sousa de The House on Mango Street de Sandra Cisneros y un texto de Henrique Alvarellos sobre la central térmica de As Pontes fueron las opciones para el comentario de texto de Lingua Galega, un examen que comenzó a las 15.30 horas. Los temas de sociolingüística escogidos fueron los estereotipos y prejuicios lingüísticos y la lengua gallega a finales del siglo XX y comienzos del XXI. Los estudiantes tuvieron que escoger entre la poesía de las vanguardias y el teatro de finales del siglo XX y comienzos del XXI para completar la parte correspondiente a literatura. 

Lengua extranjera

El examen de inglés, complicado. Algunos estudiantes comentaron tras terminar la primera jornada de exámenes que el de inglés les había resultado el más complicado de todos. Un texto sobre las ciudades más amigables del Reino Unido y otro sobre cómo ha cambiado el modo de hacer filantropía y los temas en los que se centran fundaciones benéficas como la Rockefeller fueron las dos opciones sobre las que se construyó el examen, aunque lo que resultó más complicado a los alumnos, según comentaron tras las pruebas, fueron ciertas preguntas de la parte de audición. Por ejemplo, nadie entendió por qué Italia tiene más ascensores que China y Estados Unidos. 

La Xunta crea un simulador de la nota de admisión a la universidad

La Consellería de Educación publicó ayer en su página web un simulador que permite calcular a los estudiantes que ayer comenzaron la prueba de acceso a la universidad la nota de admisión que pueden obtener.

Se trata de una hoja de cálculo en la que los alumnos interesados deben introducir las calificaciones que obtengan en cada uno de los exámenes de selectividad, así como la nota media que han obtenido en el bachillerato, y podrán obtener su nota de admisión a la universidad. Por ejemplo, si a un alumno con una nota de 8,048 le ponderan Historia da Arte e Historia da Filosofía, obtendrá una nota de acceso de 11,388 para Filosofía y Filoloxía Clásica y en cambio un 10,498 para Belas Artes

No se debe confundir la nota de admisión con la de corte. La nota de admisión es la que obtiene un estudiante tras realizar la prueba de acceso a la universidad, mientras que la nota de corte es la nota que obtuvo el último alumno que se matriculó en una determinada titulación el curso pasado.

Un alumno testigo para avalar la limpieza de las pruebas

Manu Otero/ Lucía Rey

Hacer un examen de selectividad es como una montaña rusa de emociones. Solo darle la vuelta puede ser un estallido de alegría o una profunda depresión. Insomnio, ansiedad o bloqueo son sensaciones que experimentaron todos los que pasaron alguna vez por ese trance. «Andan histéricos de la leche». Lo dice Lisi, camarera de la cafetería de la Facultad de Biología de la Universidad de Vigo y experta en lidiar, dos veces al año, con adolescentes al borde de un ataque de nervios.

La escena de cualquier vestíbulo de cualquier facultad de Galicia a las nueve de la mañana de ayer era la misma. Compañeros intercambiando dudas: «Lo llevo fatal, no me acuerdo de nada». «¿Lorca era de la generación del 98 o del 27?». Apurando hasta el último segundo para dar un repaso más. También los había que preferían abstraerse, que se volvían locos buscando cuál era su aula, que no encontraban el DNI o que se autoconvencían de que estaban tranquilos. «Si tienes una nota en mente, sí que hay presión, porque te lo juegas todo a un único examen», resumía el vigués Alberto Álvarez, aspirante a ingeniero industrial. «Con menos de un seis, me llega», comentaba relajado a la salida del último examen de la mañana.

«A mí me costó dormir. Me despertaba cada dos horas pensando que ya era el examen», reconocía Paula Oliveira, del IES Santa Irene, de Vigo. Fue una situación que sufrieron buena parte de los aspirantes que iniciaron ayer la carrera para entrar en la universidad y que desaparecía de un plumazo al recibir el primer examen. Pero no para todos. «Yo estaba tranquila antes de empezar, pero cuando llegó el examen me empecé a acelerar. Además había una chica a mi lado que se ponía a escribir a saco y yo pensando: “¿Pero qué escribe?, yo no tengo tanta información”», decía ya más calmada, después de enfrentarse a un comentario sobre la Segunda República, la viguesa Lía Silva.

Por si el miedo a que sus proyectos de futuro se escapen por unas décimas no fuese suficiente, el fantasma de que una filtración obligue a reiniciar el proceso, como ocurre en Extremadura y pasó en Galicia en 1992, disparaba las pulsaciones solo de pensarlo. «¿Repetir? Si es uno que me sale mal, bien, si no sería una faena», apuntaba Miguel Barreiro, que necesita un 8,3 para estudiar Biología. Sin embargo, la comisión que se encarga de organizar las pruebas se ha esforzado en dejar clara la limpieza del proceso. «Nos han explicado que nadie puede tener acceso a los exámenes e incluso llaman a un alumno para que vea cómo se abre el paquete en los que llegan», relataba Jaime González. 

Más azúcar que tilas en Viveiro

En Viveiro, la cafetería del IES Vilar Ponte se convirtió ayer en el refugio al que acudieron para recargar fuerza y energía muchos de los 250 estudiantes que comenzaron ayer la ABAU (avaliación do bacharelato para o acceso á universidade) en el instituto viveirense. «Outros anos pedían máis tilas, pero este foi todo a base de azucre. Pediron moitos croisants, donuts, palmeiras... Véxoos a todos bastante ben. Xa lles digo: Se pasastes segundo [de bachillerato], agora non ides ter problema», destacó la responsable del negocio hostelero, Marlen, que lleva 23 años sirviendo bocatas y compartiendo cantidad de anécdotas y vivencias con generaciones de bachilleres mariñanos y orteganos que hacen la selectividad en Viveiro. 

Los últimos repasos a apuntes y libros, la respuesta a los wasaps de familiares y amigos transmitiendo ánimos y los nervios fueron de la mano en el inicio de unas pruebas que para la mayoría marcarán el final de una etapa vital, la del instituto, y el comienzo de otra, la de la universidad.

«Confiade no que sabedes», animaba Rosa Paz, profesora de Lengua Castellana de este instituto ribadense a Aleida, que quiere matricularse en Biotecnología, y a Cristina, que se debate entre los estudios superiores de Danza y las Ciencias Políticas. La docente acompañó a 42 alumnos del Gamallo para resolver las últimas dudas, pero sobre todo para brindar apoyo moral a los 42 chavales de su instituto.