El animal más bello del mundo toreaba a Luis Miguel Dominguín

María Cedrón REDACCIÓN

SOCIEDAD

23 ago 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

A Ava Gardner la vida le enseñó a fumar hombres como si fueran tabaco, un vicio en el que se inició con sólo ocho años y al que ya no supo renunciar. El sexo opuesto tardó más tiempo en probarlo (su estricta educación católica le impidió tener relaciones hasta después de su primer matrimonio con Mike Rooney), pero al igual que le sucedió con los cigarros, ése fue un gran vicio al que nunca quiso renunciar. Y es que al animal más bello del mundo le gustaba vivir bien, rápido y pisando el acelerador, como a su tercer marido y el único amor de su vida, Frank Sinatra. Pero en la larga lista de amantes que cosechó esta chica de Carolina del Norte convertida en actriz por casualidad, estuvo Luis Miguel Dominguín, el padre de Miguel Bosé, quien además de su arte frente al toro adquirió fama mundial gracias a su romance con la diva. Se cuenta incluso que tras una de las noches que pasó con ella, el diestro se vistió rápidamente los calzoncillos ante la atónita mirada de la Gardner. «¿A dónde vas?», le preguntó Ava. «A contarlo, que es lo más importante», contestó el torero. El idilio saltó a la luz en 1954, cuando se les fotografió juntos por primera vez. Ava estaba en España rodando La condesa descalza y aunque ya estaba casada con Sinatra (un matrimonio que duró entre 1951 y 1957) no tuvo reparos en dejarse ver con el diestro. Además, Frankie ya tenía experiencia en sacarla de los brazos de maestros del toro. En 1950, cuando Ava estaba en la Costa Brava rodando Pandora y el holandés errante había tenido también un idilio con Mario Cabré, su compañero de reparto. Y cuentan que Sinatra, al enterarse, cogió el primer vuelo a la Península con un anillo de compromiso en el bolsillo. Parece que ella aceptó. Pero el lío con Luis Miguel Dominguín fue fugaz. El torero se casó en ese mismo año en Italia con Lucía Bosé y Ava Gardner, tras terminar el rodaje de su película, fijó su residencia en el barrio madrileño de La Moraleja. Ella nunca dejó de ser noticia y él tuvo una fama fugaz mientras aquel romance de verano se mantuvo coleteando.