Los expertos alertan sobre la difusión de estereotipos de género en las redes sociales mientras piden que la Fiscalía actúe ante canales como el de «Las ratitas pandilleras»
28 feb 2019 . Actualizado a las 17:07 h.Gisele y Claudia se hacen llamar Las ratitas pandilleras y lo petan en YouTube. Tienen 6 y 7 años y su vídeo Las ratitas se maquillan y se van a la disco a bailar, tuvo 16 millones de visualizaciones. El informe anual del Consell de L’Audiovisual de Catalunya se ha fijado por primera vez en el fenómeno de los youtubers infantiles, «que reproducen los estereotipos de género de la televisión ante audiencias masivas», y mostrado «inquietud» por la aparición de canales promocionales de este tipo, con audiencias masivas. La entidad ha llamado a ser más activos para «denunciar la presencia de estereotipos, tanto en la televisión tradicional como en plataformas».
Ante esta situación, Save the Children y el exdefensor del Menor de la Comunidad de Madrid Javier Urra, pidieron el lunes que la Fiscalía de Menores de Barcelona actúe de oficio sobre la cuenta, que tiene 11 millones de suscriptores. «Podemos estar ante dos situaciones: padres irresponsables o padres que tienen otro tipo de intereses», observó ante algunos medios Javier Urra, quien aseguró que probablemente las niñas en el futuro pidan explicaciones a sus padres del porqué de esta exposición pública y de los beneficios que sacaron con todo esto.
Para Eva Espinar, experta en sociología de la Universidad de Valencia, este tipo de vídeos no son más que un reflejo de los roles que aún están muy presentes en la sociedad. «El problema no es Internet en sí mismo, sino que refleja el mantenimiento de los roles de género en general y que las niñas, aún siendo tan pequeñitas, pues están ya metidas en esos patrones de estética y de sexualización de niños muy pequeños. Las redes sociales favorecen esa visibilización, pero no son las culpables, sino de que seguimos manteniendo esos roles de género y nos llama la atención cuando lo vemos en niñas más pequeñas. Es una educación que sigue orientando a las niñas hacia cuestiones de estética, a unos roles tradicionales. Seguimos teniendo esa presión sobre las niñas de que tienen que maquillarse y estar guapas, incluso a esas edades».
Por otra parte, David Ruipérez, autor del libro Mi vida por un like, también aborda el fenómeno de los niños youtubers, que puede ser un lucrativo negocio familiar. El periodista advierte de que el tiempo que estos menores deben dedicar a los vídeos y la fama, en el caso de lograrla, tiene un «impacto muy negativo» en su desarrollo emocional. Al fin y al cabo, tal y como recuerda, es lo más parecido al trabajo infantil. Lo que empieza como un «juego» para el niño, puede suponer un estrés añadido y una presión «insostenible» cuando se ‘profesionaliza’ esta actividad.
«Hay numerosos ejemplos de niños prodigio del cine, la televisión o la música que acaban renegando de ese pasado de éxito que les privó de vivir una infancia normal, o acaban como juguetes rotos sumidos en un fracaso laboral o presos de las adicciones. Los niños con millones de seguidores en las redes sociales puede que no sepan digerir la fama más adelante», rememora en una entrevista a Europa Press. El periodista considera que los niños quieren ser youtubers porque idolatran a otros niños youtubers. Ven a gente más o menos de su edad con la que se identifican, pero cuando esta situación comienza a dar «mucho dinero», alerta a los padres: «se corre el riesgo de que el niño sea el sustento de la familia». En un principio puede parecer genial, pero recuerda que «¿cuándo eso desaparece, qué pasa?». «Cuando un niño con seis o siete años tiene mucha popularidad y en edades más avanzadas ya no, ¿qué pasa?», se pregunta. Profesionalizar esta actividad, para un niño puede suponer «un trauma y problemas para su desarrollo emocional y, por supuesto, también su rendimiento académico», concluye.
Ellas anuncian muñecas, ellos, juegos de habilidad
El Consell de l’Audiovisual de Catalunya (CAC) ha constatado un «aumento notable» de los estereotipos femeninos en los anuncios de juguetes emitidos en televisión, en un estudio que analizó los de la pasada campaña de Navidad, que suponen el 88,8 % del total.
En su informe anual, se analizaron 186 espots de televisión y seis canales de promoción de juguetes en plataformas de distribución de vídeos, protagonizados por niños y con un número elevado de suscriptores (más de 750.000). El presidente del CAC, Roger Loppacher, ha lamentado que, pese a la tendencia a reducir el número global de estereotipos, en el caso de los femeninos «no solo no siguen esta tendencia, sino que incluso aumentan».
Las dos representaciones de estereotipos femeninos con más presencia corresponden a relatos de niñas jugando con niñas y niñas jugando con muñecas, con un aumento sustantivo. En 178 de los 186 anuncios hay menores de edad, en el 48,3 % está protagonizada solo por niñas, el 7,3 % solo por niños y el 44,4 % restante el protagonismo es compartido.
En los anuncios protagonizados solo por niñas, el 84,9 % de los casos aparecen con muñecas, animales y mascotas; más de la mitad sitúan la acción en interiores y usan una tonalidad clara, con colores pastel y rosas, y las palabras más usadas son «mágico», «cantar», «aprender» y «chupete», evocando mundos idílicos y mágicos.
En los protagonizados por niños, la tipología principal es de muñecos y figuras con roles como policías, bomberos o ladrones, así como los anuncios de juegos de habilidad y puntería. Describen, en todos los casos, como tienen que hacer blanco con una pistola láser, mientras que en los protagonizados por niñas usan una varita mágica para atrapar estrellas.
Formalmente, más de la mitad (53,9 %) de los anuncios solo de niños tienen tonalidades oscuras, especialmente azules, y la acción se desarrolla en proporciones iguales en exteriores y en el interior de casas, y las palabras más utilizadas son «disparar», «ladrón», «alien», «comisaría» y «figura». En el 70 % de los anuncios de juegos de mesa en los que aparecen los dos sexos, quien gana es el niño o aparece como responsable del éxito en los juegos de habilidad o puntería en una proporción de cuatro a uno.