Pero no era fácil. «Tenía la capacidad pulmonar muy baja», relata el cirujano. Y así lo constata el anestesista César Bonome, del Hospital San Rafael de A Coruña, donde se realizó la intervención: «La prueba de la función pulmonar era muy justa». El diagnóstico fue un carcinoma escamoso polipoide endobranquial bilateral simétrico. En una primera fase lo que se planteó, y se hizo, fue una cirugía mínimamente invasiva de reconstrucción bronquio-vascular (sleeve) que permitió salvar el lóbulo medio. «Hacer una lobectomía es fácil —señala González Rivas—, no tiene ningún problema, lo complejo es reconstruir el lóbulo medio, que desconecté del inferior y lo empalmé al bronquio intermediario. Estaba tranquilo porque soy el que mayor experiencia tiene en el mundo en este tipo de cirugías. En Shanghái hacía unos 80 casos al año, cuando lo normal es que en España un cirujano haga uno al año».
El paciente se fue para casa sin un tumor y respirando mejor que cuando había entrado a quirófano. Pero quedaba el reto más difícil: acometer una segunda intervención 20 días después, porque existía el riesgo de que el tumor del pulmón izquierdo creciese e invadiera otros órganos mediante metástasis.