Francisco Aramburu, jefe de urgencias del CHUO: «Los casos de sumisión química están relacionados con el alcohol y otras sustancias, pero no con los pinchazos»

SOCIEDAD

Francisco Aramburu, jefe de Urgencias del CHUO, en una foto de archivo
Francisco Aramburu, jefe de Urgencias del CHUO, en una foto de archivo Agostiño Iglesias

La psicosis de los pinchazos y la falsa sumisión química corre por Galicia

05 ago 2022 . Actualizado a las 15:56 h.

Francisco Aramburu es el jefe del servicio de urgencias del CHUO e impulsor del primer protocolo de sumisión química en Galicia. Su plan de acción no se limita a la atención sanitaria, sino que se extiende a las autoridades y las instituciones públicas pertinentes. El de Ourense fue el primer centro hospitalario gallego que detectó estas conductas y dio la voz de alarma, ya el pasado año. Desde el equipo de urgencias inciden en la importancia de denunciar, porque sin una denuncia no pueden realizarse los análisis.

A causa de la nueva oleada de pinchazos o needle spiking, que ya ha llegado a las fiestas de Galicia, decenas de mujeres han declarado notar una punción en festivales, conciertos y discotecas. Pero antes de señalar estas inyecciones como un método de sumisión química hay que tener en cuenta que no se han detectado sustancias en las víctimas, ni tampoco hay evidencias de abusos asociados. 

Generalmente, en los casos de sumisión química con posterior agresión el perfil del agresor es un hombre, mayoritariamente conocido de la víctima, que se aprovecha de que ésta consuma sustancias psicoactivas de forma voluntaria. Poniendo el foco en el fenómeno de los pinchazos se genera una situación de alarma que desvía la atención de casos que son mucho más factibles.

—¿Cuándo decidieron que era necesario un protocolo contra la sumisión química?

—El pasado mes de noviembre, en la zona de copas de Ourense empezaron a verse casos y Atención a la Familia y Mujer de la Policía Nacional nos pidió ayuda para detectarlos y coordinarnos. A partir de ahí, desde el servicio de urgencias creamos junto con el Instituto de Medicina Legal, los servicios de trabajo social, la Unidad de Familia de la Policía Nacional, la Guardia Civil y con la Audiencia Provincial un protocolo para poner en marcha una serie de condiciones.

—¿En qué consiste este protocolo?

—Si la víctima no denuncia, no podemos hacer análisis de sangre ni podemos demostrar nada. Desde el momento que sospechamos que hay una sumisión química, damos un parte de lesiones al juzgado. A continuación realizamos una exploración física y un interrogatorio. Si algo nos alerta de que hubo una agresión sexual, se envía a la víctima a ginecología si es mujer, o al lugar correspondiente si es un hombre. Si efectivamente hubo agresión, pasamos a activar el protocolo de agresión sexual; si no, seguimos con el establecido para la sumisión química y avisamos a la policía para denunciar y realizar el análisis clínico. A partir de ahí, atendemos a la víctima y vemos si se le puede dar el alta o no, con el apoyo y el acompañamiento de trabajo social.

—¿Qué métodos de sumisión química se han detectado hasta el momento en Galicia?

—Hasta ahora no nos ha llegado nada de los pinchazos de los que se está hablando. Los casos de sumisión química están más bien relacionados con la ingesta de alcohol y otras sustancias. No tenemos información de pruebas en sangre, pero lo que queda claro es que el método más común es el alcohol junto con otra droga: nada de pinchazos.