Galicia aún se recupera de las consecuencias del temporal de este jueves, cuando la Aemet ya alerta de vientos fuertes, lluvias e intenso oleaje el sábado debido a la entrada de un nuevo frente
03 nov 2023 . Actualizado a las 13:34 h.Galicia aún está recuperándose de la borrasca Ciarán, que dejó ráfagas de más de 160 kilómetros por hora y 1.200 incidencias, cuando la Aemet ya ha activado una nueva alarma. Con buena parte de la costa gallega aún en alerta naranja este viernes, la Agencia Española de Meteorología advierte de vientos fuertes, lluvias e intenso oleaje el sábado. Un nuevo temporal que, debido a su intensidad, también tiene nombre propio: borrasca Domingos.
Que un temporal azote Galicia es algo habitual en esta época del año -cabe recordar que la temporada de borrascas, fijada por las agencias de meteorología europeas, se inicia el 1 de octubre-, sin embargo, no es tan usual que estos fenómenos reciban nombre. ¿Por qué se nombran algunas borrascas y otras no? ¿Quién elige el nombre a una borrasca? ¿Cuándo llevan nombre de hombre y cuándo de mujer? Aprovechamos la relativa calma entre tormentas, entre Ciarán y Domingos, para explicar cómo se pone nombre a una borrasca.
Si bien la memoria colectiva de los gallegos recuerdan fenómenos con nombres propios como el Hortensia (1984) o Klaus, que introdujo el concepto ciclogénesis explosiva en nuestra cultura meteorológica hace casi quince años, las borrascas no se empezaron a nombrar de forma coordinada hasta el 2018.
En el Atlántico existía ya una período de huracanes que comienza el 1 de mayo y termina el 30 noviembre. Y es que las temporadas de fenómenos meteorológicos son habituales en las regiones tropicales. Sin embargo, fue en el 2017 cuando comenzó la práctica de poner nombre a las borrascas. Al año siguiente, un acuerdo entre las agencias meteorológicas de España, Portugal y Francia dio lugar al nacimiento de la temporada de borrascas.
Llegados a este punto, muchos se preguntarán por qué Hortensia o Klaus tuvieron nombre propio si se produjeron antes de este acuerdo. En Europa, había ya un precedente en esto de humanizar fenómenos meteorológicos. En concreto, cualquier persona podía nombrar una borrasca a golpe de talonario y a través Universidad Libre de Berlín (ULB). Pero esa ya es otra historia.
En la actualidad, el acuerdo al que llegó la región de Europa en la que se localiza Galicia (conocida como Grupo Soroeste) para nombrar las borrascas aglutina a los servicios meteorológicos de España, Francia, Portugal, Bélgica y Luxemburgo, tal como recoge la Aemet. El objetivo de poner en marcha este sistema no fue otro que facilitar el intercambio de información entre los medios de comunicación, el público en general o las instituciones. Además, era necesario establecer unos parámetros para decidir qué temporales se nombraban y cuáles no, ya que la Universidad de Berlín nombraba a todas las borrascas.
¿Cuándo se pone nombre a una borrasca?
Según el acuerdo alcanzado por los servicios meteorológicos europeos, solo se nombran las borrascas de gran impacto. La Aemet lo define como «un tipo de ciclón -término genérico donde se incluyen los huracanes, tifones, bajas polares...- que transcurre por latitudes medias, entre 30 y 60º de latitud» que «pueda producir un gran impacto en bienes y personas», sin ser necesario que alcance la categoría de ciclogénesis explosiva.
En Europa, el principal parámetro para que un temporal salga del anonimato es el viento. Si las rachas obligan a activar una alerta de color naranja o superior, la borrasca tendrá nombre. En el caso de España, se trata de ráfagas máximas superiores a 90, 100 y 110 kilómetros por hora dependiendo de las zonas. Sin embargo, este criterio se podrá relajar si se dan vientos de a 70, 80 y 90 kilómetros por hora cuando se den a la vez avisos de nivel naranja o rojo por precipitaciones. También entra en juego la bajada de la presión atmosférica, en caso de que se produzca una caída igual o superior a 18-20 hPa en 24 horas.
En el caso de Ciarán, las rachas de viento alcanzaron los 165 kilómetros por hora y las previsiones para Domingos marcan ráfagas de entre 70 y 80 kilómetros por hora en el noroeste peninsular y de más de 100 kilómetros por hora en zonas costeras y de montaña.
¿Quién elige el nombre de una borrasca?
Los servicios meteorológicos del conocido como Grupo Suroeste, formado por España, Francia, Portugal, Bélgica y Luxemburgo, son los encargados de poner nombre a las borrascas declaradas de gran impacto en esta zona geográfica. En concreto, la primera agencia que prevea emitir avisos de nivel naranja o rojo dará nombre a la borrasca. Todo ello, en coordinación con el resto de grupos en los que se divide el mapa meteorológico europeo.
¿Cómo se elige el nombre de una borrasca?
La agencia meteorológica que dé nombre al temporal lo hará siguiendo una lista preestablecida por los países que forman el Grupo Suroeste. Cada borrasca comienza por una letra del abecedario -quedando excluidas «ñ», «q», «u», «x», «y» y «z»- y el listado sigue un orden alfabético. Además, se alternan los nombres de hombre y de mujer. Así, entre los fenómenos atmosféricos fijados para la temporada 2023-24 se encuentran Aline, Bernard, Domingos, Geraldine o Nelson.
Pese a que el nombre establecido por el Grupo Suroeste para la tercera borrasca de la temporada fue Celine, el hecho de que la primera agencia europea en activar la alerta fuese la británica, hizo que se tomase el nombre fijada por el Grupo Oeste, que engloba a Reino Unido, Irlanda y Países Bajos. «Cuando se produzca el nombramiento de una borrasca de gran impacto por el grupo Oeste, Suroeste, Norte, Central, Mediterráneo Central o Mediterráneo oriental, el nombre se difundirá inmediatamente al resto de grupos, que como norma general lo asumirán», explica la página de la Aemet.
¿Por qué las borrascas llevan nombre de persona?
La razón para humanizar fenómenos meteorológicos es, en realidad, puramente humana. Cuando en el 2017 se comenzaron a bautizar borrascas en el Grupo Suroeste, el grupo Oeste ya llevaba dos temporadas ensayando este sistema. En Reino Unido e Irlanda se llegaron a realizar encuestas que «demostraron que la población estaba más atenta a los avisos previstos de fenómenos meteorológicos adversos y a las recomendaciones de seguridad cuando la amenaza estaba claramente identificada y asociada al nombre de la borrasca». Por eso, el pasado jueves los gallegos miraron al cielo antes de salir a encontrarse con Ciarán. Y, por eso, el sábado miraremos por la ventana antes de enfrentarnos a la borrasca Domingos.