Carlos Navarro, «El Yoyas», de primer expulsado disciplinario de «Gran Hermano» al más buscado por la justicia

P. V.

SOCIEDAD

Carlos Navarro «El Yoyas» en el momento en el que «Gran Hermano» le comunica su expulsión disciplinaria
Carlos Navarro «El Yoyas» en el momento en el que «Gran Hermano» le comunica su expulsión disciplinaria MEDIASET | EUROPA PRESS

Violento, amenazante, macarra... Así fueron las polémicas del catalán desde que se dio a conocer en el 2001 hasta que fue detenido, tras 19 meses en busca y captura, para cumplir su condena

26 jun 2024 . Actualizado a las 20:30 h.

El mote que le pusieron a Carlos Navarro en los 18 días que duró en la casa de Gran Hermano ya podía hacer presagiar mucho sobre el personaje. «Le voy a pegar dos yoyas que le van a temblar las orejas», dijo durante uno de sus habituales brotes de furia contra uno de sus compañeros. Y, desde ahí, pasó a convertirse en El Yoyas para toda España, que en ese momento le reía las gracias a pesar de su censurable comportamiento.

Una red flag con patas, que diríamos ahora, que exhibió una ristra de conductas negativas que acabaron derivando en la primera expulsión disciplinaria de la historia del reality español. Y, con el tiempo, en uno de los fugitivos más buscados tras una orden de busca y captura contra él por violencia machista. 19 meses ha pasado como prófugo de la justicia hasta su detención este miércoles en una casa en la comarca barcelonesa de L'Anoia.

A lo largo de los años que le duró la fama, Carlos Navarro El Yoyas demostró una y otra vez comportamientos agresivos con compañeros de concurso, colaboradores de televisión y también con la que fue su pareja y madre de sus hijos, y la gran víctima del catalán: Fayna Bethencourt.

Arrebatos en Guadalix

Los estallidos de violencia y de macarrismo del barcelonés Carlos Navarro se vieron ya desde muy pronto, y algunos de los primeros estuvieron dirigidos contra su compañero de Gran Hermano Ángel Tous, hermano gemelo del actor Alejandro Tous. Ataques de furia rayanos en la amenaza.

«Conmigo no se columpia nadie sin que le dé dos galletas», le decía Navarro a Fayna, mientras daba vueltas nerviosas por la pequeña habitación. El joven seguía despotricando mientras su novia intentaba calmarlo sin éxito. «A ver si en la calle cuando salgamos me habla como me ha hablado esta tarde el imbécil, que le voy a pegar dos yoyas que le van a temblar las orejas», añadió.

La frase lo bautizó inmediatamente como El Yoyas, y la audiencia acogió sus arrebatos con humor. Sus salidas de tono violentas, normalmente acompañadas de juegos de palabras tristemente ingeniosos, entusiasmaron a buena parte de los espectadores, que repetían sus frases casi como refranes populares. Como si se tratase casi de un personaje caricaturesco de ficción. Pero era muy real. Y así era como la España de principios del nuevo milenio creaba un monstruo.

«Te pego de cachondeo»

Su idealización por parte del público de Gran Hermano venía, en buena medida, por su «historia de amor» con Fayna Bethencourt. Para muchos, el catalán era un incomprendido. Un joven de la calle al que sus ataques de violencia se justificaban de algún modo.

Pero la bonita relación entre Carlos y Fayna no era real. El demonio está en los pequeños detalles, se suele decir. Y en este caso ni siquiera eran pequeños. En muchas ocasiones, las interacciones de Navarro con su novia rozaban, y superaban, los límites. Eran juegos, según él. Pero, por alguna razón, era Fayna la que salía siempre mal parada.

En el primero de esos juegos, Carlos lanzó contra la cama a Fayna, que acabó con la espalda enrojecida. Y en el segundo, le dio un tirón de pelos por el que ella se quejó. «Te pego de cachondeo», se justificó él. Pero la reacción de ella no podía ser más clara: «Si casi me partes la oreja», le aclaró ella.

Las críticas desde fuera del programa no tardaron en llegar. Y eso que era aún una España no tan concienciada con la violencia machista. Prácticamente todos los partidos políticos y muchas entidades sociales se unieron en una misma crítica hacia la pasividad de Telecinco, a la que le pidieron que tomara cartas en el asunto. La cadena primero lo llamó al orden. Poco después, le comunicó su expulsión, ante su propia incredulidad.

La reacción de la propia Fayna al conocer que su pareja en el concurso se había convertido en la primera expulsión disciplinaria de la historia de Gran Hermano era también de perplejidad. Negaba categóricamente los malos tratos ante la audiencia y sus compañeros, asegurando que lo tenía controlado y que jamás permitiría tal cosa.

Más popular que nunca, e igual de agresivo

La expulsión disciplinaria por parte de Gran Hermano, y la intermediación de partidos políticos y asociaciones, acabó convirtiendo a Carlos Navarro en casi un mártir de su propia causa.

El Yoyas recorrió todos los programas de la cadena de Fuencarral, como Crónicas Marcianas, y también de muchos otros canales, cada vez más crecido por su popularidad. Sintiéndose casi impune, en ellos no dejó de demostrar una y otra vez que, a pesar del correctivo que le había dado el programa, nada en él había cambiado. 

La participación del catalán era casi siempre garantía de polémicas, de gritos, de insultos, de amenazas, con frases ingeniosas que salpicaban cada una de sus intervenciones. El Yoyas tenía para todos.

Algunas de las más sonadas fueron un par de años después de su participación en Gran Hermano, cuando Fayna, con la que continuó su relación fuera de la casa, participó en el programa La isla de los famosos. Durante uno de los debates, otra de las concursantes del reality de supervivencia, Silvia Fominaya, lanzó unas duras acusaciones sobre el pasado del Yoyas. La tensión en el plató se fue caldeando y el catalán se abalanzó sobre ella con agresividad. Por suerte, la intervención de los allí presentes, que aplacaron al catalán, hizo que lo único que tuviese que lamentar la modelo y actriz fue que le lanzase un vaso de agua.

Pero sus agresiones no cesaban, tanto verbales como físicas. En un programa de la televisión catalana La vida és una prova llegó a golpear a uno de los presentes en el público con un micrófono, para desesperación de la presentadora.

«El que cae al talego es un primo, no es un hombre»

Uno de sus enfrentamientos verbales más intensos fue en Crónicas Marcianas contra Coto Matamoros, con un rifirrafe en el que cada uno intentaba demostrar cuál era más macarra de los dos. En su bravuconería, El Yoyas decidió atacar al tertuliano a lo personal, con una acusación que, con el tiempo, ha envejecido bastante mal.

«El que cae al talego es un primo, no es un hombre», le espetó a Matamoros, recordándole sus problemas con la justicia, «porque el que es un listo es el que no va al talego», añadió. Es lo que pasa con escupir para arriba, que te acaba cayendo en la cara. Porque Carlos Navarro ha acabado definiéndose a sí mismo en diferido.

Pero Crónicas Marcianas no fue el único espacio televisivo donde se blanqueó la imagen del Yoyas a lo largo de los años. Aupado por su popularidad, participó en La Noria, en Telecinco, y hasta tuvo su propia sección, Apatruyoyando, en el Salvados de Jordi Évole, en LaSexta. Colaboró en Cazamariposas, Qué tiempo tan feliz con María Teresa Campos o en Anda Ya, en Los40. Y también dio mucho que hablar como tertuliano del programa de Canal Català TV Catalunya Opina, que le valdría como trampolín para la política.

Antiindependentista y partidario de la mano dura en la justicia

La carrera del Yoyas no fue solo televisiva. A raíz de su participación como tertuliano en varios programas catalanes, fue adquiriendo un perfil cada vez más político. Y hacia ahí decidió dirigir durante un tiempo su vehemencia. En Catalunya Opina, se enfrentó en directo al columnista Salvador Sostres, al que, en medio de ataques populistas, lo invitaba a realizarle una felación con su habitual retórica chulesca y macarra.

El Yoyas ha sido siempre, además, un antiindependentista convencido, como demostró en muchas de sus intervenciones. Y también se mostró siempre a favor de la mano dura contra los delincuentes —paradójicamente—, y hacia la inmigración en Cataluña. Alguien que fue objeto de su ira reunía todas las grandes fobias de Carlos Navarro. Se trataba de una joven independentista musulmana, a la que, durante uno de los debates, le soltó: «Vienes aquí con tu pañuelito, oliendo a pachuli y dando lecciones de moral», antes de proferir: «¿Por qué no te vas a tu país a pedir que te valoren? ¿Sabes por qué? Porque allí te lapidan», le espetó para horror del moderador.

Coqueteos con la política

Pero su carrera en la política no se quedó solo en las tertulias. En el 2010, colaboró con Ciudadanos, tanto en mítines y actos públicos como en el vídeo de campaña de las autonómicas del 2012. Y en el 2015, esta vez como cabeza de lista de Decide (Derecho, Ciudadanía y Democracia), llegó a conseguir un acta de concejal en el ayuntamiento de Vilanova del Camí.

Ya en las europeas del 2019, demostrando cada vez más claramente sus inclinaciones políticas, pediría el voto para ADÑ Identidad Española, un grupo de ideología falangista, neofascista y contrario a la inmigración.

Condenado por maltrato

El perfil de Carlos Navarro ya hacía presagiar lo peor. Sobradas muestras había dado a lo largo de su vida pública de un carácter violento, excesivo y retrógrado. Fayna, la que había sido intermitententemente su pareja desde su participación en Gran Hermano, y con la que tiene dos hijos en común, así lo corroboraría en el 2017, cuando interpuso contra él la primera denuncia por maltrato.

Los audios enviados por el propio Navarro a su hija de 10 años, publicados por Fayna hace unos meses, no dejan demasiado lugar a la duda de su culpabilidad. En uno de ellos, se autodefine como una «persona que respeta a la mujer que tiene al lado», aunque, matiza, «alguna vez la haya cogido por el puto cuello; antes la cojo por el cuello que follarme a alguna puta y tener un hijo con ella». Una idea que repite en otro de esos mensajes, cuando se refiere a su suegro, al que dice: «Si yo he cogido a tu hija por el cuello un par de veces ha sido porque se lo ha merecido la asquerosa, y poco la he cogido, que es mala como tú, y mentirosa, que sois una calaña mala».

En el 2020, la justicia lo declaró culpable de siete delitos de maltrato, lesiones, amenazas y vejaciones —seis de ellos contra Fayna y sus hijos y otro contra la nueva pareja de su ex—. Se le condenó a 5 años y 8 meses de cárcel, cuatro años sin ver ni comunicarse con sus hijos; la pérdida de la patria potestad durante ese mismo tiempo y la prohibición de acercarse o comunicarse con Fayna durante 6 años y tres meses.

El Yoyas recurrió la sentencia, pero se desestimó el recurso de apelación; la defensa solicitó entonces cambiar la pena de prisión por la realización de trabajos por la comunidad, pero también se desestimó y se le confirmó la pena de prisión obligatoria. El catalán decidió entonces presentar una querella contra Fayna por falso testimonio, aunque no fue admitida a trámite. Y, el 15 de noviembre del 2022 se solicitó su ingreso en prisión en seis días hábiles.

Mientras su abogado pedía su absolución ante el Tribunal Supremo, el plazo para entrar en prisión se había cumplido, y se dio entonces la orden de busca y captura a todas las Fuerzas de Seguridad del Estado el 25 de noviembre del 2022.

Entrevista en los bosques

En uno de los episodios más bochornosos, el tipo, fugado y en busca y captura por todas las fuerzas del orden, todavía tuvo la oportunidad de dar entrevistas a los medios de comunicación para defender su inocencia y exponer su versión de los hechos.

En un encuentro con periodistas en medio de un bosque catalán, el barcelonés aseguraba que le habían impuesto la pena «sin una sola prueba, ni un parte médico ni una denuncia previa» e intentaba victimizarse mostrándose dolido, sobre todo, por no poder ver a sus hijos.

19 meses estuvo como prófugo de la justicia, alternando entre su escondrijo infrahumano en un inhóspito bosque, casas de amigos y conocidos y la masía donde finalmente lo han detenido más de 30 efectivos del Grupo II de Fugitivos de la Policía Nacional y Mossos d'Esquadra.

«Gracias a los que siempre han estado apoyándome en este lucha», escribió Fayna Bethencourt en su cuenta de Instagram. Porque ella y sus dos hijos, por fin, pueden respirar tranquilos.