Cinco planes de viaje: Ferrol, Ourense, Málaga, las Médulas y Oporto

La Voz REDACCIÓN

SOCIEDAD

Varias propuestas de escapadas para disfrutar en uno, dos, tres o cuatro días

29 mar 2025 . Actualizado a las 17:31 h.

Ferrol: modernismo y vistas

Ferrol recibirá hoy a miles de amantes del fútbol ante el siempre emocionante duelo entre el Racing y el Deportivo. Estas son algunas ideas para disfrutar al máximo de un día en la urbe naval.

Para no perderse lo esencial

Arquitectura y Torrente. Una parada cultural obligada es la exposición Gonzalo Torrente Ballester, La Travesía de un Creador, que se muestra en el centro cultural homónimo y rinde homenaje al escritor ferrolano. El barrio de la Magdalena es perfecto para perderse paseando. Famoso por su arquitectura modernista, cuenta con ejemplos como la Casa Antón (1918), con su mirador hexagonal, o la Casa Grandal (1923), de espectacular fachada y galería.

Para comer

Pescado a la brasa y deliciosas galletas de Semana Santa. O Escudo Tierra y Mar es especialista en pescados frescos a la brasa, como lubina, rodaballo y chuletones de vaca frisona. Y si quiere algo más dulce, debe probar las galletas decoradas con imágenes de la Semana Santa de La Hogaza de Oro.

Para caminar

Senda entre castillos. Desde el castillo de San Felipe parte una senda de apenas cuatro kilómetros, apta para toda la familia, que conecta la fortaleza con las ruinas de San Cristovo, con vistas a la preciosa ría de Ferrol y al vecino castillo de La Palma.

Ourense: apuesta segura

MIGUEL VILLAR

Sin moverse demasiado, en el corazón histórico de la ciudad de Ourense es posible disfrutar de sus monumentos, adquirir productos de cercanía en su plaza de abastos y degustar los mejores pinchos en su zona de vinos.

Para visitar

La catedral con audioguía. La catedral de Ourense se ha consolidado en los últimos años como un referente turístico. Se han puesto en marcha visitas guiadas con la opción de contar con una audioguía. Desde hace unos días tiene versión infantil.

Para comprar

El mercado de abastos. A la espera de reabrir su edificio histórico, el recinto provisional de la Alameda ofrece delicias gastronómicas como el Queixo de Amalia.

Para comer

De pinchos. El bullicio se adueña por las noches de las calles de la zona de los vinos, en pleno centro de la ciudad de Ourense. Entre las paradas obligadas está el Fontefría, con su conocido pincho de jamón asado.

Las Médulas: un paisaje único para un viaje histórico y gastronómico

No están hechas por gigantes, aunque lo parezca como dijo Plinio El Viejo, ni el singular color rojizo de la tierra se debe a la sangre derramada por antiguos pobladores. Las Medulas, la catedral a cielo abierto de la vecina comarca de El Bierzo, son el resultado de la minería romana del oro y la erosión mezcladas con las ansias de la naturaleza, sobre todo castaños, robles y pinos, por recuperar su sitio.

Para visitar

Senda de Las Valiñas. Tanto la versión corta, con apenas tres kilómetros de ida y vuelta y que se hace fácilmente en hora y media, como la larga, que incluye el mirador de Perdices y se estira hasta las cuatro, son muy accesibles a pie y en bicicleta. Por 5 o 9 euros (los niños hasta diez años gratis) es la toma de contacto perfecta, tanto con la historia del lugar, a través de las explicaciones de los guías, como con el propio medio físico. Permite hacerse una idea de la inmensidad y organizarse para el resto de la escapada. Lo malo es que hay que reservar (visitlasmedulas.com) y ahora mismo ya no hay plazas hasta el día 10 de abril.

Bateado de oro. En el Aula Arqueológica de Las Médulas y en la Casa del Parque se ofrecen distintos talleres que resultan especialmente atractivos si se viaja con niños. Se pueden sentir como pequeños romanos bateando para obtener oro, anillando aves o incluso moldeando barro para hacer sus propias esculturas.

Para dormir

Ponferrada o Molinaseca. La capital berciana, además de un ambiente urbano, todo tipo de servicios y precios bastante contenidos, ofrece opciones cuatro estrellas como Aroi, Temple, Ciudad de Ponferrada o el AC by Marriott, pero casi cualquier localidad pequeña del entorno es también un apuesta segura. Molinaseca, a apenas media hora del enclave y en pleno Camino de Santiago, está declarada como Conjunto Histórico-Artístico desde 1975 y cuenta con variedad de pequeños hoteles, alojamiento rurales y albergues especialmente bien valorados.

Para comer

Botillo, Mencía y Godello. En plena Denominación de Origen Bierzo, el botillo, embutido obligatorio del cocido, es solo un ejemplo junto a la cecina, el lacón, los pimientos asados o incluso el marrón glacé de las delicias culinarias para disfrutar con Mencía o Godello también de la zona.

Málaga: la ciudad de los más de 40 museos y los 300 días de sol

Álex Zea

Con 300 días de sol al año, Málaga —que es azul y es luz, es tradición y sobre todo es arte— es el destino perfecto para secar los huesos, para desentumecerse tras uno de los inviernos más húmedos de las últimas dos décadas. Hay vuelo directo desde Santiago y A Coruña, y en poco más de hora y media uno puede plantarse en la capital de la Costa del Sol. Cuatro días son suficientes; sobre todo, para quedarse con ganas de volver.

Para contemplar

A propósito de Picasso. Nacido en la plaza de la Merced —su casa natal está abierta al público—, Pablo Ruiz Picasso vivió solo diez años en Málaga, pero Málaga es su infancia y, por tanto, su patria. En el palacio Buenavista, que alberga el Museo Picasso, se pueden ver más de 200 obras del pintor, fondos permanentes a los que se suma múltiple material itinerante que amplía al genio y figura. Completan la oferta artística de la urbe unos 40 museos más, entre los que no puede dejar de visitarse el Centro de Arte Contemporáneo, a orillas de la desembocadura del río Guadalmedina; el Pompidou, entre el puerto y la Alameda; y el Museo Carmen Thyssen, en el palacio de Villalón. A riesgo de sufrir un stendhalazo, se recomienda visitar también la Casa Amarilla, que reúne nombres locales, y el Museo de Málaga.

Para llenar el estómago

A las bodegas. Para llenar y regar, parada obligatoria El Pimpi, en pleno centro histórico. La bodega es toda una institución que en su día fue el establo del Palacio de Buenavista. Boquerones fritos, gambas al pil pil y montaditos. No pasar por allí roza el delito. Más donde comer: la Antigua Casa de Guardia, El Refectorium, la tasca La Tranca, el Tití y Casaamigos, donde suele haber música en directo. Para una copa, el Calle de Bruselas.

Para perderse

El anfiteatro y la catedral. A los pies del cerro de Gibralfaro se levanta un castillo árabe y una alcazaba, hermana pequeña de la Alhambra de Granada. Pasear de noche junto al anfiteatro romano es todo un espectáculo, como también lo es admirar, desde fuera y desde dentro, su titánica Catedral de la Encarnación. Es imperativo perderse en las callejuelas de la Judería para acabar gastando ahorros en las tiendas de la calle Larios y, ya desde ahí, enfilar hacia el Soho y hacer parada en el Mercado de Atarazanas. No se puede abandonar Málaga sin sentarse en su mejor terraza, la del Balneario de los Baños del Carmen, y sin subir a la azotea del Only You.

Oporto: bodegas y arquitectura

Vista del río Duero al atravesar Oporto
Vista del río Duero al atravesar Oporto BRAIS SUÁREZ

Oporto se ha desmelenado. En vez de sucumbir a la carga turística, son cada vez más las posibilidades que ofrece toda su área metropolitana para quienes siempre vuelven a redescubrirla y quienes se animan a conocerla por primera vez. Además del riquísimo patrimonio, las ofertas culturales y gastronómicas se disparan,

Para no perderse lo esencial

Avenida dos Aliados. Oporto crece sobre el Duero desde su Ribeira , el icónico puente Luís I y el monasterio de Serra do Pilar. Este conjunto, Patrimonio Mundial desde 1996, es la postal más reconocible de la ciudad. Pero no hay más que subir hacia la muralla y la Sé (catedral) para sentir el origen milenario de la ciudad, y caminar por la zona alta hasta los impresionantes azulejos de la estación de São Bento. Empieza allí la Avenida dos Aliados , el centro neurálgico de Oporto, con el Ayuntamiento y otros edificios de cantería monumental. A pocos metros, las barrocas Torre dos Clérigos e Igreja do Carmo y, entre ellas, la librería Lello , cuyas colas la han vuelto un punto a evitar.

Para comer

Tripas, bacalao y pulpo. Parte de la cultura de la ciudad tripeira es la gastronomía, comenzando por platos del día a día como las propias tripas, la alheira o la francesinha , hasta los clásicos lusos, como el bacalao en sus múltiples formas, el pulpo o los arroces. La lista de restaurantes tradicionales es larga: A Cozinha do Manel, Pajú, Nova Era, Casa Guedes, Caetano, Abadia do Porto, Papavinhos, Adega São Nicolau… Aunque cada vez hay más espacio para la experimentación: Apego, Gruta, Almeja, Flor de Lis…

Para disfrutar de la cultura

Arquitectura contemporánea. Oporto es la conexión del noroeste peninsular con el resto de Europa a través de su aeropuerto, pero también a través de una escena cultural en crecimiento. Empezando por el museo al aire libre de arquitectura contemporánea, con obras de los Pritzker Rem Koolhaas, Eduardo Souto de Moura y Álvaro Siza, y Fernando Távora. De este último es la reforma de la interesantísima pinacoteca Soares dos Reis; Siza firma el apasionante complejo de la Fundación Serralves, que se expande como centro cultural de fotografía, cine, pintura, escultura y distintos eventos; Souto de Moura concibió la más modesta Casa das Artes, y Koolhass regaló a la ciudad la Casa da Música, que ofrece visitas guiadas, pero que más vale aprovechar para conciertos o jam session. Además, salas como Hard Club o Coliseu prueban la vibrante escena musical. Por último, el Centro Portugués de Fotografía .

Para beber

Bodega Cálem. Mención aparte merecen las bodegas de Vila Nova de Gaia, que representan una de las tradiciones más vivas de la ciudad, que le dan su fama. Las de Cálem, recientemente renovadas, son las más populares, por informativas y accesibles.

Para caminar

Costa, jardines y parques. Los miradores recompensan el esfuerzo de tanta pendiente. Lo más aconsejable es seguir el río hasta la Foz do Douro y el Passeio dos Ingleses, que recorre la costa. Si se buscan vistas, se puede subir hasta los jardines das Virtudes, el Palacio de Cristal, o el jardín do Morro, todos con mucha vida y alucinantes atardeceres. Los parques da Cidade y de Serralves son los más amplios y naturales. Y, quien prefiera ir de compras, puede quedarse por Santa Catarina y Bolhão.