¿Un zoológico de criaturas imposibles? La ciencia llama a regular la tecnología

SOCIEDAD

La creación mediante edición genética de cánidos híbridos con similitudes físicas de los lobos huargos, extinguidos hace 10.000 años, plantea dilemas éticos
13 abr 2025 . Actualizado a las 11:53 h.«La extinción es un problema colosal al que se enfrenta el mundo. Y Colossal es la empresa que lo va a solucionar». Así de triunfalista se presenta en su página web la empresa biotecnológica Colossal Biosciences, que esta semana ha sorprendido con el anuncio de la primera recuperación de una especie extinta, el lobo huargo, conocido por su aparición en la serie Juego de Tronos y que desapareció hace 10.000 años. Pero, más allá de la propaganda, la compañía no ha devuelto a la vida a ninguna especie extinta. Los cachorros Rómulo, Remo y Khalessi presentan similitudes en su aspecto con el extinto lobo gigante, pero no lo es. Lo que ha hecho la compañía es, en todo caso, una proeza tecnológica que reabre un debate con implicaciones éticas: «¿Qué sentido tiene recuperar especies extintas para situarlas en un hábitat que ya no es el suyo? Los expertos consultados por La Voz abogan por una regulación.
¿Qué es realmente lo que se ha hecho?
«Lo que Colossal Biosciences ha producido es un lobo gris con características similares a las de un lobo gigante, pero no se trata de un lobo gigante reintroducido, sino de un híbrido», responde Nic Rawlence, director del laboratorio de Paleogenética de Otago (Nueva Zelanda), en una reacción recogida por SMC España. Lo que en realidad se hizo fue editar 20 genes de lobos grises con las características genéticas asociadas a la morfología del lobo huargo en 14 de los 19.000 genes del animal receptor. Estas variantes genéticas se obtuvieron del genoma que la compañía reconstruyó de la especie desaparecida a partir de un diente fósil de hace 13.000 años y de un cráneo de 72.000 años de antigüedad. Para ello se utilizó la técnica de edición genética CRISPR. «No se puede hablar de desextinción, sino de lobos modificados genéticamente, en concreto de 14 genes», aclara el paleogenetista del Instituto de Biología Evolutiva Carles Lalueza. «Lo que sale es un cánido que se parece a un lobo gigante, pero no lo es porque no tiene todo su genoma, aunque sí una serie de características como la coloración del pelo o el tamaño», explica el investigador del Centro Nacional de Biotecnología Lluís Montoliu, uno de los referentes en España en edición genética. «En el experimento solo han usado genes con expresión en el aspecto externo», ratifica Lalueza. «Son genes seguramente muy dirigidos a unas características, de modo que se está muy lejos del animal original», corrobora el genetista Ángel Carracedo. Y Philip Seddon, zoólogo de la Universidad de Otago, también confirma a SMC que «los simpáticos cachorros Rómulo, Remo y Khaleesi no son lobos gigantes, sino lobos grises modificados genéticamente».

¿Se ha clonado una especie extinta?
En absoluto, en el experimento solo se ha utilizado la técnica de edición genética CRISPR. «Para realmente desextinguir algo habría que clonarlo. El problema es que no podemos clonar animales extintos porque el ADN no está lo suficientemente conservado. Incluso si secuenciamos el genoma no podemos extraer ADN de animales en fragmentos lo suficientemente largos como podríamos hacerlo con un animal vivo», explica Nic Rawlence.
¿Tiene sentido hacer un parque temático de animales extintos?
Es la gran pregunta que se hacen los científicos. Pero aparte del para qué, los expertos aseguran que también se abre un debate ético. «A mi lo que me sigue preocupando es dar respuesta a una pregunta que yo creo que no han dado: ¿Para qué hacer esto?, ¿queremos hacer un zoológico de criaturas imposibles? Traer a la vida animales que dejaron de existir en un entorno que no es el suyo es una gran responsabilidad. A mi, que siempre me han preocupado los temas éticos, entiendo que debería ser algo que debería preocuparnos, porque no vemos una respuesta a qué sentido tiene todo esto», reflexiona el investigador Lluís Montoliu, que también fue presidente del comité de ética del CSIC. En una línea similar apunta la catedrática de Genética de la Universidad de Barcelona (UB) Gemma Marfany. «Los animales extintos, como los lobos gigantes, desaparecieron porque ecológicamente dejaron de ser viables. ¿Qué sentido tiene ahora crear esas especies si no se van a poder reproducir ni recuperar su hábitat», se pregunta. Además, el hecho de que estos animales sean fruto de la hibridación plantea un problema añadido, ya que resulta difícil predecir cuál será su comportamiento en la naturaleza. No se sabe, por un lado, si podrían sobrevivir ni, por otro, si podrían actuar o no como una especie invasora que suponga una notable alteración de los ecosistemas.
¿Debería existir una regulación ética?
Sí. Es hacia lo que apuntan los expertos. «Lo que veo poco ético es engañar diciendo que lo han desextinguido y también creo que debe de estar regulado. Otros aspectos éticos tendrían que pensarlo mejor», apunta en esta línea Ángel Carracedo.
¿Podría utilizarse esta tecnología para proteger animales en peligro?
Sí. Y este es uno de los motivos que argumentan los responsables de Colossal Bioscience para seguir avanzando en su tecnología. «Creo que el lobo terrible es sin duda un símbolo de esperanza», afirmó Alta Charo, experta en bioética y asesora de Colossal, en un vídeo difundido por la compañía. La empresa quiere contribuir con la tecnología desarrollada a la conservación de especies en peligro crítico de extinción como el lobo rojo, que presenta una escasa variación genética que se pretende corregir con la creación de nuevos cachorros mediante ingeniería genética. «Tecnológicamente están al frente de la utilización de las herramientas CRISPR. No es que sean capaces de editar un gen, que es algo que nosotros hacemos en nuestros laboratorios, sino que son capaces de editar centenares y miles, lo que no está al alcance de cualquiera», destaca Montoliu.
¿Pretenden desextinguir más especies?
Sí, en la lista está el mamut lanudo, el dodo —un antiguo pájaro— y el tigre de Tasmania