El precio del tabaco reduce la tasa de fumadores y aumenta la de cigarrillos electrónicos

A. Torices MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

Una mujer fuma en el exterior de una terraza
Una mujer fuma en el exterior de una terraza MARTINA MISER

El consumo de vapeadores crece un 75 % debido a la subida del importe de las cajetillas tradicionales, que ya se sitúa cerca de los 6,50 euros

14 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

En las últimas décadas, el consumo de tabaco ha cambiado tanto por el aumento de los precios como por las leyes aprobadas. Desde el 2009, la prevalencia de fumadores diarios ha descendido del 31,8 % al 25,8 % actual. Esto ha ido acompañado del aumento del uso de cigarrillos electrónicos, que ha pasado de un 6,8 % en el 2015 a un 19 % en el 2024.

El impacto de las políticas estatales ha sido clave: la ley antitabaco del 2010, junto con el incremento de impuestos, han reducido la tasa de fumadores. La subida de los precios es uno de los motivos por los que muchos han dejado este hábito. En el año 2000, una cajetilla costaba 375 pesetas (2,25 euros), mientras que en el 2025 ronda los 6,50 euros. A ello se suman los ajustes anuales, que elevaron los precios un 5 % el año pasado, algo que ha impactado directamente en el precio de las cajetillas y las picaduras de liar.

La transición de la peseta al euro, en el 2002, fue el inicio de un proceso que se consolidó con nuevas políticas fiscales en el 2005. En el 2009, los impuestos sobre el tabaco fueron los principales responsables del aumento de su precio, lo que continuó en años posteriores con un notable incremento en el 2010, aunque en esta ocasión también influyó la crisis. Pero los factores fiscales no son la única razón del crecimiento de los costes para los consumidores. Situaciones extraordinarias, como el covid-19 y la guerra en Ucrania en el 2022, también han influido.

Y aunque el precio impacta en el consumo de tabaco, las restricciones sobre dónde se puede fumar también lo hacen. En 1988 se aprobó la ley que prohibía fumar en hospitales, centros educativos, salas de teatro, cines y ascensores. A pesar de estas primeras medidas, el consumo de tabaco se mantenía alto, con un 51 % de la población fumadora.

Sin embargo, la prohibición de los anuncios de tabaco en la televisión, que se implementó unos meses después, fue un paso importante en la sensibilización pública sobre los riesgos de fumar. En 1992 se comenzó a limitar el consumo en vuelos nacionales con una duración inferior a 90 minutos, una decisión que se extendió progresivamente a vuelos internacionales y al transporte público.

En 1999 se eliminó por completo la posibilidad de fumar en aviones y autobuses. Con el paso del tiempo, las restricciones se intensificaron, y en el 2005 se aprobaron las leyes que regulan el consumo de tabaco en centros de trabajo y locales de hostelería. El precio, con todo, continuó su aumento hasta los 2,50 euros.

El punto más drástico fue en el 2010, con la ley que prohibió fumar en espacios cerrados como bares, restaurantes y discotecas. Esta medida, junto con la concienciación sobre los peligros del tabaco para la salud, contribuyó a una caída en el consumo hasta el 31,2 %. En el 2024, la política antitabaco evolucionó con la propuesta del Ministerio de Sanidad para ampliar los espacios libres de humo. El Plan Antitabaco en el que se trabaja ahora incluirá terrazas, marquesinas, andenes, playas o piscinas. También se regularán los vapeadores y cigarrillos electrónicos.

En cuanto al consumo diario de tabaco, las comunidades autónomas muestran una evolución desigual. En el 2024, Extremadura era el territorio con el porcentaje más alto de fumadores, con un 41,7 %, seguida por la Comunidad Valenciana (36,4 %) y Castilla-La Mancha (30,7 %). Por otro lado, en el 2020, regiones como Aragón o Galicia presentaban las cifras más altas, con un 24,2 % y un 31,3 %, respectivamente. Sin embargo, han disminuido hasta situarse en el 23,8 % y 25,2 %.

Sube la venta de picadura de liar mientras baja la de cigarrillos

Desde el 2003, los ingresos por la venta de tabaco han experimentado fluctuaciones, con una tendencia general al alza, especialmente en las picaduras de liar. En aquel año, las cajetillas proporcionaron 9.526 millones de euros y en el 2023 alcanzaron los 10.349 millones, una subida constante, aunque moderada. Por otro lado, las picaduras de liar han tenido un crecimiento más significativo. En el 2003, sus ingresos eran de 109 millones, mientras que en el 2023 llegaron a los 1.258 millones, lo que muestra una creciente preferencia por lo más económico.

Por el contrario, las ventas de cajetillas han mostrado una tendencia a la baja durante los últimos años. Desde el 2008 —cuando se vendieron 4.514 millones de cajetillas— hasta el 2023, las ventas cayeron hasta los 2.119 millones. Las políticas implementadas, como la subida de precios más marcada en los cigarrillos industriales que en las picaduras de liar, han reducido gradualmente el número de fumadores tradicionales, aunque el nivel de ingresos en el sector tabacalero ha crecido. En contraste, las ventas de picadura de liar, aunque también sujetas a las políticas fiscales, han experimentado una tendencia más estable y ligeramente creciente.