Pietro Parolin: el niño que jugaba a decir misa en un altar construido por su padre
SOCIEDAD

Este cardenal nació en Schiavon, un pueblo de 2.500 vecinos a 75 km de Venecia donde dicen que es «humilde»
04 may 2025 . Actualizado a las 12:34 h.A unos setenta y cinco kilómetros al noroeste de Venecia se encuentra un pueblo rural y muy católico cuyos habitantes esperan con gran expectación el cónclave. El sueño de muchos de sus 2.500 vecinos es que salga elegido papa un eminente conciudadano suyo: el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado en el pontificado de Francisco, nacido en Schiavon el 17 de enero de 1955. Expertos vaticanistas y casas de apuestas inglesas alimentan la ilusión de los habitantes de sus habitantes: parece que Parolin ya puede contar con el apoyo de unos 40 cardenales, y tiene muchas posibilidades de convertido en el sucesor del difunto papa argentino.
Schiavon se encuentra en la provincia de Vicenza, una zona famosa por la devoción de sus habitantes. En una de las colinas de esta ciudad se alza uno de los santuarios marianos más populares del norte de Italia, dedicado a la Virgen de monte Bérico. Hasta los años 90, toda la región del Véneto, de la que Vicenza forma parte, era conocida como la «sacristía de Italia», porque los domingos las iglesias estaban abarrotadas. «Hoy en día ya no se llenan las iglesias para las misas, ni siquiera aquí en Vicenza, pero el catolicismo sigue siendo importante para muchos de nosotros», dice Andrea, un jubilado que fue catequista durante años. Fue al santuario a rezar un poco y luego tomar un capuchino en la cafetería de al lado, que de hecho se llama Il pellegrino. A pocos pasos también está la pizzería Ai sette santi.
Conduciendo hacia Schiavon, uno se encuentra con una gran heladería abarrotada de gente los domingos por la tarde. Anna, empleada, espera que Parolin sea el próximo pontífice porque «después de tantos años, necesitamos un papa italiano». Marco, un autónomo que se define como «orgulloso católico», aunque ya solo tiene tiempo de ir a misa una o dos veces al mes, opina: «Con todas las guerras que hay en el mundo, Parolin podría echar una mano, es un diplomático con mucha experiencia».
Schiavon tiene alma de pueblo rural. En el cielo despejado, las golondrinas revolotean persiguiendo insectos, el aire huele a hierba cortada y abono. Cerca de la iglesia hay un parque donde un niño, Giulio, juega bajo la atenta mirada de su madre, Valentina, empleada en una tienda. Ella dice que en Schiavon y en toda la zona la gente sigue yendo a misa los domingos. «Es importante para la gente de aquí; sigue existiendo el deseo de estar unidos y vivir buenos momentos juntos». Le alegraría mucho que Parolin fuera papa, porque, en su opinión, «es una buena persona, sencilla, que ha sabido mantenerse humilde».
Paseaba con su madre
Muchos en el pueblo conocen a Parolin y lo llaman familiarmente «don Piero». Rinaldo, de 86 años, conoce bien al cardenal y, según él, «merece ser papa, es un gran diplomático». Cuenta que lo vio muchas veces, cuando estaba de vacaciones y regresaba al pueblo, paseando por vía Dante Alighieri cogido del brazo de su madre, quien, «desgraciadamente, murió hace unos años». Todos en el pueblo conocen la vida de Parolin. Su padre tenía una ferretería, «donde hoy hay una peluquería», aclara Rinaldo. Los vecinos cuentan que ya de niño albergaba el deseo de ser sacerdote, hasta el punto de que su padre le había construido un pequeño altar donde jugaba a decir misa. Era un niño estudioso y muy aplicado. Se quedó huérfano de padre a los diez años y creció con su madre, una maestra, junto con su hermana y su hermano, que se convirtió en fiscal.
Ingresó en el seminario episcopal de Vicenza a los catorce años y fue ordenado sacerdote en 1980. Fue enviado como vicepárroco a Schio, una ciudad de montaña en la provincia de Vicenza. Durante dos años, compaginó su trabajo en la parroquia con sus estudios y las actividades de servicio a los jóvenes. El periódico local Il Giornale di Vicenza publicó recientemente una foto del joven Parolin pelando patatas en el campamento scout de una granja de montaña. Después fue enviado a estudiar a la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, y en 1983, ingresó en la Academia Pontificia Eclesiástica, el instituto que forma a los sacerdotes destinados al servicio diplomático de la Santa Sede.
Tras finalizar sus estudios, Parolin trabajó como diplomático en la nunciatura de Nigeria y luego en la de México, donde contribuyó significativamente a las relaciones diplomáticas entre México y el Vaticano, hecho que no pasó desapercibido en Roma. En el 2009 fue nombrado por Benedicto XVI nuncio apostólico en Venezuela. En agosto del 2013, el papa Francisco, impresionado por sus capacidades, lo nombró secretario de Estado y, unos meses después, cardenal.
«Don Piero ha recorrido un camino extraordinario, pero siempre se ha mantenido humilde y atento con todo el mundo», dice Dino, un empleado de banca jubilado que salió a pasear con su mujer, Lucía. «Un ejemplo de su humanidad: poco después de ser nombrado secretario de Estado volvió a Schiavon, lo celebramos con un pequeño aperitivo aquí en la parroquia y, como nos conocíamos desde hacía tanto, le preguntamos si podía venir a la boda de mi hija. Y no solo vino, ¡sino que la oficio!». En las calles de este país se traza el perfil de un religioso cercano a la gente, pero que sabe tratar con los poderosos.