
No es ligera, ni fresca ni invita al regocijo estival, pero Dept. Q es la serie del momento y la que no deberías perderte este verano, porque es adictiva. Tanto como su protagonista, el grandísimo actor Matthew Goode, que muchos recordarán como el hermanísimo pijo de Match Point y otros como el mítico productor Robert Evans en la gran The Offer sobre cómo se rodó El Padrino. No me enrollo, porque aquí Matthew se adelgaza al máximo y se aleja de sus papeles aristocráticos para darnos al atormentado comisario inglés Carl Mørk, que lidera casos sin resolver en Edimburgo. Iracundo, cargado de culpa, herido, pero profundamente humano, este policía huraño es el eje de una serie que, si algo ha hecho magníficamente bien, es priorizar el desarrollo de sus personajes. Como Akram, el ayudante sirio de Carl, que junto a él desciende al infierno de ese despacho lúgubre desde el que tienen como misión recuperar los grandes casos olvidados en los cajones. Pero lo importante son, sobre todo, las relaciones y los misterios de los protagonistas que se entrecruzan en esa comisaría marcada por el impactante suceso con el que se abre la ficción, que es el punto de partida de la desesperación de este poli raro. No revelo más, solo un dato: Dept. Q (Netflix), basada en las novelas del danés Jussi Adler-Olsen, no es el típico thriller de bisturí. Lo que mola es la atmósfera gris y oscura de Carl, que lo llena todo.