El uso abusivo de las pantallas también puede dañar el corazón

r. r. REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

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Un estudio con 1.000 menores revela efectos en la salud cardíaca

09 ago 2025 . Actualizado a las 09:50 h.

Problemas de visión, trastornos del sueño, dolor de cuello, espalda o muñecas, sedentarismo que conduce a la obesidad o al sobrepeso, trastornos mentales como ansiedad o depresión... Cada vez son más los estudios que identifican distintos impactos para la salud derivados del uso abusivo de las pantallas, desde teléfonos móviles, a tabletas o portátiles. Y la lista sigue en aumento. Ahora se ha visto que esta práctica puede dañar el corazón en los jóvenes.

Es lo que acaba de desvelar un estudio de la Universidad de Copenhague publicado en la revista científica Journal of the American Heart Association en la que se han analizado los datos de 1.000 niños y adolescentes a los que se hizo un seguimiento desde su nacimiento. ¿La conclusión? Pasar muchas horas pegado a pantallas durante los primeros años de vida podría contribuir al desarrollo de problemas metabólicos y cardiovasculares en el futuro. El trabajo concluye que el tiempo de ocio con dispositivos se asocia con un mayor riesgo cardiometabólico desde edades tempranas. Este incluye factores como hipertensión, colesterol elevado, resistencia a la insulina o una mayor circunferencia de cintura.

«Limitar el tiempo de pantalla durante la infancia y la adolescencia podría proteger la salud cardíaca y metabólica a largo plazo», señala David Horner, investigador del centro Copsac en la Universidad de Copenhague y líder del trabajo en declaraciones a la agencia Sinc. «Nuestro estudio ofrece pruebas de que esta relación empieza muy pronto y subraya la importancia de tener rutinas diarias equilibradas».

La investigación se basó en datos de más de 1.000 niños y adolescentes de estas dos cohortes que fueron seguidos durante años. El equipo analizó el tiempo de pantalla declarado por los padres o los propios participantes a los 6 y 10 años en un grupo, y a los 18 en el otro. La media diaria aumentó de 2 a 3,2 horas entre los 6 y los 10 años, y se situó en 6,1 horas a los 18 años.

El estudio exploró también los mecanismos que podrían explicar esta relación, y uno de ellos fue el sueño. Los análisis mostraron que tanto la duración como el horario de descanso influían en el efecto del tiempo de pantalla: quienes dormían menos horas o se acostaban más tarde presentaban un riesgo cardíaco mayor.

Además, el equipo identificó un conjunto específico de metabolitos en sangre que se asociaba con el uso de dispositivos electrónicos, una especie de huella metabólica. «Esto sugiere que este hábito puede dejar un rastro biológico medible, que refleje cambios en el metabolismo incluso antes de que aparezcan síntomas de enfermedad», subraya Horner. A su juicio, estas huellas podrían convertirse en el futuro en herramientas de alerta temprana en la atención pediátrica para detectar de forma precoz a los niños en riesgo, antes de que se manifiesten factores clínicos más evidentes.