Un estudio descifra el «cerebro líquido» de las hormigas: una inteligencia colectiva sin jefe

redacción LA VOZ

SOCIEDAD

Las hormigas que participaron en el estudio, que se dispusieron en una estructura en la que tenían que cooperar
Las hormigas que participaron en el estudio, que se dispusieron en una estructura en la que tenían que cooperar Pol Fernández-López (CEAB

El trabajo del CSIC puede tener aplicaciones para el desarrollo de sistemas robóticos cooperativos o para la creación de algoritmos que optimicen las búsquedas en internet

11 ago 2025 . Actualizado a las 16:23 h.

¿Cómo se organizan las hormigas para encontrar comida sin un líder que dé órdenes? Un equipo de investigadores del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC) ha desvelado este misterio al analizar el comportamiento de las hormigas de la especie Aphaenogaster senilis. Sus hallazgos, publicados en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), demuestran que la colonia funciona como un «cerebro líquido», donde cada hormiga actúa como una neurona, y cuya inteligencia colectiva emerge de la interacción de movimientos individuales.

Los investigadores diseñaron una estructura laberíntica en forma de panal donde observaron y grabaron los movimientos de cientos de hormigas. A diferencia de otras especies que se comunican con feromonas, estas hormigas mediterráneas se basan en el movimiento y el contacto directo con sus antenas. Este patrón las hacía un sujeto ideal para entender cómo una comunidad consigue coordinarse con tanta eficiencia.

 Dos roles clave para la supervivencia de la colonia

 El estudio ha identificado y cuantificado dos roles de movimiento principales en la obtención de alimento: las exploradoras buscan y descubren nuevas fuentes de comida y las recolectoras explotan y recogen los recursos ya encontrados.

Los investigadores descubrieron que la eficiencia de la colonia depende de la proporción entre estos dos roles. La capacidad del grupo para ajustar de forma flexible el porcentaje de exploradoras y recolectoras es un elemento adaptativo fundamental para su éxito, permitiendo un equilibrio perfecto entre buscar nuevos recursos y aprovechar los ya conocidos.

Pol Fernández-López, investigador del CEAB-CSIC y primer autor del estudio, lo explica de forma muy clara: «El comportamiento individual autónomo y, sobre todo, el movimiento heterogéneo es lo que permite una cooperación dinámica y adaptativa. Las hormigas logran optimizar la exploración y la explotación sin que ningún individuo tenga la visión global de lo que hay que hacer».

  Modelo neuronal

 El equipo utilizó un modelo neuronal para entender cómo funciona esta inteligencia sin centro de mando. En este escenario, las hormigas se activan en función del contacto con sus vecinas, de forma similar a como lo hacen las neuronas. La coordinación y la inteligencia emergen de estas conexiones cambiantes, pero estructuradas en el espacio y el tiempo.

«Hemos demostrado con datos reales que una colonia de hormigas funciona como un cerebro líquido. Cada hormiga actúa como una neurona que se activa de forma intermitente en función del contacto con sus vecinas», añade Frederic Bartumeus, coautor del estudio. «No hay un jefe, alguien que dirija, sino que la coordinación y la inteligencia surgen de las conexiones entre ellas».

 Aplicaciones más allá de la biología

 Los hallazgos de este estudio tienen un potencial de aplicación que va más allá de la biología y la ecología. La comprensión de esta inteligencia colectiva descentralizada podría ser de gran utilidad para el desarrollo de sistemas robóticos multiagente (en los que robots cooperan para realizar una tarea sin un control central) o la creación de algoritmos de optimización de búsqueda en internet.

En resumen, el estudio del CEAB-CSIC demuestra que, en sistemas cognitivos como las sociedades de insectos, el movimiento es clave para mantener el sistema conectado y coordinado, un principio que podría inspirar nuevas tecnologías.