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Begoña Carballeira dejó su trabajo en una industria textil, «sin ver el sol en todo el día», para cultivar la huerta, «en libertad», en Monfero

ANA F. CUBa MONFERO / LA VOZ

AGRICULTURA

Begoña, de 37 años, aprendió de niña a plantar y recolectar los grelos, con su madre
Begoña, de 37 años, aprendió de niña a plantar y recolectar los grelos, con su madre CEDIDA

Horta Bego es la marca con la que vende a restaurantes, tiendas y particulares los grelos y el resto de verduras y hortalizas que cultiva en San Fiz y Val Xestoso

29 ene 2024 . Actualizado a las 09:29 h.

En la industria textil a la que se incorporó muy joven trabajaba «en un almacén, sin ver el sol en todo el día»; y en la huerta, a la que se entregó hace un lustro, se mueve «al aire libre, en libertad». Su hijo, Martín, que hoy tiene 11 años, fue el causante del giro que dio a su vida, «para bien», Begoña Carballeira Pena (Monfero, 1987). «Decidí cambiar de sector, te encuentras con un niño que necesita cuidados y atención, que no duerme mucho por la noche... y yo hacía muchos turnos y necesitaba descansar. No podía salir de casa a las seis de la mañana y regresar a las seis de la tarde. Decidí hacer algo, y teniendo tierras pensé en montar algo de huerta, porque la ganadería no me gusta», relata.

Recuperó las fincas de sus suegros en la parroquia de San Fiz, que estaban abandonadas, y también planta alguna parcela de sus padres en Val Xestoso, donde se crio. En total gestiona dos hectáreas de terreno, de las que unos mil metros cuadrados son invernaderos. «Cultivamos de todo, muchísima variedad, según la temporada. El grelo de Monfero es de lo que más vivimos, es nuestro producto estrella, los demás son complementarios», explica en plural, aunque en realidad trabaja sola, con alguna ayuda cuando la cosecha lo requiere. En verano, el tomate es el sostén de Horta Bego, la marca de esta joven agricultura. «Tenemos diez o quince variedades diferentes: negro de Crimea, grande rosa (o rosa de Barbastro), azul, Índigo (también azul, pero más pequeño), cebra, Kumato...», enumera.

El tomate, a cubierto

Casi todo el tomate que produce es a cubierto. No así los pimientos: «Les gusta el agua. Cosechamos morrón, do Couto, de Padrón picante, morrón morado, italiano, de piquillo...». Y berenjena, calabacín, pepino —«menos cantidad porque hay menos demanda»—, kale, berza, judías planas... y muchas patatas, «amarillas y blancas». En invierno, además de grelos (siempre en exterior), cosecha coliflor, brécol, repollo, espinacas o acelgas.

Begoña no solo se encarga de sembrar, plantar y recolectar, sino que también se ocupa de comercializar su producción. Empezó en tiendas y fruterías, pero en seguida descubrió que «había más opciones, más caminos». Ahora, cada día carga el furgón con un destino diferente: «Me organizo a lo largo de la semana, un día voy por la zona de Ferrol, otro a Betanzos, otro a Oleiros...». Vende a restaurantes —«es donde me compran la mayor cantidad»—, tiendas y pequeños supermercados de barrio, y particulares que acuden al almacén, tanto vecinos de Monfero como de Pontedeume, As Pontes e incluso de Lugo. «Saben que es un producto rico y se acercan», resume.

Su agricultura es convencional, la de toda la vida, la que le enseñó su madre: «Intentamos no echar muchos productos químicos, tiramos por lo más clásico y tradicional, mejor abonar con estiércol que echar vitaminas al riego». Con su madre aprendió a cosechar los grelos: «Está orgullosa (de que yo siga en esto), recuerda cuando le ayudaba a recogerlos, de niña, aunque me dijera que me fuera a casa, que hacía frío». Esa es la mayor dificultad que entraña esta crucífera, la recolección: «Aparte de que es en invierno, es complicado coger 200 kilos un día, es muy trabajoso, y si te piden más tienes que apurar, y no puedes pensar en el frío ni en la lluvia».

Este año, los grelos se resisten, aunque Begoña es optimista. «Tuvieron un achique en diciembre, ahora parece que se están poniendo verdes y tirando para arriba. Ya que nabiza hubo poca, a ver si mejora el grelo. Para nosotros fue peor el año pasado, en algunas fincas tuvimos que pelear, llovió mucho muy temprano y la cosecha se echó a perder, con las temperaturas muy altas los hongos se comieron la planta», explica. Aun así, ella logró salvar parte de la cosecha.

La Feira do Grelo, el día 4

El próximo domingo, 4 de febrero, acudirá a la Feira do Grelo de Monfero. Hace un año, solo estaban ella y otra productora. «Cuando llegué ella ya los había terminado, y yo, antes de abrir la puerta del furgón ya había cola, no tenía suficientes para todos y a los que se quedaron sin ellos les di una tarjeta para otro día, no tenía forma de surtirlos. En una hora me deshice de 200 kilos», recuerda. La cosecha de grelos mengua año tras año, y no solo por las condiciones meteorológicas, como apunta Begoña: «Hay muchos menos productores, mi madre vendió mucho grelo y yo aprendí de ella, gracias a eso sé que esta es una opción de vida, que igual que ella me crio a mí yo puedo criar a mis hijos. Es una idea que ya estaba inventada. Pero ahora hay fincas grandes abandonadas, a la gente joven no le gusta el campo».

Está contenta con el vuelco que dio a su vida desde hace cinco años. Apenas utiliza las redes sociales para promocionar los productos de Horta Bego: «Funciona más rápido el boca a boca, la persona que está contando que vino a por un kilo de tomates y estaban buenísimos... quien la oye viene después. También pasa con los restaurantes. He encontrado muy buena gente por el camino y me ha ayudado».