Carapucho, Carmeliña y Maruxiña, así se llaman las nuevas variedades de olivo gallegas

AGRICULTURA

Son tres de las once especies autóctonas recuperadas por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y que podrán comercializarse y plantarse a final de año
13 mar 2025 . Actualizado a las 08:39 h.En el año 2012, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), a través e la Misión Biológica de Galicia, puso en marcha un proyecto para tratar de recuperar las variedades de olivo autóctonas de Galicia que habían quedado en el olvido. Los investigadores recorrieron miles y miles de kilómetros para encontrar e identificar más de trescientos árboles centenarios, muchos de ellos, pertenecientes a variedades que no estaban estudiadas ni registradas. Ahora, más de una década después y gracias a la colaboración de entidades como la Fundación Juan de Vega o la Xunta, todo ese trabajo está dando sus frutos y hay ya tres nuevas variedades de olivos autóctonos listas para salir al mercado. Son Carapucho, Carmeliña y Maruxiña y, hacia finales de año, se podrán ya comercializar y plantar.
Según explica Carmen Martínez, responsable del grupo Viticultura, Olivo y Rosa de la Misión Biológica, esta investigación pasó por varias fases. La inició el CSIC y, entre el 2017 y el 2021, fue la Fundación Juana de Vega la que colaboró con el trabajo, lo que permitió identificar las dos primeras variedades de olivo gallegas: la Brava y la Mansa. Ahora, esta entidad es también una de las integrantes del grupo operativo Oliveiras de Galicia, que con la colaboración de Medio Rural se ha encargado de llevar a cabo los últimos trabajos.

Toda esta investigación ha permitido, además de identificar más de 300 olivos centenarios en toda Galicia, localizar hasta veinte variedades autóctonas de la comunidad. Entre ellas se han elegido once, con las que se han puesto en marcha los trámites para lograr su inclusión en el registro de variedades comerciales, paso imprescindible para que estas plantas puedan ser comercializadas por los viveros. Tres de ellas, Carapucho, Carmeliña y Maruxiña han completado ya este trámite, por lo que espera que puedan comenzar a comercializarse hacia finales de año.
«Fue difícil ponerles nombre, pero teníamos claro que queríamos que la gente, al ver el aceite, le recordara a Galicia», explica Martínez. Se trata de las primeras variedades de olivo autóctonas de Galicia que se podrán comercializar, pues con Brava y Mansa se hizo el trámite de declararlas variedades de conservación, pero hasta ahora no se había iniciado su inclusión en el registro de variedades comerciales. «Son todas variedades de olivo muy diferentes unas de otras. Algunas incluso creemos que pueden servir para aceituna de mesa», añade. Este reconocimiento de Carapucho, Carmeliña y Maruxiña como nuevas variedades de olivo únicas y diferentes implica que, a partir de ahora, los viveros podrán iniciar la comercialización de planta. Y que los aceites elaborados a partir de ellas podrán comercializarse incluyendo el nombre de la variedad en sus etiquetas.
La siguiente fase: reproducción y transferencia a los viveros
El grupo operativo Oliveiras de Galicia celebró ayer una sesión en el instituto O Ribeiro con el objetivo de dar a conocer el sector lo que supone esta aprobación y los avances en las investigaciones que se están llevando a cabo en el marco de este grupo. Su tarea es la de buscar «métodos de multiplicación de planta que sean rápidos y eficaces y que permitan abastecer la gran demanda de planta que hay actualmente en Galicia», explica Martínez.
Hace ya unos años que el sector olivarero gallego empezó a despuntar. Se recuperaron antiguas plantaciones y se pusieron en marcha una serie de empresas que han conseguido situar sus producciones en los segmentos más altos del mercado. Eso ha generado toda una demanda de planta, sobre todo, de las nuevas variedades autóctonas, que son las que mejor se adaptan a las características de la comunidad.
Esa es una de las razones por las que Oliveira de Galicia se centró en poner a punto los mejores métodos de multiplicación de planta para las tres nuevas variedades de olivos autóctonos inscritos en el registro comercial, para poder así abastecer los mercados y atender la demanda de árboles que hay. «Estamos trabajando con Cultigar, que está estudiando la multiplicación in vitro, y nosotros estamos investigando el estaquillado clásico, para ver cuál es mejor», explica Martínez. Una vez que esas técnicas se pongan a punto, se transferirá la planta a los viveros, que podrán empezar a comercializarla. La investigadora calcula que eso será hacia finales de año.
De forma paralela, se han plantado también las once variedades autóctonas de olivo con las que se está trabajando en fincas experimentales de Galicia. Porque se quiere también saber cuál es su comportamiento y cuáles son más adecuadas en función de las características climáticas o del suelo. «Así podremos aconsejar mejor a los agricultores cuándo nos pregunten qué variedades deben plantar», añade Martínez. La investigadora destaca el «gran patrimonio vegetal» que tiene Galicia en lo referente al olivo. «Había mucho más de lo que imaginábamos cuando empezamos a estudiar este tema», concluye.