Los comuneros advierten que los eucaliptos se multiplican sin control en la parroquia de Nigrán donde murieron dos mujeres y que, de darse las condiciones, «podemos sufrir otro gran incendio»
16 oct 2024 . Actualizado a las 01:09 h.Los vientos de la última borrasca abrieron viejas cicatrices en Chandebrito. Árboles muertos, esqueletos de los incendios de 2017, cayeron a montones sobre el tendido eléctrico. «Nos quedamos sin luz más de doce horas», recuerda el presidente de la comunidad de montes de la parroquia, Víctor Manuel Vidal. No es la primera vez. En invierno, desde hace unos años, cuando las nuevas generaciones de eucaliptos rebrotaron de las viejas sin control, las vías de acceso a la parroquia de Nigrán suelen quedar cortadas cuando el viento se levanta con fuerza.
Para llegar a Chandebrito se utiliza la carretera que sube de Fragoselo (Coruxo) y conecta con las que vienen de Vincios (Gondomar) y Camos (Nigrán). Aquí, el 15 de octubre de 2017, fallecieron Maximina Iglesias y Angelina Otero atrapadas en una furgoneta. Trataban de escapar de un fuego que saltaba de árbol en árbol sobre la carretera. No había franjas de seguridad. Hoy, siete años después, tampoco. Los eucaliptos se han multiplicado en parcelas de propiedad privada desde aquel incendio. «Si antes había por cada 1.000 metros cuadrados 400 o 500 eucaliptos, ahora hay como 2.000 o 3.000», lamenta Vidal. Estas fincas, antiguas tierras de pastoreo abandonadas, son de propietarios que «ya no saben que las tienen». De hecho, en la gran mayoría los troncos blancos, muertos, de los eucaliptos que ardieron en 2017 contrastan con los que brotan desde sus mismas raíces. «Volvemos a estar rodeados», avisa Víctor. Los árboles, muchos ya superan los dos metros de altura, crecen sin control y «a una velocidad tremenda». En la comunidad de montes no pueden hacer nada. «Es duro pensarlo, pero si se dan las condiciones... En cinco años podría haber un incendio peor que el de 2017. El monte va a tener mucho más combustible que de aquella», avisa Víctor.
Al pasar por el tramo de carretera donde fallecieron Maximina y Angelina, Víctor para el coche. «Aquí fue», señala. Lo que en 2017 era una explanada negra llena de ceniza, hoy es una amalgama de eucaliptos y maleza. Es un ejemplo más del «polvorín» en el que se están convirtiendo los accesos de la parroquia. Al poco, un vecino para a hablar con Víctor. «Isto xa é como unha xungla tropical, está moito peor que antes dos incendios», sentencia.
Al final, el problema de Chandebrito es el de tantos «lugares de nuestro rural». Hace 60 años la mayoría de los vecinos trabajaba sus fincas. Víctor recuerda que, de niño, «por estas fechas todo eran campos de maíz», después se convirtieron en pastos para los animales, en los sesenta se empezaron a plantar pinos y al final de los 80 llegó el eucalipto. «Es la especie que, por lo rápido que crece, se ha adueñado de la mayoría de parcelas que se abandonan», explica. Más aún después de los últimos incendios «porque las semillas que sobrevivieron brotaron sin competencia», explica. En la comunidad de monte saben que «es muy difícil», pero inciden en la importancia de que los propietarios individuales cumplan la ley. También opinan que en la Xunta debería «hacer un estudio para averiguar por qué en zonas que sufrieron tanto las condiciones son peores en unos años. Debemos tener un compromiso firme para que estás circunstancias no se den», solicita Vidal.
Una vez superada la carretera de acceso a la parroquia, Chandebrito crece desde su antiguo castro para ocupar un pequeño alto que está rodeado de un anillo de frondosas que la comunidad de montes creó con la ayuda del Concello de Nigrán, Xunta y varias asociaciones. También hay un bosque para recordar aquellos incendios, esculturas que crean un pequeño museo desde el que disfrutar de O Val Miñor y de la ría de Vigo. Son «brotes verdes», que partieron de unas cenizas. «No paramos de trabajar para hacer de Chandebrito un ejemplo de cómo hacer las cosas», destaca Víctor. Hoy, árboles autóctonos crecen en las tierras comunales de una parroquia que pronto estrenará un nuevo parque forestal junto al Concello de Nigrán. Rodeados, pero con esperanza. Son el ejemplo de que «otra gestión es posible si hay compromiso y esfuerzo», incide Víctor.
Hoy, el Concello de Nigrán y las comunidades de montes de Chandebrito y Camos conmemoran el séptimo aniversario de los incendios con una ruta a través del parque forestal que une las dos parroquias, que comienza a las 11.30 horas al lado del cementerio de Camos, donde se plantarán 15 árboles autóctonos, y acaba en Chandebrito, donde se plantarán otros tantos. Aquí, en el barrio de Rozadas, Árbore Arqueloxía realizará un taller para niños de fabricación de jabalinas colgantes y, a partir de las 13.30 h, se realizará una comida.