De gran calidad y apreciada por los compradores, carece de una denominación de origen que la ampare
23 may 2019 . Actualizado a las 18:42 h.Es tiempo de esquila, la época de despojar a las ovejas del manto con el que se protegen del frío en invierno. Mientras la lana de razas como la merina _distribuida en comunidades como Extremadura, Castilla y León, Castilla-La Macha y Andalucía_ es muy cotizada por la industria textil dada su extrema suavidad, su calidez y la delicadeza de sus fibras, la proveniente de ovejas gallegas trata de abrirse camino en la industria después de años que acababa tirada en la basura. Y su calidad es buena, muy buena. Falta que esté amparada por una denominación de origen que la ampare.
«Hasta hace muy poco tiempo, la lana acababa en la basura porque la gente no sabía que hacer con ella y la tiraba». Así de contundente se muestra Adriano Borrás Gargallo, de Rapadores da Montaña Lucense. Eso ha cambiado de forma drástica en los últimos años y acaba en los mercados de venta de lana y a las subastas en Galicia, Castilla y León y Portugal: «Lleva un precio más elevado a las de la mayoría de España, pero carece de un nombre específico como puede ser la merina en Extremadura. Es una pena porque la calidad es buena».
A la hora de definir el material que se obtiene de cada oveja, el esquilador explica: «Al ser en muchos sitios rebaños pequeños, son ovejas muy bien alimentadas. Son razas mezcladas, desde francesas hasta medina, y es una lana de muy buena calidad, que la trabajan muy bien las máquinas. Luchamos para que ese material tenga un valor propio en el mercado y que incluso se pueda aspirar a una denominación de origen». Para que el producto que se extrae de las ovejas sea de calidad es fundamental, detalla, que esté cortada «al ras y de un solo corte». De ahí la importancia de un buen esquilado.