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El sector porcino gallego reclama una nueva norma para gestionar el purín

Maruxa Alfonso Laya
M. Alfonso REDACCIÓN / LA VOZ

GANADERÍA

PACO RODRÍGUEZ

La actual está desfasada y obliga a las granjas tener más superficie de la necesaria

17 jul 2024 . Actualizado a las 11:25 h.

La gestión del purín se ha convertido en un quebradero de cabeza para los ganaderos gallegos. Porque cada vez son más las normativas que se aplican sobre este recurso, complicando el uso que se le debe dar, el de ser un fertilizante natural. Eso lo saben bien en la Federación Galega de Porcino (Fegapor), que llevan ya un tiempo negociando para cambiar la instrucción técnica de gestión de deyecciones ganaderas. Una normativa obsoleta, que no se corresponde en absoluto con la realidad, denuncia el presidente de esta entidad, Pablo Meijomín.

«Esa instrución técnica é moi vella, foi redactada fai mais de dez anos e os datos que manexa son dos anos 90. Está mal, pero non so no porcino, tamén no vacún», explica Meijomín. Asegura que la norma fue redactada por la Consellería de Medio Ambiente y que estaba pensada para granjas que precisaban de una autorización medioambiental integrada, de las que en Galicia existen actualmente unas 80. «Está deseñada para esas 80 explotacións, o problema é que a día de hoxe teñen que adaptarse a elas todas as granxas, porque así o manda o decreto de nutrición sostible de chans», afirma.

Parte del problema radica en que no se ha analizado la composición del purín ni se ha tenido en cuenta que no producen lo mismo todos los animales. «Non produce a mesma cantidade de xurro una vaca de leite en intensivo ca unha Cachena que está todo o día no prado, por exemplo. E tampouco é o mesmo o do porcino de cebo que o de nais e leitóns», relata. En el sector porcino, por ejemplo, la norma establece que los animales de cebo produce una media de 2,15 metros cúbicos por plaza y año, cuando en realidad solo produce entre 1,1 y 1,5 metros cúbicos. ¿Y en qué afecta eso a la explotación? Pues en que la normativa técnica establece que cada granja debe tener una determinada capacidad para almacenar el purín en función del número de animales que tenga y también una determinada extensión de terreno para aplicarlo. «Se cambiamos ese dato, unha explotación pasaría a precisar a metade de capacidade de almacenamento e a metade de hectáreas de terra».

Tablas anticuadas

«As táboas de onde se colleron eses datos son dos anos 90 e o sistema de produción cambiou moito desde entón. Falaban dun máximo teórico, pero non podemos ir a máximos porque están pedindo hectáreas para un xurro que non se produce», explica Meijomín. Eso esá provocando que, por ejemplo, las granjas nuevas que se están construyendo estén habilitando balsas de almacenamiento mucho más grandes de lo que van a necesitar. «Para unha explotación de mil porcos, segundo esa norma, fai falla unha balsa dun millón de metros cúbicos. E moitas granxas que as teñen non as usan porque esa capacidade permite almacenar o xurro dun ano e aquí aboase dúas ou tres veces ao ano, ninguén vai ter un millón de litros de purín almacenado», añade. Eso tiene otro problema, que a los nuevos granjeros, «lles costa tanto facer a balsa coma a nave».

Con estos requisitos, las inversiones se disparan «e fan inviables as explotacións». También obligan a las que ya existen a adaptarse. «A unha granxa que leva 30 anos funcionando dinlle que ten que adaptarse e que non pode gardar o purín no interior, cando moitas foron construídas riba das fosas de purín. Agora entenden que non é exterior e tes que facer unha nova», denuncia. Al mismo tiempo, las explotaciones precisan mucho más terreno para gestionar ese purín, pues cada una de ellas debe tener un número de hectáreas determinado, en función del purín que produce. Como las tablas están mal, porque no se ha tenido en cuenta la composición de las diferentes deyecciones, los resultados son ridículos. Así, la norma dice que, actualmente, solo se pueden utilizar seis litros de purín por cada 10 metros cuadrados de terreno, sabiendo que el 95 % del purín de porcino es agua, «iso é totalmente ridículo».

 Recurrir a los químicos

La consecuencia de todo esto, añade Meijomín, es que los ganaderos acaban recurriendo a abonos químicos para fertilizar sus tierras, porque no les dan tantos problemas. «En Galicia mercamos 45.000 toneladas de fertilizantes químicos e a administración di que temos excedentes de purín, ¿Como se come iso?», se pregunta Meijomín. Asegura que ya le gustaría a un ganadero de Mazaricos «ter alí 100.000 prazas de porcino ou avícolas, porque teñen que usara fertilizantes químicos porque o purín non é suficiente para as súas fincas». Está más que demostrado que este «é o mellor fertilizante que existe, ten materia orgánica, fundamental para crear sustrato, e ten unha absorción lenta por parte dos cultivos, non ten ningún sentido penalizado».

Por eso, desde Fegapor llevan meses trabajando con las Consellerías de Medio Rural y Medio Ambiente, así como, con el Centro de Investigacións Agrarias de Mabegondo, para tratar de cambiar esta norma técnica. Algo han conseguido ya, pero siguen siendo preciso hacer otros cambios que permitan a los ganaderos gallegos utilizar el purín para fertilizar sus tierras.

De las analíticas del suelo a la obligación de tener fincas en un radio de 15 kilómetros

Otro de los problemas que establecen esta norma técnica es que las fincas en las que se deposita el purín tienen que estar en un radio de quince kilómetros desde la explotaciones. Actualmente, es casi imposible para una granja reunir las 50 o 60 hectáreas que precisa una explotación en esa distancia, por los problemas del minifundio que existen en Galicia. Una norma que no tiene sentido ahora que este producto se traslada en cisternas. Pero es que, a mayores, esta norma no se tiene en cuenta a la hora de conceder las licencias para las nuevas explotaciones, por lo que estas se están instalando «en zonas onde non van ter espazo para xestionar o xurro», añade.

Por otro lado, Meijomín asegura que, en los próximos meses, entrará en vigor mucha nueva normativa estatal, que será preciso adaptar a la realidad gallega. Es el caso del cuaderno digital de explotación o del decreto de nutrición de suelos. Porque, aunque muchas de las regulaciones se realizan a nivel del Ministerio de Agricultura, el presidente de Fegapor asegura que existen cuestiones que se pueden adaptar a las necesidades de la comunidad, que nada tienen que ver con las de otros territorios del resto de la península.

Además, aunque se ha retraso su entrada en vigor, llegará un momento en que el cuaderno digital de explotación sea obligatorio para todas las granjas, tengan estas diez o mil animales. Y eso supondrá una carga para las más pequeñas. Por si esto fuera poco, el decreto de nutrición de suelos dice que hay que hacer una analítica al año de todas las parcelas agrícolas. «Aquí hai parcelas de cen ou 200 metros, ¿quen vai facer todas esas analíticas?», se pregunta Meijomín, pues considera que no existe capacidad en los laboratorios actuales para atender toda esa demanda.