La Voz organizó en Lugo un foro en el Día Internacional de la Mujer Rural
16 oct 2025 . Actualizado a las 10:47 h.En el medio rural de la Galicia del siglo XXI hay ventajas y contratiempos, pero también la convicción de que el porvenir puede ser favorable. «Temos un futuro moi grande», dijo este miércoles, en Lugo, la ganadera Lucía Casal, que vive y trabaja en Melide. Sus palabras se oyeron en el foro que organizó La Voz de Galicia, con el patrocinio de Abanca, con motivo del Día Internacional de la Mujer Rural. El Concello lucense, la Fundación Juana de Vega y la Fundación Eduardo Pondal colaboraron en la organización. Mujeres que trabajan en el campo en particular y que desarrollan su vida en el medio rural en general protagonizaron el foro, que en su segunda parte tuvo un enfoque más institucional.
Lucía Casal representa la mujer que elige la ganadería y continúa así un trayectoria presente en su familia, aunque asumiendo el trabajo con las características y las necesidades actuales y no solo con un entusiasmo vocacional. Recordó que estar con las vacas era ya su ilusión en la niñez, completada luego con la formación: un ciclo medio y otro superior, seguido de una estancia en Irlanda le sirvieron de base.
Para la explotación de ganado vacuno, incluso ha comprado terreno en Toques, y prevé levantar una sala para el destetado de los animales. «No rural temos una boa calidade de vida», destacó Casal, que, por otro lado, dijo percibir aún determinadas actitudes. «Vese que hai machismo», afirmó la ganadera, que también admitió que esos comportamientos van a menos.
Como ella, Zoraida Pérez, de Palas de Rei, se presentó como ganadera de tradición y de vocación. «Sempre soñei con eses valores», dijo para recordar su apuesta de vida por una actividad, la ganadería, ya practicada por sus padres. Con su marido puso en marcha una explotación de ganadería ecológica, en la que hoy hay 90 vacas. Por un lado, explicó, no faltan inconvenientes: «Temos as leiras moi espalladas», admitió. Eso, de todos modos, no frena su anhelo de seguir creciendo, movido por una firme determinación: «É o que quero seguir facendo», confesó a los asistentes.
En sus planes de expansión, además, está prevista una nueva dimensión: «Os noso esforzo queda nos intermediarios», reconoció. Así las cosas, su intención es dirigir directamente al consumidor la producción de una explotación en la que hay vacas de raza caldelá y cerdos de raza celta.
Adiós al móvil y al tacón
En el campo, por otro lado, hay sitio para quien deja la gran ciudad. Alicia Folgueira, de padre de Meira y de madre de Ribeira de Piquín, cambió «el móvil y el tacón» de su vida en Madrid por un proyecto en Paradela con su marido. Su actual etapa comenzó con la compra de una casa, lo que fue el primer paso para encontrar tiempo y espacio.
Sobre lo primero, aseguró que las prisas de Madrid eran historia. En cuanto a lo segundo, el entorno es muy diferente: «En la aldea es distinto», explicó, porque «todo el mundo conoce a todo el mundo». La restauración de objetos era su afición en la gran ciudad y es hoy uno de sus trabajos en el medio rural, aunque no el único: ella y su marido se hicieron con una plaza de taxi en el municipio.
Isolina Calvo, de Guitiriz, logró desarrollar sus aspiraciones en Guitiriz y en Betanzos, en donde abrió sendos centros de estética. «Tiña claro que quería volver ao rural», recordó. «Non tiña cartos, pero tiña ilusión», dijo sobre las condiciones que la rodeaban. El entusiasmo fue el viento que hizo avanzar sus planes: «Se queremos, podemos. Temos que ter ilusión», proclamó. Con ilusión y con inquietud, durante la pandemia hizo experimentos cuajados ya en proyectos: investigó y logró sacar al mercado productos para la piel femenina.
Elogios al trabajo femenino en una sociedad que sigue siendo «moi machista»
Del papel de la mujer en el campo se habló también con la perspectiva de quien lo conoce porque lo observa o lo tiene cerca en su trabajo diario. Así, Ángeles Novo (PSOE), concejala de Igualdade en Lugo, puso el foco en el papel femenino dentro de la vida diaria del medio rural. «O rural sobrevive grazas ás mulleres», afirmó la concejala, que destacó que ese perfil emprendedor se notaba de manera concreta en el municipio: en un concello de amplia zona rural, con un total de 54 parroquias, gran parte de las explotaciones ganaderas tienen mujeres al frente.
Novo recalcó que el papel de las mujeres rurales no se limita a una actividad socioeconómica, sino que incluye también la función de cuidadoras en un contexto en el aún ve comportamientos del pasado: «Seguimos sendo unha sociedade moi machista», manifestó.
Carlota López-Pardo, presidenta del Grupo Aresa, reconoció que en la concesión del Premio Aresa, convocado en colaboración con la Universidade de Santiago (USC) desde hace más de veinte años, había una clara intención: «Ao que damos máis importancia é a que se fale do rural». Su visión del campo actual fue una combinación de factores positivos y negativos: «Vaise mellorando, pero hai desigualdade en todos os ámbitos», afirmó.
Necesidad de servicios
Zaida Dapena, directora territorial de Zona Lugo de Abanca, insistió en que las mujeres rurales deben ser un altavoz de las nuevas generaciones, no solo en la actividad económica, y recalcó la necesidad de que las zonas rurales cuenten con una adecuada oferta de servicios: la falta de dotaciones acaba empujando a la población a las ciudades, en donde, agregó, esa mejor cobertura tiene el inconveniente de los problemas de vivienda. También recalcó que Abanca había apostado por estar en municipios de Lugo y de Galicia donde otras entidades no quisieron estar.
Marcos Pérez, director de la Fundación Galicia Sustentable, destacó que la actividad económica en el campo, en la que las mujeres son fundamentales, está conectada con el medio ambiente: a más actividad, más territorio salvado del abandono. «É moito valor», aseguró.
