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Estos plásticos son biodegradables y están elaborados con residuos

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SOSTENIBILIDAD

Martina Miser

Aunque no tienen una ayuda específica dentro de los ecorregímenes, reutilizar los restos agrícolas para elaborar bioplásticos que puedan utilizarse en la agricultura ayuda al cuidado de la biodiversidad que promueve la política agraria común

20 oct 2023 . Actualizado a las 15:52 h.

El uso de plásticos es una constante en Agricultura, sobre todo en un país como España donde «la agricultura bajo plástico» tiene tanto peso. Según los datos del Ministerio de Agricultura recogidos en un informe del 2017, España es el segundo país del mundo en superficie dedicada a la producción hortofrutícola en invernadero permanente tras China, con unas 82.000 hectáreas. Pero, además, un informe elaborado por la Comisión Europea en el 2021 habla de que la mitad de las 160.000 toneladas de restos plásticos que se generan cada año en España, cerca de la mitad proceden de tuberías de riego. El resto proceden de invernaderos o túneles, ensilado, acolchado de suelos, cordeles o envases de plaguicidas. Aunque existen programas de reciclaje de envases, no parece suficiente para mitigar el efecto en el medio ambiente que pueden tener esos restos. Para mejorar la biodiversidad en el campo qué mejor entonces que tratar de rebajar la gran cantidad de restos plásticos que quedan en la tierra. Ahí tienen mucho que decir materiales como los bioplásticos, elaborados a partir de restos orgánicos.

Pero es que además de las prácticas voluntarias para los agricultores y obligatorias para los estados recogidas en los ecorregímenes de la nueva política agraria común (PAC), el uso de restos de poda para esos bioplásticos es otra de las prácticas, que, aunque no tienen ayuda específica dentro de esos ecorregímenes, contribuyen indirectamente al fomento de la biodiversidad que reivindica la política agraria común. Porque todo ayuda.

Naciones Unidas fue categórica: Los plásticos usados en agricultura, desde los que recubren los fertilizantes a los que se usan para envolver la paja que se produce en el campo, están poniendo en riesgo la producción de alimentos al ser un elemento contaminante para el suelo. Lo advierte en el informe Foresight Brief, donde dice que es preciso dar un giro hacia el uso de otros materiales alternativos.  

En eso parece que están trabajando algunos centros de investigación como el Instituto Tecnológico del Plástico (Aimplas). Una de las líneas de investigación es la creación de bioplásticos a partir de restos orgánicos no aptos para consumo. Eso permite, por un lado, mejorar la gestión de los residuos que genera la agricultura y, por otro, obtener biopolímeros y aditivos con los que fabricar envases más respetuosos con el medio ambiente.

Uno de los proyectos en los que trabaja este centro fue bautizado como RASPONS y busca reutilizar los residuos de la poda de la vid, el deshoje de racimos o del prensado de la uva para obtener cajas de plástico compostables, parecidas al cartón, para las botellas de vino. «Los nuevos productos plásticos deben ser compostables y mantener las propiedades mecánicas requeridas», asegura Chelo Escrig, investigadora principal de este proyecto. La iniciativa también «permitiría reducir el coste en la materia prima de los productos de cartón tradicionales al sustituirlos por subproductos de la industria vitivinícola».

En el instituto tiene más proyectos de este tipo, como GO CHMAPLAST, que, entre otros objetivos, persigue sustituir el plástico que se utiliza en este cultivo por otro compostable; o Magaya, que busca aprovechar el residuo que se produce al elaborar la sidra y transformarlo en un biopolímero que pueda ser utilizado en otros procesos. También están trabajando en VALPLA, que quiere revalorizar los residuos sólidos urbanos, los subproductos de la industria agroalimentaria y la biomasa lignocelulósica como alternativas a los recurso fósiles para la elaboración de bioplásticos. 

Todos estos proyectos permitirían, sin duda, caminar hacia una agricultura más sostenible y respetuosa con la biodiversidad, tal y como reclama la nueva Política Agraria Común. Porque ya no solo no habría que preocuparse por deshacerse de los plásticos, que podrían ser reutilizados para confeccionar otros materiales, sino que estos serían compostables y biodegradables, lo que haría mucho más sencillo eliminarlos sin que dejen huella en el medio ambiente.