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«Despois de 21 horas sobre a quilla pensaba en 'Color esperanza' e na filla adolescente»

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

SOMOS MAR

BASILIO BELLO

Tinito, de Fisterra, se salvó de tres naufragios, evitó otro y sigue en el mar

23 feb 2022 . Actualizado a las 10:24 h.

«Saín pola mañá aos róbalos e tiven que escapar porque había moito mar, pero me metín na ría e aínda collín catro xardas». El sábado, toda la Costa da Morte estaba bajo aviso naranja, con mar de fondo del noroeste y olas de entre cinco y seis metros de altura, pero para Tinito, como se conoce a Agustín Traba, la pesca es una adicción. A sus 66 años ha sobrevivido a tres naufragios, evitó otro in extremis en la costa de África, y en el 2020 se dislocó un hombro al caer en su embarcación, la pequeña Rosa dos Ventos.

La gran hazaña de Tinito fue mantenerse en pie durante 21 horas sobre la quilla de la María, la lancha que se agenció mientras esperaba a que le terminaran el San Guillermo, que también se hundió. Sin embargo, el naufragio que más sintió, y del que aún le cuesta hablar, fue el del Leste, el mejor barco que nunca ha tenido. No hay en la historia de Agustín Traba más víctimas que sus propias embarcaciones y ahora tiene «o corazón destrozado» por la tragedia del Villa do Pitanxo, pero no hay quien lo saque del mar.

Traba es el mayor de una familia de Fisterra de ocho hijos (siete varones y una mujer), que se embarcó ya con 17 años en el congelador Mirador de Fito, comandado por José Miñones Vilas, de Corcubión. Llevaban 900 toneladas de merluza con la bodega sellada, porque Namibia así lo había ordenado, y volvían a España tras una campaña de varios meses. Casi 30 personas en la tripulación, y la mayoría dormían. Al joven Tinito lo mantenía despierto un libro cuando notó un golpe de mar y empezó a gotear agua por el ojo de buey. Salió disparado para avisar al capitán, pero para entonces ya habían perdido buena parte de la popa, el mar entraba a espuertas en cubierta y había comenzado la escora. La alarma fue providencial. Perdieron la pesca, pero tuvieron tiempo para reaccionar. Al día siguiente, el capitán subió al chaval a una mesa del comedor y le agradeció la vida de todos. Medio reparado el destrozo, el regreso se demoró muchos días, pero Agustín aún volvió otras ocho campañas. Tan muchacho lo veían que ni se atrevían a darle las casi 300.000 pesetas que había ganado por si las perdía. 

Otra burla a la parca

En el 2001 también escapó a la muerte en otra singladura. Había salido con el Leste, de 14 metros. Lo había comprado en Ribeira y lo arregló a su manera. Iba con su hermano José María, todavía era de noche y eso hizo que no viese un tronco que flotaba y que le abrió una vía, haciendo que el agua entrara en la sala de máquinas. Intentó conectar la bomba de achique, pero ya no había nada que hacer. Los recogió el Mercedes. Después de aquello, y mientras esperaba a que le construyeran el San Guillermo, le regalaron la María, una lancha a la que puso motor. Había gestionado muchas compraventas de tonelaje para la regularización de embarcaciones y se la dio un armador agradecido.

En el 2003 iba a bordo de ella a por robalizas a la Carraca, un bajo que se ve desde el faro de Fisterra. Le venía el mar por Levante y quizá porque el motor era demasiado pesado, la lancha se dio la vuelta. Creyó que no aguantaría a flote e intentó nadar con una boya de yate atada al cuerpo, pero a los 20 metros un calambre en una pierna le hizo desistir. La embarcación seguía allí porque tenía compartimentos estancos. Logró subir y encontró el punto de equilibrio para mantenerse en pie. Pensó que su padre se daría cuenta de su ausencia, pero tenía cita en el médico a las dos de la tarde y se demoró. Mientras, la corriente lo iba empujando fuera de su posición y cuando sobre las tres fue su familia a ver si lo avistaba desde el cabo da Nave y no lo vieron, supieron que algo malo había ocurrido.

Una agonía

Las siguientes horas fueron una agonía. «O primeiro barco que vin foi un mercante da Sicar. A 300 metros cambiou de rumbo. Despois veu o Alonso de Chaves e fixo o mesmo. Eran as 11 da noite e me enfoca a lancha de Salvamento. Tiven que pechar os ollos, pero non me encontrou. Da seguinte vez pasou case a 100 metros. Berrei ata quedar sen voz. Daquela veu o helicóptero con foco que pasou cerca da proa dúas veces e marchou. Eu rezaba ao Santo Cristo da Barba Dourada e á Virxe do Carme e sacaba forzas porque tiña unha filla adolescente e tiña que apoiala», recuerda. Esa muchacha de entonces es la combativa Claudia Traba, abogada que se enfrentó a la jueza de Marbella por el famoso caso de la Galicia profunda. Aún pasó Tinito muchas horas sobre la quilla. Había perdido una bota, tenía los pies destrozados y combatía el frío y los calambres golpeándose con los puños. Por la mañana pasó el Hermanos Romero y tampoco lo vio. «Non sentía os pés e pensei tantas cousas... Na canción Color esperanza, no mariño do submarino Kursk que escribiu sen luz e case sen osíxeno para despedirse... Tiña unhas dores terribles...». Al borde ya de sus fuerzas oyó el helicóptero sobre su cabeza. Ni en su casa esperaban ya encontrarlo vivo. No solo eso, sino que de camino al hospital departió con el comandante y hasta tuvo pudor al quitarse su ropa. «¡Qué bonita es Galicia!», le dijo al verla por primera ve desde el aire.

No fue el último susto, su San Guillermo se hundió en el 2017 y a Tinito hubo que sacarlo de nuevo del agua.