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La otra cara del «calvario» de un patrón de pesca español retenido 46 días en Mauritania

SALVADOR SERANTES REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

El patrón José Alberto Bermúdez, el 5 de septiembre, cuando compareció con su abogado en una rueda de prensa en Sevilla
El patrón José Alberto Bermúdez, el 5 de septiembre, cuando compareció con su abogado en una rueda de prensa en Sevilla Joaquín Corchero / Europa Press

El armador del barco donde faenaba acredita desde Nuadibú el «trato excepcional» que recibió e hizo posible la liberación del acusado de arrollar con el Peix Mar Veintisiete a una falúa, un naufragio en el que murieron cuatro jóvenes y dos sobrevivieron

24 sep 2023 . Actualizado a las 09:46 h.

Es real, con ingredientes de sobra para el argumento de una película sobre el infierno de un marinero español en un país árabe, pero había bastantes lagunas. De la retención durante 46 días de un patrón de pesca en Nuadibú (Mauritania) informó el abogado Fernando Osuna, quien hablaba en nombre de su cliente, y solo una vez el propio afectado, José Alberto Bermúdez. Describieron un «calvario, una situación extrema y dramática» en la que el patrón declaró sentirse «indefenso, solo y abandonado». Desde ese puerto africano, donde operan pesqueros españoles, Aziz Boughourbal, representante de la armadora del arrastrero que comandaba Bermúdez, acredita con documentos oficiales el naufragio con cuatro muertos y dos supervivientes del que responsabilizaron al español. Él siempre ha negado que sucediese.

Boughourbal destaca el «trato excepcional» que recibió el patrón, pese a estar acusado de cuatro homicidios involuntarios, denegación de auxilio y obstrucción a la justicia. Igual que la empresaria gallega Estrella Otero, considera «correcta» la actuación de las autoridades mauritanas. Para Boughourbal, la «comprensión» que mostraron, el «interés del cónsul Javier Ruiz» y las gestiones de la empresa armadora, libraron a Bermúdez de «dormir en el calabozo», pues pernoctó los 13 primeros días en su barco y los otros 33 en un hotel de cuatro estrellas. Y durante ese tiempo, negociaciones extrajudiciales y compensaciones económicas hicieron posible su liberación. Conseguir que el patrón regresase a su casa en Isla Cristina (Huelva) ha costado de momento alrededor de 90.000 euros. 

«Acusaciones falsas»

Desmentido por separado. «Puedo entender que se asustase porque ha sido muy doloroso, murieron cuatro chicos, pero no las declaraciones y acusaciones totalmente falsas», dice Boughourbal. «Menuda película de aventuras se han inventado», lamenta desde una ciudad de más de 100.000 habitantes Otero, titular del Galloufa, un restaurante de referencia, punto de encuentro de españoles y gentes del mar. Supo de lo ocurrido «de primera mano» porque conversó con Bermúdez ya que comía allí casi a diario, «a gastos pagados», y con otras personas que le ayudaron.

A unos 2.600 kilómetros de Galicia, han seguido lo publicado en este diario con informaciones difundidas por agencias. Y Otero, natural de A Illa de Arousa, no dudó en dirigirse a La Voz para contar lo que sabe. Reside desde hace quince años en Nuadibú, donde ha «cooperado con marineros españoles y sus familias cuando hubo accidentes u otros problemas». Además de accionista mayoritario de la armadora del barco donde faenaba el español, Boughourbal es consignatario.

A ambos les parece «una injusticia que acusen al consulado español en Nuadibú y a la Embajada de España en Nuakchot de desatención». Y Otero insiste en que las autoridades mauritanas «siempre acogen bien a los ciudadanos españoles en general y a los marineros en particular». 

Pensando en el futuro 

«Al próximo español con problemas puede que no lo traten igual». Los dos coinciden en que las «acusaciones falsas y el comportamiento» de Bermúdez pueden pasarle factura a otros marineros españoles. «Si se da un caso de este tipo, quizá sus compañeros sí acaben en prisión, como probablemente sucedería en otro país, pero él ha recibido un trato de favor», dice Otero. «En casos como este, en otros países seguramente aún estaría en la cárcel, a la espera de juicio. Me da pena porque al próximo español con problemas puede que las autoridades mauritanas no lo traten como a él», señala Boughourbal. 

33 días en un hotel

Sí estuvo en la gendarmería, pero no durmió en la cárcel. «No pasó ni una noche en el calabozo, estuvo trece día en la gendarmería del puerto de ocho de la mañana a cuarto de la tarde, y por la noche iba a dormir al barco, que reparaban en el muelle», afirma el armador. «En cuanto acabó la investigación, negociamos con las autoridades el permiso para alojarlo en un hotel. Aceptaron como garantía [de que no huiría] el pasaporte del director de nuestra empresa», sostiene.

Otero lo corrobora: «En ningún momento ingresó en prisión. Con todos los gastos pagados, lo hospedaron en uno de los mejores hoteles de la ciudad, con total libertad de movimientos y de comunicación». Una factura en uguiyas, la moneda mauritana, por unos 2.043 euros confirma la estancia de José Alberto Bermúdez en el Hotel Sahel del 26 de julio al 29 de agosto.

El Peix Mar Veintisiete, de 33,53 metros de eslora, tiene base oficial en Huelva y pertenece a una armadora radicada en Las Palmas de Gran Canaria
El Peix Mar Veintisiete, de 33,53 metros de eslora, tiene base oficial en Huelva y pertenece a una armadora radicada en Las Palmas de Gran Canaria R.G.F.P.

Culpan al Peix Mar Veintisiete de un naufragio en el que murieron 4 jóvenes y 2 sobrevivieron

Todo comenzó pasadas las cuatro de la madrugada del 14 de julio, en el Atlántico, a unos 50 kilómetros al suroeste de Nuadibú. Un barco arrolló al pesquero artesanal mauritano Ejmam, una falúa de poliéster y unos 14 metros de eslora. A bordo iban el mauritano Souley Amadou y el senegalés Mor Ndiaye Diop, de 31 y 36 años, que se salvaron subidos al casco, quilla al sol. No lo lograron sus cuatro compañeros, Taleb Ely, Brahim Djibril, El Bou Vadel y Brahim Beidar, mauritanos de 17, 20, 21 y 25 años. De la hora, lugar y otros detalles, informaron los supervivientes cuando los rescataron. Volcada, dañada y con un boquete en el costado, se recuperó la falúa. Días después hallaron dos cadáveres. Según el armador, una investigación oficial demostró que a esa hora y con ese rumbo la geolocalización satelital solo registró el paso del arrastrero español cuyo nombre se publica ahora por primera vez, el Peix Mar Veintisiete, un barco de acero de 33,5 metros de eslora y con base oficial en Huelva. Ahí, en Isla Cristina, reside Bermúdez, de 41 años, quien esa noche estaba de guardia, relevando al patrón mauritano.

El único detenido

Huellas en los cascos. Cuando el buque español atracó en Nuadibú, las autoridades le tomaron declaración a la veintena de tripulantes, de varios países. Dejaron libres a todos, menos a Bermúdez, al considerarlo responsable pues en el momento del siniestro mandaba el Peix Mar Veintisiete. La investigación incluyó un informe pericial de la aseguradora. Según Boughourbal, la falúa «tenía restos de pintura roja», la misma del casco del arrastrero español. Y en la proa de este, añade, se veían huellas del color grisáceo del Ejmam. 

Captura de pantalla de un vídeo donde se ve la proa del arrastrero español Peix Mar Veintisiete
Captura de pantalla de un vídeo donde se ve la proa del arrastrero español Peix Mar Veintisiete E.O.

El relato del patrón 

«Indefenso y abandonado». La retención en Mauritania la hizo pública el 4 de agosto su abogado, Osuna. Anunció la liberación el 8 de agosto, después que se atrasaba y el 30 la confirmó. El 5 de septiembre comparecieron juntos en Sevilla ante la prensa. 

«El barco durante mi guardia no tuvo ninguna colisión. Tengo pruebas y el testimonio de la mayoría de la tripulación, aunque dos sí escucharon un golpe tremendo. Si hubiese trincado a ese barco a la velocidad que iba el mío, no habría dejado ni las astillas. Y si hay un accidente, yo no dejo a nadie tirado en el mar, la vida humana es sagrada. Me he visto indefenso y completamente abandonado», declaró el patrón, según Efe y Europa Press.

También contó que había estado 13 días en un calabozo, donde incluso había sido agredido por familiares de víctimas del naufragio. Efe recogió que el 29 de agosto un guardia civil se acercó al hotel donde se alojaba y le dijo «sal pitando», aunque también se publicó que fue un miembro de la armadora. Un taxi lo trasladó 900 kilómetros por el desierto hasta El Aaiún, desde donde viajó en avión a Casablanca y a Sevilla.

Citando a su cliente, el letrado apuntó que el naufragio podría ser una simulación para cobrar indemnizaciones y la retención, una medida de presión.

Agresión en el calabozo 

«Es mentira que un guardia civil le dijese que saliera pitando» . Sobre la agresión en el calabozo, Otero recuerda que «Alberto aquí contaba que un día, mientras fumaba en la calle frente a la gendarmería, familiares de los fallecidos le increparon y la viuda [del único de los muertos casado] le lanzó un zapato».

«Es mentira que un guardia civil fuese al hotel y le dijese que saliera pitando en un taxi. Cuando se cerró el caso y las autoridades dieron el visto bueno, la armadora le proporcionó el transporte», dice Otero. «Se fue normalmente, en libertad, pero durante diez años aún puede reabrirse el caso y ser extraditado a Mauritania», aclara el armador.

En cuanto al viaje en taxi por el desierto, ambos lo atribuyen a que el aeropuerto de Nuadibú no estaba plenamente operativo.

La «compensación islámica» permitió el pacto extrajudicial

El patrón y, en su nombre, su abogado cuestionaron al consulado en Nuadibú y a la diplomacia española en el país. «Es totalmente falso que el consulado lo abandonase, hablaban conmigo a diario, y también se interesaron desde la Embajada en Nuakchot. Son claves en el trato excepcional que recibió», destaca Boughourbal.

«Pasé por tres jueces diferentes y tuve cuatro o cinco juicios», afirmó el patrón. «Siguiendo la tradición de la compensación de la religión islámica, si las dos partes llegan a un acuerdo sobre la indemnización por los daños, ese trato civil permite resolver el proceso judicial», explica Otero.

Un acta notarial demuestra el pago de 50.300 euros al dueño de la falúa. Según Boughourbal, cada familia de los dos náufragos cuyos cuerpos se recuperaron aceptó 8.536 euros y cobrar el salario mínimo mensual en el país, 170 euros. A cada superviviente lo indemnizaron con 1.200 euros.

Otro explicación del pacto extrajudicial la comenta Boughourbal. Tras investigar si el Peix Mar Veintisiete «se había fugado, entendieron que había sido un trágico accidente y también comprobaron la buena voluntad del armador para reparar los daños».

La Voz le ha ofrecido a Osuna, representante legal del patrón español, la opción de comentar esta información que cubre lagunas de lo relatado hasta ahora.