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Las familias del Villa de Pitanxo, en Terranova: «El vínculo de gratitud será imperecedero»

J.R. VIGO / LA VOZ

SOMOS MAR

cedida

Agradecieron a las autoridades de Canadá su trato estos dos años y vivieron emocionados el descubrimiento de la placa y la estatua

22 jun 2024 . Actualizado a las 12:28 h.

Los muertos necesitan una tumba para descansar en paz. Doce de los 21 fallecidos en el naufragio del Villa de Pitanxo nunca la tendrán. Su panteón está en el fondo del mar, en Terranova, Canadá. Ayer, desde un balcón a la inmensidad del océano en San Juan de Terranova, 11 familiares destaparon una simbólica tumba que no está bajo los pies. Emerge en forma de placa y estatua: «Estábamos muy emocionados y contenidos porque hay que poner un muro a todos los sentimientos que se te agolpan. Estábamos mirando al mar, a este océano. Y fue un acto que no pudo haber sido más emotivo, austero, para honrar a los 21. Nos ha emocionado mucho», explicó María José de Pazo, hija de un fallecido y portavoz de las familias a 3.580 kilómetros de Galicia.

La emotividad del acto convivió con el factor emocional. Altos representantes del Gobierno de Canadá, del español y gallego y responsables del operativo de rescate tras el naufragio ocurrido el 15 de febrero del 2022. De Pazo expresó su gratitud a los canadienses por su trato desde que se conoció la tragedia. «Ha creado un vínculo de gratitud que será imperecedero. La altura de un país se mide por como trata a sus muertos y vosotros habéis tratado y respetado a los nuestros como si fuesen vuestros», declaró.

La placa reproduce los nombres de los 21 fallecidos y cierra el mapa de las ausencias que dejó la catástrofe. Hay otras nueve colocadas en ayuntamientos natales o de residencia de cada difunto. Y ayer, de manera sincronizada con los actos celebrados en Terranova, cada placa fue rodeada de ramos de flores. Durante la ceremonia en Terranova también hubo flores: los 11 familiares desplazados a Terranova depositaron en el monumento una rosa blanca por cada uno de los 21 fallecidos mientras se leían sus nombres. La placa y la escultura se instalaron en el parque Harbourside, a pocos metros del muelle al que, tres días después del naufragio, llegaron los tres superviviente —el patrón, Juan Padín; su sobrino, el marinero Eduardo Rial; y el marinero de origen ghanés Samuel Kwesi Koufiey nueve cadáveres recuperados.

La intervención del embajador de España en Canadá, Alfredo Martínez Serrano era deseada por las familias. Le agradecen su sensibilidad y dedicación desde el mismo momento que trascendió las consecuencias del naufragio. Desde entonces, tampoco ha cesado. Se volcó con la organización de los actos celebrados estos días lo más cerca posible de la zona del hundimiento, a 450 millas náuticas. Martínez Serrano recordó durante el acto que los 21 fallecidos eran ciudadanos de España, Perú y Ghana, y destacó que todos forman parte «de la misma familia. Todos fueron buenas personas, dedicadas a su trabajo y a sus familias», añadió el diplomático español.

Tanto Martínez Serrano como De Pazo agradecieron la labor de los responsables de los servicios de búsqueda y rescate de Canadá que durante las 36 horas después del hundimiento del Villa de Pitanxo intentaron rescatar a los ocupantes de la embarcación a pesar de las malas condiciones meteorológicas. Posteriormente, la dotación de la patrullera española Tarifa, que transportó hasta San Juan de Terranova la escultura Dos Orillas, obra de Arturo Berned, y que ha sido donada por la Cámara de Comercio de España en Canadá, cantaron la Salve Marinera, el himno oficial de la Armada española.