La flota trata de frenar el intento de vetar el comercio de aletas separadas
SOMOS MAR

Insisten en que la sostenibilidad se puede lograr con medidas de gestión
10 jul 2024 . Actualizado a las 04:45 h.¿Porque algún conductor circule por la autopista a más velocidad del límite permitido hay que cerrarla? ¿Porque haya alguna flota —que decididamente no es europea— que practique el finning (cercenar la aleta y tirar el cuerpo del tiburón al mar) hay que prohibir la venta de extremidades por separado? ¿Si muchas de las 500 especies de tiburones que existen en los océanos están en peligro hay que prohibir también las dos que pesca la flota comunitaria, que no están al borde de la extinción, que están sometidas a cuota y cuyo comercio está estrictamente controlado por CITES? Pescadores, procesadores, operadores, comercializadores, compradores y Administración desplegaron ayer su batería de datos y argumentos para hacer ver a Bruselas que prohibir la venta de aletas separadas del cuerpo no servirá de nada para proteger los tiburones y para salvar a los océanos, puesto que se trata de una pesquería y un comercio global en el que la flota comunitaria es solo una gota. Y, sin embargo, tendrá unas consecuencias sociales y económicas importantísimas en dos zonas de elevada dependencia, como son Galicia y Portugal, que acaparan la flota de palangre de superficie que pesca marraxo (Isurus oxyrinchus) y tintorera o quenlla (Prionace glauca).
La Comisión Europea organizó en Vigo, en la sede de la Agencia Europea de la Pesca, una audiencia pública para abordar la iniciativa ciudadana Stop Finning-Stop the Trade, que consiguió reunir un millón de firmas para prohibir el comercio de aletas separadas del cuerpo. Hubo mucha participación, explican fuentes de las organizaciones de productores. Intervenciones tanto por parte del sector como de la Administración española y las oenegés. Y se pudo apreciar perfectamente que las posturas están todavía muy divididas. Y encontradas. Mientras la flota y el resto de la cadena apuesta por la vía de la gestión pesquera para conseguir la sostenibilidad, las organizaciones promotoras de la iniciativa insisten en que la única forma de alcanzarla es prohibiendo el comercio.
Por parte del Ejecutivo comunitario se explicaron los resultados de la consulta pública realizada. Hubo más de 3.300 aportaciones, pero la mayoría procedían de ciudadanos particulares de Francia y Alemania, solo hubo 13 de institutos científicos, pocos de los Estados miembros y menos de una decena del sector pesquero. Además, puso sobre la mesa cinco escenarios. El primero es no hacer nada y mantener el statu quo; el segundo, poner en marcha una certificación de pesca sostenible que implique un mayor control; también se plantea potenciar convenios bilaterales con terceros países que también explotan tiburones; hasta llegar a la prohibición de vender las aletas separadas del cuerpo y el «irreal» de conseguir una prohibición a nivel mundial, explica Juana Parada, gerente de Orpagu.
Sergio López, gerente de la Organización de Productores de Burela, expresó la preocupación de la flota por que se está valorando una prohibición que puede llevar al colapso a las empresas. «Sin ser xusto, ademais», puesto que descargan los escualos con las aletas adheridas, como están obligados, pero el mercado de las extremidades es uno y el de los cuerpos es otro.
En ese sentido, tanto Parada como López explicaron que ha cambiado mucho la normativa y las exigencias desde que se presentó la iniciativa ciudadana. Para empezar, tanto el marraxo como la quenlla necesitan un certificado CITES para comercializarse, desde el 2103 están obligados a descargar juntos cuerpos y aletas, tienen en marcha un proyecto de mejora de pesquería (FIP Blues) y hay fijadas cuotas para la tintorera tanto en el Atlántico norte como en el sur. Por eso insisten en que la solución pasa por aplicar medidas de gestión. Con el veto lo único que se va a conseguir es «deslocalizar la actividad de la flota, porque se trata de una actividad global y los operadores son internacionales», apunta Parada.