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Quince años del secuestro del Alakrana: todo un reto para la entonces incipiente operación Atalanta

Efe MADRID

SOMOS MAR

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El atunero de la empresa vasca Echebastar, con ocho marineros gallegos a bordo, permaneció en manos de piratas somalíes durante 47 días

02 oct 2024 . Actualizado a las 13:48 h.

Este miércoles se han cumplido 15 años del secuestro del atunero vasco Alakrana en el océano Índico. El destino de sus 36 tripulantes, 16 españoles (8 gallegos), estuvo en manos de piratas somalíes durante 47 días. El suceso mantuvo en vilo a España y puso el foco sobre el peligro que iba creciendo en la zona. El operativo de liberación del pesquero se puso en marcha en el marco de la operación Atalanta. Para la entonces recién creada misión naval de la Unión Europea este largo cautiverio supuso un reto importante, señala su comandante, el vicealmirante español Ignacio Villanueva Serrano.

En el 2009, el Índico se había convertido en un área de alto riesgo para los miles de barcos que anualmente cruzaban el mar Rojo, el golfo de Adén y la costa de Somalia. En 2008 hubo 134 ataques y 40 secuestros de navíos, entre ellos, el del pesquero español Playa de Bakio, lo que evidenció que no solo los mercantes estaban en el punto de mira de los delincuentes. También los pesqueros.

Ante tal situación, el 8 de diciembre del 2008, el Consejo de la UE creó Atalanta o la EU Navfor, para proteger el tráfico marítimo de la acción de los piratas, en especial los del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, pero, de paso, a los pesqueros.

No había pasado un año desde su constitución cuando, en la madrugada del 2 de octubre, el Alakrana fue asaltado por un grupo de piratas somalíes. Dos fragatas españolas participaron en el operativo: en un primer momento la Canarias y, después, la Méndez Núñez. En total, más de 560 militares de las Fuerzas Armadas, según informó la entonces ministra de Defensa, Carme Chacón.

¿Qué significó para España? «Todo secuestro de barcos mercantes o de pesca supone un reto y una gran responsabilidad que pone en marcha un proceso muy complejo para estar en disposición de resolverlo de la mejor manera posible», señala el vicealmirante Villanueva. El caso del Alakrana en concreto fue del máximo interés, que afectaba a un Estado miembro de la UE, y las las lecciones aprendidas pasaron a integrar el acervo de Atalanta, asegura el responsable. Ese secuestro, como el resto a los que se ha enfrentado la misión, son «una librería de lujo. Todos sirven para mejorar los procedimientos de defensa y conocer mejor el modus operandi de los piratas».

¿Qué supuso para España?

Aunque Villanueva no se considera voz autorizada, cree que el Gobierno tuvo que manejar una crisis muy compleja y representó un golpe de realidad de lo que significaba la amenaza pirata. Una consecuencia fue «sin duda», la decisión de apoyar «muy decididamente» a la recién iniciada operación Atalanta. España se implicó a fondo, así es que el cuartel general está en Rota (Cádiz) y la manda un almirante español. Además, se modificó la normativa para permitir que equipos de seguridad embarcados en los atuneros pudieran llevar armamento bajo ciertas condiciones, agrega.

Repunte de la piratería

Desde el secuestro del Alakrana, el pico más alto de la piratería en el Índico se vivió en enero del 2011, cuando los piratas llegaron a tener retenidas a 736 personas y 32 buques. A partir de entonces los ataques disminuyeron hasta alcanzar una calma que duró cinco años sin ningún secuestro. Hasta noviembre pasado, con más de 40.«Desde Atalanta siempre hemos sostenido que la piratería estaba suprimida, pero no erradicada», advierte Villanueva.

El vicealmirante achaca este «fuerte resurgimiento» en el último año a que los piratas han aprovechado la crisis de los hutíes en el mar Rojo, en la que la comunidad internacional ha centrado la atención, para trasladar sus acciones al Índico. La forma de actuar de los piratas sigue siendo casi la misma: usan pequeños esquifes para asaltar embarcaciones de corte medio que hacen de buque nodriza, con los que navegan hasta el medio del Índico para secuestrar buques de mayor porte.

La forma de afrontarlos sigue siendo también la misma, según el vicealmirante. Cuando se produce un ataque, las fuerzas de Atalanta participan y permanecen alerta para intentar interceptar la operación o hacer el seguimiento y tratar de que acabe de la mejor manera posible. No obstante, reconoce que ahora se tienen unas herramientas «más poderosas» y Atalanta está «más imbricada» en la seguridad marítima regional.

Opciones de actuación

Cuando ocurre un suceso de estas características, se ponen sobre la mesa todas las posibilidades. «Se plantea lo que llamamos un abordaje con oposición, la negociación, etcétera, y depende de cómo evolucione el conflicto, se va hacia un lado o hacia otro», siempre priorizando la seguridad de los secuestrados.

¿Hoy se hubiera actuado igual que entonces? «No lo sé, probablemente sí». Después de 47 días de máxima tensión, el 17 de noviembre se producía el desenlace del Alakrana y el 20 llegaba a Puerto Victoria (Seychelles) con sus 36 tripulantes sanos y salvos, escoltado por las fragatas Méndez Núñez y Canarias.

Tras la liberación, la entonces vicepresidenta del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, elogió el papel de los militares españoles y reveló que «no se descartó ninguna opción, ni la de intervenir». Algunos medios publicaron que se había pagado un rescate, algo que el Gobierno siempre negó. «Yo no te puedo decir si se pagó o no se pagó porque lo desconozco», zanja el vicealmirante.

Atalanta 2.0

Casi dieciséis años después de la creación de la misión de la UE, Villanueva asegura que ahora es más compleja y activa y está más coordinada con otros actores importantes en la zona. «Yo la llamo Atalanta 2.0», afirma.

La misión europea continúa con mayor fuerza que nunca, con personal trabajando todo el día pensando siempre en la seguridad de todos los ciudadanos europeos y para que no se vuelva a repetir un caso como el del Alakrana.