
Los expertos denuncian una catástrofe ambiental que avanza sin remedio , como la del camelote, que colonizó el Guadiana
13 mar 2025 . Actualizado a las 14:47 h.El río Miño está perdiendo la batalla. La planta invasora egeria o elodea densa, conocida como broza de Brasil, avanza sin freno, alcanzando ya los dos metros de altura en muchas zonas y formando extensiones densas que reducen el cauce y amenazan su navegabilidad, entre Caldelas y el límite de Tomiño con O Rosal. Deportistas, pescadores, vecinos y la propia Comandancia Naval advierten del peligro de una inminente catástrofe medioambiental.
Noé Ferreira-Rodríguez, investigador del CBMA (Centro de Biología Molecular e Ambiental da Universidade do Miño) lleva advirtiendo sobre la situación desde el 2017, cuando trabajaba en la Universidade de Vigo y llamando a todas las puertas en busca de soluciones y proponiendo alternativas. «As estratexias máis eficaces son as de prevención antes de que a planta se estableza. No caso do Miño, esta oportunidade perdeuse e, a día de hoxe, a súa erradicación xa non é factible», sentencia ante la «nula ou escasa resposta das administracións neste tempo»..

Las imágenes son impactantes. «Cual salida de una película de terror, el Miño ya no refleja la catedral de Tui sobre el cauce en los días claros, sino los brazos de la invasora que asedia toda la ribera», comenta una vecina. «Hay tramos en los que supera los 2 metros de altura y zonas en las que se pierde más de un metro de cauce al año», advierte también el presidente del Club de Remo do Miño, Manuel Ángel González. «O quitamos esto o el río se muere», advierte con la misma determinación con la que apeló y se ofreció a coordinar una actuación conjunta, con el mismo diagnóstico, hace ya meses el comandante naval del Miño, Andrés Díaz-Ripoll.
La planta forma «auténticos campos de lavaza que se multiplican con el sol y el calor», explica Manuel Ángel González, presidente del Club de Remo do Miño. «Nosotros ya solo vamos por el canal de agua donde aún no hay, porque volcar en alguna de esas extensiones gigantes que salen a flote es quedarte ahí, porque no se puede nadar».

«A situación era plenamente coñecida polas administracións desde hai máis de sete anos, cando se lles fixo un chamamento urxente», insiste Ferreira. Sin embargo, «malia as advertencias continuas, a resposta foi escasa ou inexistente e, agora o dano ecolóxico e económico será irreversíble», advierte. El educador ambiental Antón Lois, de la ONG Amigos da Terra, señala que «buena parte de los problemas que produce en nuestro entorno la elodea densa tienen que ver con la extraordinaria densidad con la que ocupa los cursos fluviales, desplazando otra especie autóctona». Además, «sus largos tallos se enredan en las hélices de las embarcaciones llegando en ocasiones a bloquear el eje de los motores», advierte, al igual que Manuel Ángel González y el comandante naval. En Caminha, acaban de aprobar por unanimidad una moción urgente para solicitar al Gobierno luso que medie con España para acometer un dragado «ante el peligro inmediato de que el río se convierta en un ecosistema muerto por la acumulación de los sedimentos». El alcalde Rui Lages advierte que «ya se han formado nuevas islas y que en ciertas mareas la pesca se vuelva impracticable, lo que compromete la seguridad de los pescadores». «Las embarcaciones turísticas se ven frecuentemente varadas y también impacta sobre la seguridad marítima y la defensa nacional», dice.
Se refiere solo al dragado, porque la elodea densa aún no tocó Caminha, aunque solo es cuestión de tiempo. Río arriba también apelan a ese dragado para combatir la plaga «porque al haber menos fondo, las corrientes son cada vez más fuertes, pero además le llega más luz a la planta y crece».

El subdelegado del Gobierno, Abel Losada, visitó hace unos días la zona junto al comandante naval para analizar la situación y se comprometió a trasladar la información al Servicio de Patrimonio Natural de la Xunta de Galicia. Además, expresó su apoyo a la creación de un proyecto europeo en colaboración con Portugal para combatir las especies invasoras. Según indicó, el CEDEX, organismo técnico del Ministerio de Transportes, está realizando «un estudio sobre la dinámica fluvial antes de tomar decisiones».
Pero el tiempo corre y el clamor social es unánime: «Ya es tarde». La falta de movilización de medios recuerda al desastre del Guadiana con el camalote, donde ni el ejército logró erradicar la plaga. Si nada cambia, el Miño está condenado a un destino similar.