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«El principal desafío» de la OMI es la seguridad del transporte marítimo y de las tripulaciones de los mercantes

Giovanna Ferullo Mena EFE/ CIUDAD DE PANAMÁ

SOMOS MAR

El carguero Marlin Luanda, alcanzado por un misil frente a las costas de Yemen el 27 de enero.
El carguero Marlin Luanda, alcanzado por un misil frente a las costas de Yemen el 27 de enero. DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

Las navieras deben asumir el coste de la descarbonización porque «debemos reconocer que también hemos invertido en contaminar», declara Arsenio Domínguez, secretario general de la organización

31 ago 2025 . Actualizado a las 09:22 h.

Los conflictos geopolíticos se erigen como el principal desafío de la Organización Marítima Internacional (OMI), según su secretario general, Arsenio Domínguez. Crisis como la del mar Rojo son producto de «aspectos geopolíticos que están fuera de nuestro control, pero que tienen un efecto negativo dentro del transporte marítimo», dice y destaca que la seguridad marítima es «el principal desafío» que enfrenta el ente de las Naciones Unidas. «Nosotros no estamos capacitados, los buques comerciales no están capacitados para defenderse de este tipo de ataques y es por esto que hay mucha más interacción y sinergias que estoy estableciendo con diferentes organismos de Naciones Unidas, con los países miembros de la organización (OMI), para abordarlos», afirmó.

En julio pasado rebeldes hutíes del Yemen hundieron con misiles a dos buques mercantes en el mar Rojo, dentro de la campaña que mantienen contra las navieras que transportan mercancías para Israel, lo que supuso una escalada significativa en sus operaciones navales y puso de relieve su creciente capacidad para perturbar la actividad marítima en una de las vías navegables más importantes del mundo. En ese ataque «perdimos la vida de cinco personas», dice Domínguez, que agrega que hay «seis marinos» que siguen siendo rehenes de los hutíes.

Frente a la crisis del mar Rojo, la OMI impulsó, en primer lugar, el desvío de los buques de esa ruta hacia el Cabo de Hornos. Esta ruta alternativa «extiende el periodo de tránsito, lo que es negativo para la gente de mar, para las emisiones de carbono. Sin embargo, la seguridad a bordo, particularmente en las personas, siempre es el primer objetivo» de la OMI, destaca su secretario general. «El segundo aspecto han sido las evaluaciones de seguridad que se les ha pedido a todos los operadores y armadores antes de tomar la decisión de si transitan o no por el mar Rojo. Y esto han sido orientaciones que nosotros hemos elaborado conjuntamente con la industria marítima», señala. Y el tercer punto han sido «las acciones que han tomado varios países de enviar flotas navales a proteger el mar Rojo y a darle asistencia a los buques».

Estas situaciones de seguridad podrían ser otro obstáculo para superar el problema del déficit de personal especializado en el sector. «Existe un déficit en cuanto a personal capacitado para que trabaje a bordo de los buques. Por eso estamos trabajando dentro de un programa de cooperación técnica y de capacitación en la Organización, particularmente asistiendo a los países en desarrollo», afirma. La OMI trabaja además «junto con la Cámara Marítima Internacional y la Federación de los Trabajadores del Sector Marítimo a nivel internacional, llevando a cabo medidas de evaluación sobre cómo nosotros podemos abordar el atraer personal nuevo y joven», entre otras iniciativas.

Asumir la descarbonización porque «debemos reconocer que también hemos invertido en contaminar el ambiente»

La descarbonización es uno de los retos de la OMI. Esta agencia de la ONU reconoce que la implementación de las medidas que impulsa para lograr las cero emisiones netas para 2050 tiene un costo económico y pide al sector asumirlo tras años de invertir en contaminar el ambiente, según su secretario general, el panameño Arsenio Domínguez. En una visita a Panamá, defiende el llamado Marco Net-Zero, que establece normas regulatorias sobre el combustible marino y los precios de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), frente al rechazo abierto de Estados Unidos -lo ha tildado de «impuesto global al carbono» que favorecería a China- o las preocupaciones de países en desarrollo que temen impactos negativos desproporcionados para ellos.

«Por supuesto que hay costos en cuanto a la implantación de las medidas económicas y las medidas técnicas para descarbonizar el buque, pero debemos reconocer al mismo tiempo que por muchos años también hemos invertido en contaminar el ambiente», afirmó Domínguez esta semana en un encuentro con periodistas en la Cancillería panameña. El plan de la OMI «es una forma en la que el sector marítimo demuestra su responsabilidad, a pesar de solamente contribuir con aproximadamente el 3 % de las emisiones globales», agregó. «Y las normas de la organización siempre tienen un impacto económico, ya sean las de seguridad, las de protección o las del medioambiente», dijo Domínguez.

El marco regulatorio Net-Zero fue aprobado en abril pasado durante la 83ª sesión del Comité de Protección del Medio Marino (MEPC) en Londres y se adoptará formalmente en octubre próximo antes de entrar en vigor en el 2027. Sus medidas serán obligatorias para los grandes buques transoceánicos de más de 5.000 toneladas, que generan el 85 % de las emisiones de CO2 del transporte marítimo internacional. El objetivo de estas «medidas económicas es reforzar y apoyar la estrategia para reducir y eliminar las emisiones de carbono alrededor del año 2050», reiteró Domínguez, sin dejar de reconocer que «por supuesto que hay algunos países que tienen preocupaciones que es necesario abordar».

Un proceso iniciado hace más de una década

Pero «esta no es una labor nueva», pues la OMI comenzó «a abordar esas medidas desde el 2011 y en abril pasado demostró que el multilateralismo sigue estando vigente» al aprobarlas, expresó Domínguez. El Net-Zero introduce un primer mecanismo global para fijar los precios de las emisiones que, junto con incentivos financieros, pretende animar a las compañías navieras a usar combustibles y tecnologías más limpias y de cero emisiones, como el metanol renovable o el amoniaco.

Este mecanismo de tarifas se aplicará a una parte de las emisiones del transporte marítimo a partir de 2028, con un precio inicial de 100 dólares/tonelada de CO2, y prevé generar ingresos de entre 11.000 y 13.000 millones de dólares anuales, que se destinarán de forma equitativa y con especial atención a los países y Estados insulares menos desarrollados. «Es importante reconocer que este (el marítimo) es un comercio global, y es por eso que necesitamos una sola medida a nivel global», explicó, para destacar que las regulaciones impulsadas por la OMI «van a acabar aportando financieramente a esa transición que el sector marítimo necesita y que nadie va a poder financiar». Sostuvo, además, que «ya está establecida la constante revisión del impacto que puedan tener estas medidas, no solo en el comercio marítimo internacional, sino también en los países, particularmente en los países en vías de desarrollo». La OMI, afirmó, «siempre busca el multilateralismo y abordar todas las preocupaciones» que puedan tener sus 176 miembros.

Medidas ambientales más allá de las emisiones

La OIM desarrolla una agenda de temas ambientales que va más allá de las emisiones de carbono. Así, el ente de Naciones Unidas lleva «años trabajando en disminuir y evitar la transmisión de especies invasoras». Un buque comercial puede fomentar la dispersión de especies invasoras mediante el agua de lastre y las bioincrustaciones en su casco.

«Estamos abordando también la reducción del ruido submarino proveniente de los buques (...) y venimos aumentando nuestro impacto en cuanto al establecimiento de zonas especiales donde transitan buques, donde se introducen medidas adicionales de protección del medio ambiente y esto para contribuir de forma tangible a la implantación del acuerdo que entrará en vigor en cuanto a la biodiversidad más allá de las aguas jurisdiccionales», detalló.