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Naufragio en tiempo de sardinas

José Pino, capitán de pesca

PESCA Y MARISQUEO

El Virxen dos Milagros, en una foto de archivo
El Virxen dos Milagros, en una foto de archivo JOSÉ PINO

03 jun 2021 . Actualizado a las 09:36 h.

Foz, a pesar de no poder usar su puerto diariamente desde hace años por cuestiones naturales, fue siempre un referente en la pesca mariñana y su presencia en las costeras cantábricas del bocarte en el golfo de Vizcaya se remontan a una de las sagas más conocidas y que pervive en el recuerdo, los Quintanero. La merma de flota mantuvo a Foz como puerto cerqueiro, y la entrada en el nuevo siglo lo hizo con tarrafas renovadas de las sagas familiares de toda la vida que, a pesar de tener que usar Burela como puerto base, resistían dando riqueza y puestos de trabajo en nuestro litoral. Los barcos del entrañable Ton Rey con sus dos hijos al mando, el Relámpago, los de Cándido y el Agarimo mantenían el mercado de jurel, verdel y, sobre todo, sardina en nuestra zona.

Veinte años después, el panorama en nuestra Mariña es desolador, a la venta del Agarimo Dous para el puerto de Ares se sumaba esta primavera el desguace sin sustitución del Siempre Jesús Dolores, que se está llevando a cabo estos días en los muelles coruñeses de Oza, y esta madrugada del 3 de junio el desgraciado naufragio del Virxe dos Milagros en la costa de Nois, con toda su tripulación a salvo.

Desaparece así el mayor patrimonio material de los recordados carpinteros de ribera que hicieron de Foz un referente en la construcción naval. Estos tres pesqueros eran de madera, de los muy escasos barcos de verdad, de los que se mantuvieron firmes ante la fibra y el acero. A día de hoy solo A Costa de Lugo y A Gaveira mantienen el recuerdo y la nostalgia de sus cuadernas de monte. Sumemos el Marino José, de los sucesores de A Pomba, el Cabaleiro de Moncho y los Ollo de Mar y Mirando o Mar, de Alberto y Germán, los hermanos Rey, y nos quedamos con una flota de cerco en el norte de Lugo de media docena de unidades, flota que se mantiene por continuidad familiar, pero que seguramente no aguantará otro cambio generacional.

La desaparición de un barco es una enorme tristeza para un puerto, la falta de un cerquero en el mes tarrafero por excelencia, como es junio, y su vinculación a la pesca de la sardina para la noche más larga y la entrada del verano oficial por San Juan, es de una simbología inmensa. Desaparece, además, parte del paisaje marinero de nuestra zona, los cerqueros son los barcos que todos ven salir a la mar cuando la gente se va a casa y los primeros que uno ve en el puerto cuando se sale a trabajar por la mañana temprano, envueltos en un “gaviotallo” mientras pasan la red y sacuden las escamas de una noche de captura y trabajo.

Dios mío, que pocos quedamos.