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Pesca admite que el pincho en Gran Sol ya tiene problemas por las vedas

e. a., s. s. REDACCIÓN / LA VOZ

PESCA Y MARISQUEO

PEPA LOSADA

Produtores de Burela y 16 barcos deciden recurrir el acto ante la Justicia

25 dic 2022 . Actualizado a las 18:16 h.

Si como algunos sospechan el acto de ejecución para proteger de las artes de fondo los espacios marinos vulnerables (VME, por sus siglas en inglés) formaba parte de la cruzada contra el arrastre que se cocina en Bruselas, el tiro ha salido realmente por la culata. Ha impactado, causando un daño colateral: el pincho. Y en especial el que opera en Gran Sol, que captura una a una la preciada merluza del pincho; 59 embarcaciones, apuntan desde el Ministerio de Pesca, aunque en el censo español de ese caladero quedan 50 pincheiros, 29 arrastreros y 9 volanteros, a los que se suman alrededor de 40 más de capital gallego y bandera de otro país comunitario.

Fuentes del Ministerio de Pesca admitieron ayer lo que solo un día antes había advertido la conselleira de Mar, Rosa Quintana: que la entrada en vigor de las 87 vedas ha perturbado la actividad de los palangreros de fondo que ya tienen problemas para operar.

Así, mientras que el arrastre ha conseguido mantener en un 90 % sus caladeros tradicionales —pues aunque operan en áreas de veda, lo hacen entre los 0 y los 400 metros— y los pincheiros y barcos de enmalle que lo hacen en el caladero nacional van sorteando las limitaciones impuestas cambiando de zonas, el palangre de fondo de Gran Sol se ha visto expulsado de muchas de sus zonas habituales y ha tenido que desplazarse a otras áreas colindantes.

Aunque las fuentes del ministerio apuntan que todavía no es una sangría, sí se confiesan preocupadas por lo que está ocurriendo: colas para entrar en las zonas que no están prohibidas. Tiempos de espera para que salgan los que están faenando en esos espacios para entrar otros e interferir lo menos posible.

Esta semana, con un día festivo de por medio —hábil para la flota, pero no para las lonjas— no es la más idónea para medir la dimensión del problema, pero ya permite intuir que las vedas no serán inocuas para este segmento de flota. Calculan en Pesca que en dos semanas podrán tener una idea más precisa, comparando la situación de este año con la de ejercicios anteriores por estas fechas.

La flota anuncia un recurso

Si en el ministerio intuyen los daños, en la flota lo tienen ya meridianamente claro. En menos de una semana han percibido claramente que es imposible rentabilizar la actividad si siguen teniendo esas 87 áreas vedadas entre los 400 y los 800 metros. Tanto, que la Organización de Produtores de Burela y 13 empresas afectadas (con 16 barcos) ya han decidido dar el paso y presentar un recurso contra el reglamento de ejecución ante el Tribunal de Justicia de la UE (TJUE).

E irá acompañado de esa solicitud de suspensión cautelar a la que tan reticente se muestra el Estado por las pocas probabilidades que tiene de prosperar. Puede que no tenga éxito, pero lo van a intentar, avanzó Sergio López, gerente de la entidad. La OPP se presentará como afectada, en el mismo plano que las 16 embarcaciones que ayer decidieron en asamblea presentar una reclamación conjunta a la que se podrán adherir otras empresas.

¿Los argumentos? Prefieren no avanzarlos, pero se supone que irán en la línea de los del Gobierno: que no se ha usado la mejor información científica, que no se ha analizado el impacto económico y se han aplicado medidas desproporcionadas para los objetivos que se perseguían, que no ha habido consulta adecuada... Y podría añadirse ensañamiento, pues, según explican desde Pesca —que negaron que se hubiese reaccionado tarde—, España planteó una combinación de los tres escenarios de protección que plantearon los científicos del ICES (Consejo Internacional para la Exploración del Mar) para lesionar lo menos posible a la flota pesquera y la Comisión Europea optó por redactar su acto de ejecución en base a la alternativa más restrictiva para los barcos pesqueros de las planteadas.

Señalan que, hasta que España pidió aclaración, Bruselas no era consciente de la contradicción en la que había incurrido al especificar que el reglamento se aplicaba entre los 400 y los 800 metros y en ellas había fondos de menos de esa profundidad.

El peor momento para una flota que cada año pesca menos merluza

Cierto que rondan los 60 los palangreros de fondo de bandera española en Gran Sol, pero en esos mismos caladeros también pescan con ese arte unos 40 barcos de capital gallego, pero de pabellón francés o inglés. Igual de afectados por las 87 vedas, operan desde Celeiro y Burela, sobre todo, pero también desde A Coruña, Marín, Ribeira o Vigo, donde suelen vender sus capturas y aprovisionarse.

La expulsión de sus caladeros tradicionales, los cantiles, puede ser la puntilla para parte de esos buques después de cinco años de caída continua de las capturas. Considerado el arte más selectivo, de escaso impacto sobre el medio marino y baja huella de carbono, con él suministran la afamada merluza del pincho de Gran Sol. Apostar por especializarse en ese aparejo de anzuelos flotantes les cuesta dinero a algunos, en crisis y endeudados para seguir a flote, mientras otros cambian a la volanta. Un arte, también estático y también vedado, con el que pescan más.

No saben por qué, pero las cifras revelan que la flota española descargó el año pasado 22,8 millones de kilos de merluza de Gran Sol, el 73 % de los que podía, y en lo que va de este suma 16 millones, el 63 % de su cupo. Sin apenas variación en los precios, un armador de A Mariña le pone cifras: si un marinero de sus barcos podía superar en el 2015 los 60.000 euros de salario, el año pasado cobró la mitad.