
«Nunca o pasamos tan mal como nestes dous últimos anos», cuenta el armador y patrón de un cerquero gallego
04 nov 2024 . Actualizado a las 04:45 h.Abundan ejemplos de lo mal que pasan muchos cerqueros. Desde Portosín, Eduardo Carreño, armador y patrón de uno, expresa públicamente la difícil situación que atraviesan. Como los otros 106 de la mayoritaria Asociación de Armadores de Cerco de Galicia (Acerga), su barco no puede pescar sardina y, con el bocarte y la xarda desaparecidos, intenta sobrevivir con el jurel al sur de Fisterra. Imposible, porque «colles un día e outro non». Tras una primera quincena de septiembre «boa», desde entonces las capturas han sido tan contadas que «en máis dun mes cada mariñeiro só puido gañar 400 euros».
«Quen pode vivir así? É a ruína», tanto para él como para los ocho tripulantes con los que sale a faenar en un barco que antes enrolaba a doce. Ya no es posible, no hay manera de hacer cuadrar las cuentas. Como en otras muchas pesquerías, en el cerco los salarios son a la parte, dependen de las capturas y de cómo se las paguen. Menos mal que estos tiempos tan difíciles pueden equilibrarse cuando la pesca es generosa y cotiza bien. Por ejemplo, durante la costera del bocarte, un marinero «pode gañar en quince días máis de 3.000 euros, hai que facer contas anuais».

Con todo, «nunca o pasamos tan mal como nestes dous últimos anos», cuando no solo menguaron las posibilidades de capturas sino que «os gastos aumentan cada vez máis». Y por delante, un «panorama pésimo» porque en unos días se verán obligados a amarrar y, en principio, no prevén volver a faenar «ata marzo, é unha barbaridade». Insostenible, recalca preguntando en voz alta «que empresa aguanta catro meses sen facturar». ¿Y cuántos tripulantes? «Algúns din que volverán, que conte con eles, pero outros que atoparon traballo en terra din que esperan seguir alí».
El apoyo público lo resume citando las ayudas por el paro del jurel: «Estamos solicitando agora as axudas de outubro do 2022 e de xaneiro e febreiro do 2023... Se non nos dan o diñeiro cando o necesitamos, condicionan todo». A sus 50 años, Carreño sigue pescando, pese a que «me costa aguantar a empresa, pero se quero vendela, a quen e por canto?».