Hoy vuelve la vida. Ese podría ser el eslogan de una campaña para esos publicistas que crean realidad a un lado y al otro de la pantalla. Diecisiete largos meses han pasado desde el último capítulo y la expectación que ha generado esta quinta temporada ha levantado ampollas hasta en su productor, M. Weiner, que ha declarado estar ansioso por la respuesta del público. «La quinta es diferente», parece decir con el cinismo de quien sabe que la historia no se repite. ¡Claro que será diferente! Como lo han sido estos años desde el 2007 en que empezamos a beber y a fumar y a... creer las frases de unos guiones que muerden la vida. Y en los que las palabras importan porque definen la realidad. Hace 17 meses Draper era una persona feliz («I?m very happy»), a punto de casarse con su secretaria. Un jaque mate para Peggy, su cómplice, cuya única respuesta fue la entereza de un abrazo de lágrimas («She's very beautiful»). Y hace 17 meses Joan hizo de esta frase «Don?t stop» un sí con consecuencias (el embarazo es de Sterling, su jefe). Esa es la parte explícita, pero lo mejor de Mad Men, como en la vida, es lo que no se ve ni se cuenta, en un juego de historias que se superponen. La cadena AMC lo anunció así: «Red is back», «Style is back», «Adultery is back», «Deception is back», «Jealousy is back», «Gossip is back»... «Mad Men is back». Estamos vencidos. Vuelve la vida.