Quién se lo iba a decir. Carlos Pérez «Perucho» será el encargado de inaugurar hoy el reglamento de honores y distinciones del Concello de Ribadumia. La corporación municipal de Vilagarcía acordó ayer otorgarle al deportista cangués el título de Hijo Adoptivo. La propuesta partió de la alcaldesa, Salomé Peña, que había adquirido el compromiso con el piragüista y con el club Náutico O Muíño de la localidad después de que este lograse la medalla de oro en los pasados Juegos Olímpicos de Pekín.
«Esa medalla de ouro supuxo un gran fito deportivo para o noso concello, un éxito histórico que invadiu de ledicia e de ilusión o noso municipio. E agora é o momento de que o Concello de Ribadumia e o seu pobo lle amosen a satisfacción que supón ter a un campión entre os nosos deportistas», argumentó la regidora durante el pleno. Para poder otorgar a Perucho la distinción, el equipo de gobierno ha tenido que elaborar un reglamento de honores y distinciones, que ayer mismo salía publicado en el nada literario Boletín Oficial de la Provincia.
El título de Hijo Adoptivo intenta premiar excepcionales merecimientos contraídos con el municipio. Se otorga a personas que, habiendo nacido fuera del mismo, se identifican con el pueblo y destacan de forma extraordinaria en cualquier actividad, prestigiando al Concello y a sus habitantes. Se trata de un título vitalicio. Todos estos requisitos los cumple Carlos Pérez, quien desarrolla su actividad deportiva en el club Náutico O Muíño. Además de la medalla de oro, el piragüista ha seguido sumando éxitos esta temporada, cuando conquistó el título de campeón de Europa, entre otros muchos.
La iniciativa aprobada ayer fue un mérito trámite administrativo en el que no estuvo presente el deportista. Posteriormente, el Concello tiene previsto organizar un acto solemne para entregar el galardón de forma pública a Carlos Pérez.
Seguro que en la capital de O Morrazo estarán felices del cariño que le profesan a Perucho después de sus éxitos.
La burra que apareció deambulando por el monte en el lugar de A Graña, en Vilaboa, acabó su odisea el pasado jueves por la noche. Después de que una familia de la zona se apiadase del animal e hiciese pública su situación, apareció el dueño del equino, que se ha hecho cargo del mismo. Según indicaron fuentes de esta familia, el animal habría regresado a su cuadra y este último episodio de burros aparentemente abandonados habría llegado a su final.
Hace más de una semana que Eva Carregal, vecina de A Graña, y su familia eran los únicos que se ocupaban de atender al animal, al que daban algo de comer y también suministraban agua. Carregal también fue la persona que avisó al 112 y que se puso en contacto con la asociación Andrea, de Ourense, que se ocupa de la rehabilitación de burros abandonados en Galicia. Este colectivo se ofreció a acoger a la burra si no aparecía su dueño una vez transcurrido el plazo legal y después de que el Concello hubiese tomado los pasos legales para su custodia. Desde el Ayuntamiento, aparentemente, poco se hizo para solucionar este problema, aunque no es la primera vez que aparece un burro en el monte. La historia ha tenido un final feliz para el vecindario del municipio morracense que se había interesado por la suerte del animal.