Mimo, el perro de terapia que conecta con la vida a pacientes con alzhéimer

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

Con su entrenadora, participará en el cierre de un programa pionero de Afaga en el museo Marco de Vigo

28 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde hace cinco años, Mimo es la mascota de Victoria Lago. Tenía solo dos años cuando lo recogió en el Centro de Protección y Acogida de Animales de la Diputación de Pontevedra, CAAN. El animal, que venía de una experiencia de maltrato, tuvo la suerte de caer en manos de esta viguesa que además de estar formada como educadora social y trabajadora social, es técnica en intervenciones asistidas con perros. Tras años de experiencia, este border collie de penetrante mirada forma parte junto a su entrenadora del equipo de Afaga, la Asociación de Familiares de enfermos de Alzheimer y otras demencias de Galicia.

El próximo martes, 30 de mayo, será el cierre de temporada del programa de talleres intergeneracionales organizado por el área de didáctica del museo Marco en colaboración con Afaga, que volverá a retomarse a partir de octubre. Junto a las personas mayores y público infantil de 7 a 12 años, que son los participantes habituales, esta última sesión estará protagonizada por Mimo. La colaboración entre el museo vigués y la asociación se inició en diciembre de 2021 y desde entonces no ha hecho más que crecer. Sus responsables señalan que esta propuesta intergeneracional enfocada a actividades artísticas ha ofrecido muy buenos resultados, tanto por la acogida de los usuarios como por sus objetivos cualitativos, «demostrando el valor de la experiencia artística como recurso terapéutico, como herramienta de sensibilización, como reflexión individual y grupal, y como vía de socialización».

Lago explica que para acabar este curso «les queríamos dar una sorpresa y un premio con una actividad lúdica, formativa y de sensibilización», y avanza que, además, también van a hacer un retrato de su nuevo amigo una vez hechas las presentaciones. «Es en este caso una visita puntual, lo que importa es la labor que se hace durante todo el año, todos los miércoles, compartiendo un espacio de trabajo en equipo, de aprendizaje y de otras muchas cosas», subraya advirtiendo que la suya es una actividad complementaria a la del técnico de referencia de los usuarios de Afaga, que se desarrolla en grupos de personas como máximo, y a través de juego y la estimulación cognitiva. «A través de su interacción con los participantes, comprobaremos cómo el buen trato es el recurso fundamental para relacionarnos con las personas y animales, con la naturaleza y con nuestro entorno, fomentando actitudes amables y respetuosas», explica.

Este tipo de terapias se están haciendo ya en los grupos que Afaga tiene en Salceda, en Tui y en Ponteareas. En Vigo todavía no se aplica, está en fase de diseño y estudio un programa para incluir al perro junto a personas con un perfil de deterioro moderado. Mimo tiene muchas posibilidades de conseguir un contrato exhibiendo el brillante currículo del que puede presumir. Ya ha trabajado en institutos, colegios, en una biblioteca para fomentar la animación a la lectura, en un centro de día, y Victoria, con otro perro en el hospital Nicolás Peña. «Se le puede incorporar a cualquier perfil y cualquier tipo de colectivo con discapacidad, autismo, enfermedades mentales...», asegura.

También forma parte del programa Discamino para ayudar a personas con capacidades diversas para hacer el camino de Santiago. «Da alegría, motivación y un estímulo a mayores que aporta muchísimo al ambiente. Cuando aparece, todo cambia», afirma Victoria de su perro milagro.

Maltratado, abandonado y recuperado

Para Victoria, Mimo es su segunda adopción. Acudió a CAAN, donde recuerda que «actualmente hay 600 animales disponibles para adoptar» y cuando llegó allí pensó que iba a ser imposible la tarea de elegir. «¡Cómo iba a hacer para dar una valoración entre tantos ejemplares!», señala. Pero tuvo ayuda. «Como son veterinarios los que llevan este centro de acogida, fueron ellos los que me hicieron una preselección de seis perros, y al final, quedó él». Su entrenadora resalta que el cambio fue espectacular: «Es cierto que yo no lo elegí, pero hizo un vínculo extraordinario conmigo desde el primer momento. Fue muy fácil entrenarle porque le encanta el juego, aprender y recibir órdenes, y con paciencia, observación, cariño y poco a poco, se vio que funcionaba al lado de las personas con las que hacemos terapia. En un año ya era otro perro, aporta un montón de cosas», afirma sobre una raza diseñada para trabajar y que necesitan una actividad fisica importante diaria para estar equilibrados. Mimo, que llegó a convertirse en perro de terapia tras haber sido maltratado y abandonado, es un ejemplo de cómo un animal de descarte puede llegar a ser entrenado para intervenciones asistidas y convertirse en un referente de recuperación y proyección social gracias a la educación en positivo. «Mimo es un perro de terapia pero hay que tener cuidado con las definiciones, tiene la acreditación pero está desarrollando una homologación, hay bastante intrusismo en este ámbito», advierte la experta.