Fernanda Viñas, profe de yoga y agente inmobiliaria: «Es más difícil meditar que vender casas»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

Sus días van de lo terrenal a lo espiritual. Por la mañana recorre Galicia visitando propiedades para compradores extranjeros y por la tarde es maestra de «kundalini»

24 nov 2024 . Actualizado a las 01:43 h.

Encontrar el sitio perfecto para reposar es una tarea que se le da muy bien a Fernanda Viñas (Vigo, 1965). Conoce bien las rutas y atajos, tanto para llegar a las mejores propiedades en venta de las Rías Baixas como para alcanzar la paz interior. Cada día guía a personas que están en la búsqueda de su lugar en el mundo, dentro y fuera de uno mismo. Está especializada en asesorar a extranjeros que buscan casa en Galicia, aunque su faceta comercial queda aparcada cuando se sienta en la esterilla y conecta con su esencia, donde no hay contratos ni transacciones. Meditando consigue disfrutar de las mejores vistas, mirando a su mundo interior.

Las mañanas son de visitas, kilómetros, llamadas, mensajes y notarios. Fue su profesión como asesora inmobiliaria, basada en lo monetario, la que la empujó a buscar un refugio espiritual donde la propiedad no existe y donde solo importa ser dueño del propio tiempo. «En esta era de vorágine vital, de redes sociales, de tantas cosas que nos estorban y no nos dejan parar la cabeza, meditar es complicado, es más difícil que vender casas», asegura. Se levanta a las 5.30 de la mañana y, tras tomarse una infusión, dedica la primera media hora del día a la relajación.

Viñas es experta en el mercado inmobiliario para extranjeros que buscan casa en Galicia, a través de cartera propia y colabora con la agencia Viva Sotheby´s Internacional. «Lo primero que preguntan es si hay un manantial, pozo o agua cerca, lo valoran mucho. También piden entornos naturales y propiedades con encanto, como pazos y casas de piedra. Y que haya internet, eso es muy importante». El perfil de cliente extranjero suele ser el de una pareja de jubilados de alto poder adquisitivo que busca retirarse en lugares con buena calidad de vida. Los europeos buscaban propiedades hace unos años en el sur de España, pero cada vez más, prefieren el norte. También hay cliente nacional que huye de los veranos tórridos en el Mediterráneo y Levante.

«Lo primero que piden son papeles de la propiedad, si no está todo legal, no les interesa. Hay muchas casas en Galicia que no están registradas, para los extranjeros ya quedan descartadas». Algunos contactan con Fernanda Viñas para hacer una preselección vía telemática y viajan luego a Galicia para visitar las propiedades. Otros prefieren que sea esta profesional la que haga las inspecciones in situ y les pase informes. «A la hora de ver una propiedad hay que pedir una nota simple, pero también comprobar el estado de instalaciones o estructuras y preguntar por posibles derramas», aconseja. El principal problema en estos momentos es la escasez de casas en el mercado. «Lo que está en precio se vende enseguida».

Flamenca de Vigo. «Tuvieron que hacerme reír para la foto, era muy seria de niña».
Flamenca de Vigo. «Tuvieron que hacerme reír para la foto, era muy seria de niña».

Esta experta cursó estudios de decoración y se dedicó durante años a la labor comercial. Cuando apareció una oportunidad en el sector inmobiliario se lanzó, aconsejada por una amiga. Dedicarse a dar clase de yoga no estaba en sus planes, pero se dejó fluir. «El trabajo me hacía llevarme los problemas a casa y empecé a tener insomnio. Un vecino me dijo que probara el yoga. Cuando salí de la primera clase ya era otra persona, me enamoró». Empezó a interesarse cada vez más y decidió formarse como maestra en kundalini yoga.

Por las tardes da clase en los centros Shalom y Vistalegre. «Es la disciplina de la energía y la consciencia. Trabajas con mudras —gestos con las manos—, pranallamas —control de respiración— y meditación. También practiqué la variedad de vinyasa que es un yoga más movido. El fin es el mismo, el autoconocimiento, que es lo más liberador». Defiende que todo el mundo puede practicarlo, no requiere condiciones físicas previas. «Pensamos en una persona sentada en lo alto de una montaña, pero eso no es real, hay que llevar la práctica a la vida cotidiana».

Ha conseguido convencer a muchos con la primera lección, que es la de ir y probar. «Cuando yo empecé, hace 20 años, éramos cuatro frikis». Su hermano se ha convertido también en maestro de la disciplina de kundalini siguiendo su estela, aunque tiene otra hermana que se resiste. «Ella vive en el campo, hace yoga de otra manera». Esta práctica vive hoy un momento de bum coincidiendo con la pandemia de la ansiedad y las enfermedades mentales. «El yoga es una tecnología de mejora personal de miles de años, está muy bien depurada y funciona a nivel físico, mental y espiritual». Lo que no hace son milagros. «Claro que me enfado si una operación no sale bien. Las emociones son humanas, hay una obsesión por lo happy que es falsa. Lo que hay que hacer con la emoción es parar, respirar y gestionarlo con perspectiva».

En un momento de superávit de centros de yoga y déficit de viviendas para vender y comprar, esta disciplina puede ser muy útil. «Yo a mis clientes les digo que respiren, que tengan claro lo que necesitan, pero que fluyan y sean flexibles». Si bien el yoga no contribuye a buscar casa, sí permite sobrellevar el proceso con calma. Sobre todo si uno se encuentra con esta agente que puede presumir de tener las llaves de la paz mental.

Su canción favorita

«Morning Song», de Melody Gardot. «Me gusta el jazz y soy una mujer de mañana. Me levanto a las 5,30 para meditar. Aunque sean diez minutos, me sirven para ordenar el día. Me bebo una infusión y me siento en el suelo, hago ejercicios de relajación y meditación. También me acuesto temprano, sobre las 10».