Historias contra la ceguera botánica

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

La plataforma viguesa Divulgare que coordina el catedrático Luis Navarro lanza el primer cuento que ilustra Juan Hernaz, de una serie destinada a poner en el foco en especies que requieren protección

12 ene 2025 . Actualizado a las 15:46 h.

Lugane, una bióloga apasionada, junto a su pareja Carlos, experto en insectos, y su hija Flora de cinco años, viajan por el mundo en su autocaravana para proteger especies en peligro de extinción y resolver problemas medioambientales.

La familia protagoniza su primera aventura en un álbum ilustrado de la mano del laboratorio Divulgare de la Universidad de Vigo y tiene una misión universal: Rompepiedras y la familia bióloga es el primer título. «En esta nueva etapa nos hemos propuesto trabajar en el ámbito de los cuentos ilustrados para enseñar ciencia rigurosa y promover el respeto por la naturaleza desde una edad temprana», explica Luis Navarro. Él es catedrático de Botánica y director de la plataforma de divulgación científica donde ha producido 69 cortometrajes y documentales traducidos a varios idiomas que han recibido premios internacionales.

Pero los apuros por los que pasan para que una universidad con presupuestos a la baja financie proyectos les llevó a replantearse las fórmulas para llevar al público su mensaje, que es la esencia de su trabajo. «El audiovisual necesita muchísimos recursos económicos y llegó un momento en que yo tenía que conseguirlos, que no es tan difícil, pero sobre todo, lo que se me hizo muy cuesta arriba era gestionar ese dinero. Además no tenemos más que trabas y eso hizo que la parte de los vídeos la estemos dejando un poco por ese problema», reconoce.

«En esta ocasión hemos decidido tratar de financiar este proyecto mediante el mecenazgo y el vehículo son los cuentos», señala el responsable de Divulgare.net, que a su vez es autor de la idea, el guion y los textos científicos. De las ilustraciones se ha encargado Juan Hernaz, artista asturiano con una destacada trayectoria, numerosos premios y además, colaborador habitual con editoriales y entidades de divulgación como el Jardín Botánico Atlántico de Gijón o Gardens by The Bay de Singapur. «Estamos con el libro en el horno e ideas para continuar», comenta entusiasmado.

La primera historia protagonizada por esta familia de biólogos de papel es ya una realidad. Ha sido autoeditada y si todo va bien, habrá al menos una decena más. Del éxito del primer libro y de la campaña de crowfunding que tienen en marcha en Verkami dependerá mucho el futuro del proyecto y de la situación vital de Navarro que, como confiesa un poco en broma, «me juego que me echen de casa».

El biólogo explica que el título del cuento hace referencia a una planta en peligro de extinción sobre la que llaman la atención: la rompepiedras (Petrocoptis grandiflora). En el libro aparece como una vida vegetal que se encuentra solo en las paredes de una montaña y se localiza en realidad en la Serra Enciña da Lastra, en Ourense. «Es muy especial, crece en las grietas de las paredes calizas, se originó antes de los períodos glaciares a los que sobrevivió y tiene unos dos millones de años», calcula el experto, que señala a las canteras e incluso a la escalada deportiva como amenazas para la especie que subsiste en un área de 10 kilómetros cuadrados.

En este mapa, publicado el año del nacimiento del botánico que «descubrió» la planta que protagoniza esta aventura, se muestra con una chincheta roja su localización en el Parque Natural de Serra de Enciña da Lastra y con chinchetas amarillas, las localidades donde, si esta serie de cuentos sigue, se desarrollarán  las siguientes.
En este mapa, publicado el año del nacimiento del botánico que «descubrió» la planta que protagoniza esta aventura, se muestra con una chincheta roja su localización en el Parque Natural de Serra de Enciña da Lastra y con chinchetas amarillas, las localidades donde, si esta serie de cuentos sigue, se desarrollarán las siguientes.

El plan editorial tiene una doble función. Además de promover la reflexión medioambiental, quieren fomentar «que la gente vuelva a leer textos un poco más largos que los tuits de 140 caracteres a las que se están acostumbrando ahora. Queremos enfocarnos mucho en los niños, pero este cuento está dirigido también a los padres y por eso hemos utilizado una narrativa adaptada a ese espectro tan amplio».

Luis Navarro añade que con este tipo de narración «queremos combatir la ceguera botánica, término que se usa para definir el sesgo cognitivo que tenemos a la hora de identificar organismos vivos en la naturaleza». Empezó con un estudio que se hizo en EE.UU. hace años en el que enseñaban a la gente fotografías de paisajes y les preguntaban cuántos organismos vivos veían. «Contestaban rápidamente: rinoceronte, elefante, perro, gato, caballo, ratón... Lo que infirió es que somos ciegos a las plantas, a las que no consideramos organismos vivos», indica. Por ese motivo, esta saga que arranca con el deseo de continuar quiere darles visibilidad «y que la gente entienda que la vida, sin plantas, no es posible, al menos tal y como la conocemos actualmente».