El «Cinema Paradiso» de Valeixe

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

Edelmiro, el dueño del cine de Valeixe, el día que cerró en abril de 1990
Edelmiro, el dueño del cine de Valeixe, el día que cerró en abril de 1990 cedida

El hijo y el nieto del dueño del cine, Edelmiro Giráldez, reconstruyen su pasado

24 ene 2025 . Actualizado a las 00:25 h.

El 13 de abril de 1990, La Voz de Galicia recogía el cierre del último cine que quedaba en A Cañiza: «O cine de Valeixe, o máis pequeno de España, proxectou o seu derradeiro filme», titulaba. Destacaba, además, que la película de la despedida fue Sempre Xonxa y que contó con la presencia de su director, Chano Piñeiro. El propietario, Edelmiro Giráldez Paz, era al mismo tiempo el jefe de cabina del Cine Fraga, por entonces considerado el más grande de Galicia, mientras que la parroquia de Valeixe era la población de España de menor tamaño que podía presumir de tener un cine.

Al autor del texto, además, le parecía que Edelmiro era clavado a Alfredo, el proyeccionista de Cinema Paradiso. Pero el Salvatore de esta sala del sur de Galicia no era un vecino, sino su propio hijo: Delmiro. Como el niño del drama italiano, creció en un ambiente cinéfilo que no ha hecho más que crecer en su interior a pesar de que él nunca se dedicó a ello de forma profesional: «Estuve 10 años en la joyería Alonso de la calle del Príncipe y 34 en Indugasa», cuenta el cañicense de 74 años que se asentó en Vigo en los años 60, pasó luego 20 en Tomiño y hace dos, jubilado, ha retornado a su parroquia.

Delmiro Giráldez Álvarez, el hijo de Edelmiro, operador de cámara del cine de Valeixe
Delmiro Giráldez Álvarez, el hijo de Edelmiro, operador de cámara del cine de Valeixe

Eso le ha abierto la ventana de la nostalgia y brotan recuerdos donde no hay ningún amarre físico. Su padre se deshizo de todo y ahora Delmiro, ayudado por su hijo, el productor afincado en Madrid Carlos Giráldez, andan tras la pista de todo lo que se pueda encontrar, no para reclamarlo a quien lo haya guardado si así fuera, sino para documentarlo porque más que buscar recuerdos quieren reconstruir una historia a la que le faltan algunos capítulos y muchas fotos borrosas. «Pensamos en hacerlo porque no hay mucha gente por ahí que pueda decir que tuvo un cine y creemos que merece la pena rescatar lo que se pueda», señala.

«La sala se abrió en enero de 1953, cuando tenía yo tres años, y más tarde tuvimos el cine Rebeca en A Cañiza, pero el del Valeixe para mí es algo especial porque se puede decir que vivimos en el cine. Tenía bar y estaba abierto todo el día como un bar normal, daba servicio al pueblo como cualquier cafetería», recuerda sobre un local al que los vecinos iban después de comer a tomar café y echar la partida. «Estábamos hasta que cerraba, hasta las 11 o 12 de la noche y si era verano, mucho más tarde», relata.

A los 15 años se fueron a vivir a Vigo porque Edelmiro, aparte de gestionar su cine, trabajaba en la empresa Fraga: «Empezó en el Tamberlick y cuando abrió el Odeón pasó a este y después a la cabina del Fraga», cuenta.

Cuando llegó a su parroquia de nuevo, a Delmiro lo recibieron sus antiguos paisanos con los brazos abiertos. «Tengo muchas vivencias, pero es que mi padre era un poquito raro», reconoce. «No dejó nada, no tengo nada físico del cine. Solo un folleto de una película que se titula Pólvora Negra. Hasta los discos que ponía al terminar cada función los tiró y los rompió. Tengo cosas que fui hablando con unos y con otros, recuperando alguna foto», explica. «Cuando cerró lo desmontó todo, dejó el local totalmente vacío, no sabemos ni dónde puede estar el proyector», añade su hijo Carlos.

Al padre aún le duele cómo se produjo aquella despedida radical de algo que tenía tanto significado familiar. «No sé por qué lo hizo, pero no me dijo nada de que cerraba el cine. Me enteré precisamente porque yo estaba suscrito a La Voz de Galicia y un día me encuentro con el reportaje, y después supe que vino también la Televisión de Galicia», explica.

El hijo de proyeccionista ayudaba en todo: «En el bar, de portero, de acomodador... Y me enseñó a trabajar en su oficio de operador de cine. Una temporada estuve yo pasando las películas, me enseñó todos los secretos pero nos dejó sin nada», lamenta.

Carlos Giráldez, el nieto del operador de cine.
Carlos Giráldez, el nieto del operador de cine.

Delmiro y Carlos han descubierto cosas en común a raíz de este proyecto. «Los dos tenemos la misma inquietud sobre lo antiguo, sobre los recuerdos, sobre todo, sobre la fotografía, a la que yo me dedico también desde los 14 años», cuenta Carlos. Ya han dado algunos pasos, contactado con estudiosos, y baraja abrir la idea en redes sociales para enriquecer esta película.