Latch, la empresa de una viguesa que vende 30.000 cinturones artesanales de Guatemala

VIGO

En seis años de trayectoria, la firma que fundó junto a César Claver ha alcanzado los 150 puntos de venta en Europa con modelos producidos a mano
04 jun 2025 . Actualizado a las 00:53 h.Hace ya seis años que la viguesa Sofía Sapiña recibió el primer pedido de cinturones tejidos a mano en Guatemala. Junto a su novio, César Claver, a través de internet logró cerrar un acuerdo con una proveedora del país centroamericano. La pareja había detectado una oportunidad empresarial en estos coloridos complementos al descubrirlos en una tienda en Bilbao que, sin embargo, no disponía de excesiva variedad. «Nos encantaron y pensamos que estaría fenomenal traerlos y venderlos, pero nos volvimos locos buscándolos», recuerda. Un buen día entendieron que cinchos es como se conoce en aquella zona del Caribe a estas piezas artesanales y comenzaron a seguir el rastro de la manera adecuada. Cuando al fin dieron con una de sus fabricantes, asumieron el riesgo de realizar el encargo original, en el que invirtieron lo que ambos habían ahorrado en su formación en prácticas. El pedido se demoró tres meses, pero felizmente acabó llegando y conformando el germen de Latch Brand.
Aquel proyecto que arrancó luciendo en las cinturas de familiares y amigos, «que fueron nuestros primeros clientes», ha madurado en una empresa singular. Alcanza los 150 puntos de venta por Europa, comercializa cerca de 30.000 unidades al año y brinda empleo a treinta artesanos en el país de Centroamérica.

Pese al crecimiento, la pareja de emprendedores tiene claro el espíritu artesanal de su negocio textil y no parecen dispuestos a dejarse llevar por las grandes cifras. «Cada cinturón que vendemos es único. No hay dos iguales, porque el color, por ejemplo, nunca va a ser el mismo», explica Sofía Sapiña. «Nuestros modelos no están hechos en una fábrica», sino que se trata de complementos forjados a mano en Guatemala a base de tintes naturales, algodón ecológico y cuero tratado. «Incluso influye el día a día de los artesanos con los que trabajamos. Si algún día está más contento, posiblemente lo demuestre en una combinación más alegre y si está más triste puede ser que impregne el cincho con colores más apagados», insiste.

Los años de trayectoria de Latch han servido de aprendizaje para ambas partes, pese al abismo que los separa. Los impulsores de la firma han ido entendiendo el modelo de trabajo establecido en Guatemala, «donde muchos desempeñan ocupaciones temporales, porque los hay que están esperando la oportunidad de irse a Estados Unidos y otros están pendientes de la época en que el país se abre al turismo y se dedican a este sector». Y los artesanos de Centroamérica, por su parte, han asimilado combinaciones y formas que pueden funcionar en el mercado europeo y han ido profesionalizando su producción, «aunque siempre hemos apostado por que mantengan su originalidad porque no queremos cortarles las alas», asevera Sapiña.

Las administraciones en España y Guatemala han apoyado el proyecto en distintos momentos. La viguesa recuerda que, en los inicios, la Diputación de Vizcaya los distinguió en un programa de emprendimiento y los apoyó con una dotación económica de 3.000 euros para la constitución de la SL de Latch. Al otro lado del charco, un profesor de la Universidad de Deusto les presentó a una estudiante de grado en Guatemala que tenía el propósito de explorar y dar a conocer la industria de la artesanía de su país. «Nos pusimos en contacto con ella y se ha convertido en nuestra colaboradora en el país».
Junto a ella, César Claver y Sofía Sapiña han conformado una red de trabajo estable en este país «y los artesanos que fabrican cinturones para Latch tiene constantemente pedidos», indica la emprendedora. Asegura que, más allá del negocio, la posibilidad de que su empresa ayude a crear empleo fijo es «una de las partes más bonitas de este trabajo».

A día de hoy, la empresa que fundó la gallega ya cuenta con cerca de treinta artesanos que trabajan desde diferentes localidades de las montañas guatemaltecas. Con una dinámica de trabajo ya fluida, entre todos están impulsando la expansión de la firma que ya cuenta con 150 puntos de venta en tiendas multimarca de Europa, además del recorrido de su canal on line.
Bilbao, donde reside la pareja, es la ciudad en la que mostraron por primera vez físicamente los modelos de Latch «y en seguida llegaron muestras en Vigo, Pontevedra, Cangas, Santiago, Cedeira o A Toxa», cita Sapiña para poner en valor su intención de estas presente en su tierra natal. El salto internacional, por proximidad, lo dieron en Portugal y al poco sumaron presencia en Italia, Bélgica, Alemania, Suecia o Países Bajos. «Esta semana, además, hemos conseguido un espacio en una tienda en Austria y ya han entrado los primeros pedidos a través de la plataforma en internet», avanza.
La pareja lleva ya seis años trabajando codo con codo en este proyecto personal que siguen fortaleciendo en los ratos de tiempo libre, porque ninguno ha abandonado su puesto de trabajo. «Empezamos con diez modelos de cinturón y ahora ya tenemos 38 referencias unisex de los guatemaltecos», echa cuentas. Por el camino, han lanzado diseños para niños y otros clásicos que recuerdan a los que visten los jugadores de polo en Argentina. De estos últimos ya llevan dos colecciones «y en septiembre llegará la tercera».