
Doctora en Telecomunicaciones, lleva 15 años en el entorno militar; diseñó el grado de Ingeniería Mecánica de la Escuela Naval y trabaja en su adaptación para incorporar la IA
05 jul 2025 . Actualizado a las 19:58 h.En el Centro Universitario de la Defensa no hay exámenes los viernes. Belén Barragáns Martínez (Pontevedra, 1976) tomó la decisión de eliminar las pruebas el último día lectivo de la semana tras participar como voluntaria en unas maniobras de sus alumnos en O Grove. Acabó agotada: «Después de una noche sin dormir y haciendo maniobras por el monte, entendí que no los puedes poner a estudiar álgebra». Llevaba poco tiempo dando clase en el Centro Universitario de la Armada, adscrito a la Universidad de Vigo, del que es subdirectora desde hace 15 años; pero aquel día confirmó lo que sabía desde su ingreso como profesora civil.
Aunque las materias técnicas que imparte en la Escuela Naval de Marín sean similares a las que explicaba como profesora de la Escuela de Telecomunicaciones de Vigo, sus alumnos no tienen nada que ver con los que evaluaba. «La labor docente es parecida, pero sorprende cuando llegas el primer día y los ves formando en la entrada del aula, haciendo el saludo militar o levantando la mano para preguntar. Nos tratan de usted». Son futuros militares del Cuerpo General de la Armada que acabarán navegando en los barcos del Ejército y del cuerpo de Infantería de Marina, estos últimos también del ámbito naval, pero destinados a misiones sobre el terreno.
La relación profesor?alumno es distinta en este entorno en el que el fin último es preparar a militares para entrar en combate. «Tiene mucho mérito que en un mundo en el que los jóvenes tienen una vida fácil, estos tengan esa vocación de servicio; es una profesión que demanda mucha entrega». El 40 % provienen de familias militares, pero el resto, no.
A Marín llegan cada año alumnos de toda España que asisten a las clases de la doctora, especializada en inteligencia artificial y coordinadora del grupo de investigación de Ingeniería de Telecomunicaciones. Hace 15 años que el título se homologó con los oficiales de la Universidad de Vigo. «La nota de corte es de 12 sobre 14, tenemos buena materia prima», presume. Aunque su nómina la pague el Ministerio de Defensa, Barragáns ve con sus ojos de civil un contexto educativo donde no solo se trata de formar ingenieros.
En esta universidad el móvil está restringido las primeras semanas y toca irse a dormir a las 10.30 de la noche. «El primer año, algún alumno pensaba que venía a un campus civil. Enseguida se dieron cuenta de que no. El primer día los ponen en la fila para cortarles el pelo, les dan un uniforme y les enseñan a desfilar, a saludar como militar o a aprenderse las divisas». Hay que cursar la carrera de cinco años en un máximo de ocho y se les obliga a repetir si no superan el 70 % de las materias. «Aquí se hace una gran inversión en su formación, España somos todos, se les exige compromiso».

Leonor, una de pocas
La princesa Leonor es alumna de la Escuela Naval hasta su graduación, el próximo 16 de julio. Aunque no ha cursado el plan de estudios completo, por su formación en los tres Ejércitos, ha estudiado en el centro y ha superado materias de la carrera a bordo del Juan Sebastián Elcano. Son pocas alumnas, en torno al 10 %. Esta minoría se explica en la suma de dos circunstancias, el entorno tecnológico, donde las mujeres son minoría, y el ámbito militar. «La primera de la promoción este curso es una alumna. Ellas son menos, pero tienen unos números muy buenos. Se van a generar muchos empleos en los próximos años, la visión de las mujeres tiene que estar ahí», reivindica Barragáns.
La docente, que ya participó en el diseño del grado actual, trabaja ahora en la adaptación del nuevo currículo. Se está modificando el plan de estudios para incorporar la nueva realidad. El nuevo título será Grado en Ingeniería de tecnologías navales para la Defensa. «Antes, la guerra eran planos físicos, se hablaba de combate en tierra, mar o aire, ahora se habla de espacio, ciberespacio, del ámbito cognitivo, de poder distinguir la información falsa... Es el contexto en el que se van a mover los futuros oficiales», explica.
Belén Barragáns mantiene su faceta como investigadora y ha desarrollado un proyecto para aplicar técnicas de inteligencia artificial para detectar situaciones de riesgo en el mar. «Interesa monitorizar si dos barcos se aproximan o navegan a una velocidad lenta en paralelo un tiempo determinado. O un barco que navega en la misma zona de forma prolongada o sobre un cable submarino», son cuestiones de peligro en alta mar.
Los alumnos participan de estas investigaciones. «Están acostumbrados a liderar, a gestionar conflictos, a resolverlos en poco tiempo y a planificar. Estos perfiles son muy demandados por las empresas, hay que trabajar en la retención del talento». La ingeniera tiene un punto débil, lo suyo no es ponerse al timón: «No he aprendido nada, pero soy buena invitada y lo disfruto muchísimo», bromea.
Su canción
«Stronger», de Kelly Clarkson. «Refleja mucha actitudes de mi vida, pero también del mundo que me rodea en la Escuela Naval. Ves cómo se forman, hacen instrucción, maniobras... Es duro, pero lo que no te mata, te hace más fuerte. Es un lema que he aplicado a mi vida; esos momentos, te hacen crecer».