Un centenar de feriantes pasan el verano bajo un puente en Vigo sin poder trabajar sus atracciones

Luis Carlos Llera Llorente
luis carlos llera VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

«Somos un gremio muy castigado», señala un participante en las fiestas de Bouzas

20 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Un centenar de feriantes que permanecen en el campamento que se ubica bajo el puente de la autovía de circunvalación VG-20, junto al Lagares, se despereza tarde tras una larga jornada. Sin el permiso del Concello de Vigo para instalar las atracciones en las fiestas. Durante el verano viven a la sombra de un viaducto en el que no hay alcantarillado ni agua corriente. «Hemos tenido que segar nosotros la maleza porque alcanzaba un metro de altura», aseguran. «Nos han dicho que tenemos que vaciar las aguas sucias ahí», relata un feriante señalando a una zona de espesa vegetación junto al cauce del río, donde todavía se pueden ver árboles caídos por temporales pasados.

Un gran camión de atracciones está aparcado bajo el viaducto porque no ha podido montar su artefacto, solo casetas. Los feriantes se muestran desanimados. Amenazan con no volver si al año que viene se repite la situación. El Ayuntamiento vigués señala que no cumplen la normativa autonómica y que por eso no han recibido autorización. Ellos dicen que esto no se produce en otros municipios de Galicia y están replanteándose su futuro en Vigo. «Existe el rumor de que quieren hacer un parque de atracciones cerrado que se podría adjudicar a gente de fuera, como sucede con la feria de Navidad», afirma Melissa, una de las afectadas, que proviene de León. Este oficio es un modo de vida. «Muchos somos familia. Mi padre era feriante y mi tío monta la noria en Navidad. Ahí sí que no le ponen pegas porque dicen que atrae el turismo», agrega.

La afluencia a una de las fiestas de interés turístico de Vigo, la de Bouzas, ha bajado a la mitad el primer día por la falta de atracciones y por la coincidencia con el concierto de Trueno el viernes por la noche. «Si otros años venían cinco mil personas a la inauguración, este año han acudido dos mil quinientas, muchas de última hora con cierto desfase», asegura uno de los feriantes que terminó de recoger su puesto a las cuatro de la madrugada. Cree que «ha habido mucho botellón». «Los organizadores de la fiesta de Bouzas nos han subido el precio en cien euros para paliar la falta de ingresos por las atracciones que no se han autorizado», explica Melissa, que junto a su compañera Paula solo logró hacer 70 euros de caja vendiendo mojitos.

«La toma de agua más cercana está lejos, a decenas de metros», señala Iván, un churrero de Ourense que desayuna a las doce y media de la mañana un café con leche y bizcocho. «Los churros no los puedo tomar por problemas de salud», asegura el churrero, que el viernes estuvo catorce horas trabajando con el aceite hirviendo.

Por la ventana de una roulotte se asoma una chica, que no es la de ayer, sino la que se va a marchar hoy domingo desesperada por la falta de ingresos en el estreno de la feria de Bouzas, en la que habían depositado sus esperanzas después del fiasco de la de Coia, donde el Concello tampoco autorizó las atracciones tras exigir un plan de autoprotección y el cumplimiento de las normas autonómicas de seguridad. «En un primer momento, no dejaban montar el saltamontes en Coia. La pareja que iba a montarlo venía de Chantada y no les dejaron instalarse de ninguna manera», cuenta. Una ingeniera de León estuvo negociando con el Concello en nombre de los feriantes.

Algunos de los acampados bajo el viaducto han recorrido toda España. Es el caso de Manuel Alcázar, que ha venido de Córdoba en un aparente BMW cuatro por cuatro que tira de su atracción: una caseta de tiro. Alcázar dice que «el vehículo es de segunda mano y tiene veinte años. Lo compré porque para tirar del remolque se necesita un vehículo grande». El feriante andaluz paga en su ciudad 700 euros por tener la caseta de tiro durante nueve días; en Bouzas, 500 por cinco días que se han acortado este año a cuatro. «Tenemos que pasar la ITV cada seis meses, antes hacíamos las revisiones cada año. Somos un gremio muy castigado», concluye el hombre, que ahora se prepara para acudir a la feria de Santiaguiño en Pontevedra, al igual que otros acampados.

Confían en que la noche del domingo, que son los fuegos de artificio y que se prevé una velada apoteósica al estallar durante media hora 400 kilos de pólvora, sea mejor.