











Miles de personas disfrutaron de las competiciones en la playa de Samil y del vertiginoso descenso de los «riders» que atravesó el Casco Vello
10 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.O Marisquiño vivió ayer una de sus jornadas grandes. Las competiciones de skate y BMX en Samil y el descenso urbano en el Casco Vello atrajeron a miles de personas que no quisieron perderse las pruebas estrella de esta 25ª edición del festival.
Los raiders y skaters dejaron muestras de sus habilidades y deleitando al público con grandes trucos y piruetas en el entorno de la playa. El calor, menos intenso por la niebla que entró en la ría, permitió a los aficionados disfrutar aún más en las instalaciones del certamen en torno al mayor arenal de Vigo desde primera hora de la mañana. «Ya que no hace día de playa podemos aprovechar el viaje», declaraba un bañista. Un grupo de cuatro amigos portugueses se desplazaron desde Braga expresamente para presenciar O Marisquiño: «¡Esto es puro espectáculo!».
Un público entregado valoró el esfuerzo en cada intento de los competidores. Quien se llevó el reconocimiento de todos fue, de largo, el gallego Adrián Ventureira. Llevó a cabo toda una exhibición encadenando movimientos con llamativa precisión. Otro que hizo llevar las manos a la cabeza a los presentes fue el madrileño Javier de la Torre, que con tan solo 15 años protagonizó una actuación soberbia.
En el park de skate, muchos estaban esperando la aparición de la olímpica española Julia Bennedetti, que se hizo notar desde su salida y recibió un gran apoyo durante sus actuaciones. Mención especial merece el aplauso que obtuvieron los skaters con discapacidades, que se ayudan de un bastón para reconocer el terreno y hacer los trucos.
El descenso urbano tampoco defraudó. Miles de personas se agolparon en diferentes puntos a lo largo del recorrido. Salió como de costumbre de O Castro y llegó hasta A Laxe, pasando por el Concello, Elduayen, la plaza de la Colegiata y A Pedra.
A golpe de silbato, los voluntarios avisaban de la llegada de los corredores, lo que hacía levantar el móvil a cientos de turistas, vigueses y apasionados del descenso continuamente para capturar así el paso de los competidores.