El escultor apasionado de la cara humana

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO

XOÁN CARLOS GIL

El vigués José Molares atesora numerosa obra pública, como el afamado monumento a Julio Verne

29 ago 2025 . Actualizado a las 00:51 h.

«Es un triunfo, además inesperado, porque nunca pensé que esa escultura tuviese tanta repercusión», afirma José Molares (Vigo, 1961) para referirse a su visión artística del escritor Julio Verne que desde el año 2005 centra la atención de propios y extraños en As Avenidas. «Esa escultura es para mi carrera algo similar a colgar una valla publicitaria con mi nombre, porque a partir de ella llegaron muchos encargos; es un orgullo para mí», sentencia.

Pero hubo una larga trayectoria antes de desembocar en ese hito personal. Aunque su primer contacto con el arte llegó a través del dibujo, la tridimensionalidad le cautivó y le llevó a la escultura. «Me enganchó porque tiene más movimiento y profundidad y, además, el modelado me apasiona», recuerda de sus inicios. El salto de José Molares al profesionalismo artístico se dio hace unos veinte años debido a la confianza depositada en su obra por algunas personas. Lo considera una suerte ya que conoce a muchos colegas que lo están pasando mal porque no han tenido esa, siempre necesaria, oportunidad.

Su obra es realista, detallista, cercana y tangible_ le encanta ver como los niños «usan» su Julio Verne_ pero, además, tiene en las personas a sus principales protagonistas. «Me apasiona desde siempre la expresividad de las caras. Creo que a través de los gestos puedo llegar a emocionar, que es lo que busco con mi obra», añade José Molares Fernández.

Debe añadirse, a las características de la obra del escultor vigués, una gran inclinación hacia las piezas conmemorativas de carácter histórico, para las que realiza previamente una intensa labor de documentación, como le ocurrió a su Sempre benéfica, conjunto escultórico situado en la Estación Marítima, que conmemora el dramático regreso de las tropas españolas tras la derrota en la guerra de Cuba.

Tras esa recopilación de información, entra en juego su estudio, que está situado en A Ramallosa. «Es un sitio superquerido, donde estoy solo, pero, al mismo tiempo, me siento muy acompañado porque está lleno de esculturas por todos los lados. Es un sitio de creación, lleno de sueños y de proyectos. En él estoy como un pez en el agua», confiesa el artista.

Acompañado de esculturas

En ese refugio, José Molares realiza el boceto, que normalmente no lo dibuja, sino que ya lo hace en tres dimensiones para materializar la idea que tiene en su cabeza. A partir de ahí empieza la evolución. Esa maqueta se hace en grande, pero ya con los cambios que va introduciendo. «Es una lucha durísima porque empiezas de cero, creando algo que no existía; algo que empieza a ocupar un lugar y a tener forma», explica el artista, autor también del busto dedicado a Plácido Castro que luce en la casa donde vivió el intelectual galleguista en la calle de la Reconquista.

Aunque los espectadores reconocemos en el bronce el material habitual con el que Molares hace sus obras, es la arcilla el material con el que se siente más cómodo. «Lo utilizo como un vehículo que me llevará hacia el bronce, este es el material que mejor admite el paso de los años; con un mínimo cuidado es eterno», afirma.

José Molares se reconoce como un artista nunca satisfecho con el resultado final de sus obras. Asegura que es debido a su constante evolución técnica. «Mi escultura más ilusionante es la que estoy haciendo», llega a decir.

Además de la abundante obra pública realizada, el escultor tiene otro mundo creativo. «En mi obra de estudio poseo toda la libertad del mundo. Estoy, por ejemplo, con unas cabezas grandes y las voy variando y hago mis colecciones para exponerlas más adelante, voy creando un fondo de armario que me enriquece y me mejora como escultor. Con ellas avanzo más como escultor, tengo más libertad y eso se verá reflejado en las obras posteriores. Es un aprendizaje continuo», no duda en manifestar. Quizá, en futuro no muy lejano, el gran público pueda ver esa obra en una exposición.

Pero antes, José Molares sigue embelleciendo los espacios públicos. Su próxima obra, ya en período de boceto, es La Peregrina, un proyecto impulsado por la Asociación de Empresarios del Val Miñor para situar cerca del puente romano de A Ramallosa. «Quise hacer una peregrina actual, así que representé a una chica joven, vestida con ropa actual y con el gesto de mirar atrás, una vez que ya pasó el puente romano; mira hacia atrás por la belleza que acaba de ver», explica.

Y quizá no pase mucho tiempo para que los vigueses puedan apreciar otra obra suya. Tendrá como protagonista a la poeta nacional Rosalía Castro. Solo espera su momento para encontrar su lugar.